El sábado 14 de marzo se jugó de manera parcial la primera fecha del Torneo Oficial en categorías formativas. Se alistaban para salir a escena los U19 y estábamos en la cuenta regresiva de un nuevo Dos Orillas. Pero el primer caso positivo de Covid-19 confirmado horas después en Rosario dio paso a la decisión de paralizar todas las actividades, a nivel local y regional.
Nadie pensaba, aún en el peor de los escenarios, que a tres meses y medio de terminar 2020 el panorama se presente por demás de complicado. Con un tiempo prolongado sin coronavirus en esta parte del Litoral Argentino, desde agosto a esta parte la provincia de Santa Fe explotó y se ubica entre la de mayor contagios.
El primer paso desde ese punto inicial fue armar un protocolo, algo que consiguieron rápidamente las autoridades asociativas. Entonces desde el 15 de junio y de manera progresiva, los clubes reabrieron sus puertas, cumpliendo el protocolo y fundamentalmente dándole marcha a la rueda que permita también generar ingresos en sus arcas.
Fueron tres meses donde una gran parte de nuestros basquetbolistas pudieron puntualizar sus trabajos en la parte física y táctica. Algo que puede ser tedioso en el tiempo, al no haber contacto ni la posibilidad de un 5 vs 5, pero con esa llama encendida de continuar en una cancha.
Si agregamos a los menores de 12 años sin poder volver a entrenar desde marzo, a esta resolución que se prorrogará por dos semanas, los clubes vuelven a recibir un duro golpe en medio de esa situación económica complicada. Por eso la carta que difundieron el pasado sábado las entidades de Santa Fe y Santo Tomé.
Los comerciantes se quejaron, los gimnasios se quejaron, y los clubes también tienen derecho a golpear las puertas gubernamentales, no solamente para solicitar un salvavidas monetario, sino para entender que el coronavirus llegó para quedarse por un buen tiempo.
En consecuencia, hay que generar desde la conciencia ciudadana y un compromiso político, el mecanismo que no permita más retroceder, que definitivamente podamos proteger a los clubes, que fueron, son y serán, el lugar donde los chicos siempre podrán ser felices.