Pablo Panella es oriundo de Rosario e hizo su carrera en esa ciudad del sur provincial, pero también en Buenos Aires y en otros puntos del planeta. Desde 2008 trabaja en AstraZeneca, el laboratorio que junto a la Universidad de Oxford (Inglaterra) logró realizar una de las vacunas contra el coronavirus.
A principios de 2020 fue nombrado vicepresidente senior y jefe global de Desarrollo Respiratorio e Inmunológico en esa empresa. Ello, por supuesto, “sin saber en ese momento que se iba a desencadenar lo que todos hemos vivido a nivel mundial”, cuenta ahora, a nueve meses del inicio de la pandemia, en diálogo con LT10.
“A partir de abril fuimos contactados por la gente de la Universidad de Oxford para colaborar con la vacuna y en eso hemos estado abocados desde entonces”, continúa.
Vacuna actual y nuevas cepas
“La tecnología de la vacuna parte de un adenovirus modificado, al que se lo ha reingenierizado para evitar que se replique”, señala Panella acerca del funcionamiento de la vacuna de AstraZeneca. Así, “se le presenta al organismo un virus disminuido que permite que genere anticuerpos y que no se replique, que no infecte a la persona”.
“Esta modificación” -prosigue su explicación- “se hace insertando la proteína S: lo que hace el organismo al aprender a reconocer esta marca y reconocer los anticuerpos, es estar preparado de forma tal que cuando en el futuro el virus se presenta y trata de infectar, aquél ya desarrolló esos anticuerpos y puede atacar al virus, evitando la infección”.
Según Panella, “Argentina suscribió algo más de 22 millones de dosis” con AstraZeneca, que estarían disponibles en el país a fines del primer trimestre de 2021.
Además, aseguró que la primera inoculación (de dos que deben recibirse) ya genera un nivel de inmunidad de hasta el 70 por ciento.
Sobre las nuevas variantes de Covid-19 que alarman al mundo por estos días, Panella remarcó: “si bien la cepa ha mutado, no ha alterado las características estructurales de esta proteína S. En tanto esto sea así, la vacuna actual sería igualmente efectiva”.
En cambio, “si existiera una mutación, lo que puede llegar a pasar es que esta pueda ser una enfermedad que se comporte como la gripe”, añadió. De esta forma, “sin necesariamente tener que inventar una vacuna de cero, lo que haya que hacer es ajustar la composición de la vacuna a la cepa de cada año”.
Lo positivo y lo negativo
En cuanto a las particularidades de esta pandemia, Panella resaltó un aspecto negativo y uno positivo. El primero, la calidad de “devastadora global” de la enfermedad. El segundo, el hecho de que, justamente por su letalidad sin distinciones, “gobiernos, universidades y empresas privadas hayan aunado esfuerzos y compartido información y recursos para hacer algo que normalmente no se hace: estar todos aunados, 100 por ciento tirando para el mismo lado”.
“Eso es lo que ha permitido lograr en nueve o diez meses lo que tradicionalmente puede llevar entre cinco y ocho años, como es el caso de la vacuna”, celebró.
“La colaboración, la transparencia en el manejo de información y el trabajo mancomunado entre el sector público y el privado son lecciones que deberíamos llevarnos hacia el futuro”, reflexionó.