Llegaron las vacaciones de verano y con ellas una inmensa felicidad de poder escaparnos unos días de la rutina. Así como cambiamos de lugar, de horarios, de actividades, es muy probable que la forma de alimentarnos también sea distinta. Ahora bien, no por el hecho de que sean vacaciones, vamos a elegir el camino del desborde porque sería una justificación errónea. Como todo en la vida, lo mejor es el equilibrio.
Durante las vacaciones lo mejor es lograr armonía en las comidas, ni privarse de todo, ni tener días a puros excesos. Si bien sabemos que en los momentos de relax aparecen propuestas tentadoras, no hay que alarmarse.
Algunos tips fundamentales a tener en cuenta:
- Consumir frutas y verduras, ya que aportan líquidos y nos hacen sentir más livianos, a la vez que nos permiten saciarnos.
- Disminuir las comidas altas en grasas y azúcares.
- Balancear las comidas. Por ejemplo, si a la noche organizamos reunión con amigos y sabemos que va a haber picada, asado y postres, en el almuerzo podemos pedir un plato saludable completo para no llegar con hambre.
- Lograr armonía entre las comidas, y no dejar de comer.
- Registrar lo que comemos y en qué cantidad.
- No saltear comidas, tratar de mantener una rutina diaria de comidas para evitar los atracones.
- Hidratarse. Ingerir más de 2 litros de agua por día en caso las temperaturas sean muy elevadas.
- Hacer actividad física. Correr, caminar por la playa, jugar a la pelota, son todas actividades de fácil acceso para realizar durante las vacaciones y el verano.
- ¡No atormentarse ni obsesionarse! Si volves con algunos kilos de más, no te preocupes. Luego se vuelve a la rutina y el cuerpo se acomoda.
- Lo más importante: ¡disfrutar en vacaciones! No podemos estar presos del cuerpo y la balanza. No sirve y hace que vivamos obsesionados sin darnos lugar al disfrute.
- Lo recomendable es lograr un hábito de comida sana y evitar realizar dietas que pueden devenir en trastornos alimenticios, sin la necesidad de eliminar ningún alimento de nuestra vida.
Muchas veces lo que ocurre es que la persona come todo lo que tiene ganas durante un viaje, o en sus vacaciones, y luego regresa con la obligación de “hacer dieta” para eliminar los kilos de más.
Esto suele ocurrir en forma recurrente en la vida de las personas, por lo que si tiene un atracón por semana se pueden generar distintas situaciones que podrán afectar al patrón alimentario que tiene. En alguno casos se diagnostica a personas que se dan atracones pero no utilizan ningún método compensatorio y solo comen por emociones, trastorno que se conoce como BED.
Podemos tener una vida equilibrada donde obviamente existan los placeres de la vida como un helado, pizzas u otro tipo de alimento que, si bien están vistos como que engordan, es sano para nuestras vidas. No podemos vivir restringidos reprimiendo el deseo de comer algo rico. Lo que si hay que tener en cuenta es la frecuencia con lo que lo hacemos y la cantidad que ingerimos. Además la restricción nos puede aislar de nuestro entorno porque comenzamos a dejar de ir a cumpleaños, la cerveza del miércoles con amigos, festejos, etc. Por eso lo importante es no privarse, llevar una vida equilibrada y disfrutar de cada momento.