Joaquín Rey todavía no sabe cómo se contagió (no se pudo determinar el nexo epidemiológico) pero si recuerda que los síntomas aparecieron de repente cuando estaba por desayunar unas rodajas de budín y unos mates en el gimnasio y no le sentía gusto a las cosas: “Probé con varios caramelos y nada, entonces probé con el olfato: alcohol en gel, alcohol solo y me fui a mí casa donde abrí el vinagre pero tampoco, ahí encendí las alarmas”.
Inmediatamente después se comunicó con el 0800 donde le dieron los pasos a seguir para iniciar el aislamiento, al vivir con sus abuelos y para no preocuparlos se fue a la casa de su papá, dónde el único contacto que tuvo fue con las personas que le acercaban alimentos cumpliendo el protocolo que le habían explicado.
Dos días después de los síntomas le realizaron el hisopado que reveló el diagnóstico positivo a las 72 horas. Al contrario de lo que lamentablemente pasa en otros lugares, a él no le alcanzan las palabras para agradecer el apoyo por parte de familiares, amigos e integrantes de la familia CUST: “No recibí un solo mensaje negativo, todos eran de aliento y creo que eso fue lo que me dio fuerzas para poder transitar estos días”.
Ahora ya con el alta, dice sentirse muy raro, a expresar que “salí a caminar un poco por la costa y procesar lo que me había pasado, volví con mis abuelos y los estoy cuidando más que nunca más allá de que me explicaron que ya no puedo contagiar a nadie. Estoy en una nube, no creo lo que pasó”.
Si bien por las últimas restricciones no puede volver a CUST Gym, Joaquín Rey no ve la hora de estar allí y poder dar una clase obviamente cumpliendo todas las normas de seguridad que él no tienen dudas funcionan a la perfección: “Por mí caso no hubo un solo contagio dentro del club”.