Existe alergia al deporte y se denomina “alergia inducida por el ejercicio” y va asociada a otro factor, como la ingesta de determinados alimentos o medicamentos.
Puede ir desde una urticaria (a veces únicamente aparecen ronchas en el escote) hasta una reacción alérgica grave como es la anafilaxia (sensación de falta de aire y ahogo, mareos y náuseas). Puede aparecer a cualquier edad. El factor que se tiene que dar es que haya sensibilización a un alimento, siendo el trigo el más frecuente. En un estado normal, este no provoca reacción alérgica, pero sí la produce al hacer ejercicio físico una o dos horas después de ingerirlo.
Hay otros con los que se puede producir alergia inducida por el ejercicio. Es el caso de los que contienen proteínas transportadoras de lípidos (LTP son sus siglas en inglés), como el durazno. Otros vegetales también pueden estar implicados.
También puede desencadenarse una reacción alérgica cuando se toma un medicamento, como puede ser un antiinflamatorio como el ibuprofeno, y en el citado intervalo de tiempo practica ejercicio.
Es difícil de diagnosticar porque “los pacientes no relacionan los dos factores y solo te cuentan en consulta: salgo a correr y algunas veces me sale urticaria y otras no. Por eso, cuando vienen con un cuadro de este tipo se les dice que anoten todo lo que han tomado, comido o hecho entre una y dos horas antes y después del ejercicio físico. Eso es lo que puede guiar. Y que no dejen de consultar porque la gravedad de las reacciones podrían ir en aumento”, explica al portal Cuidate Plus la alergóloga Ángela Meijide.
Hay algunos que son muy sensibles y solamente con ir corriendo a algún sitio ya presentan síntomas. Otros necesitan jugar un partido de fútbol completo para tener una reacción alérgica. Además, los afectados, mayoritariamente, son pacientes atópicos que ya tienen otras alergias, como al polen.
Una vez diagnosticada, el tratamiento es evitar la ingesta del alimento o medicamento en cuestión durante las dos horas previas al ejercicio físico o las dos horas posteriores a esta práctica. Es por la redistribución del flujo sanguíneo y por cómo el alimento hace la absorción en el tracto digestivo que se calcula ese lapso. Y en caso de reacción, disponer de un botiquín de emergencia, con antihistamínicos, corticoides y adrenalina, si se considera necesar
Capítulo aparte es la práctica de deporte en pacientes con asma. Practicar deporte mejora la resistencia respiratoria y la tolerancia a la actividad física. El entrenamiento reduce la necesidad de medicación, el absentismo escolar y laboral y la sensación disneica por el fortalecimiento de la musculatura torácica. La clave está en el control. La respuesta fisiopatológica al ejercicio es similar en individuos asmáticos bien controlados e individuos sanos, con un entrenamiento apropiado y medicación.
No obstante, existe una entidad clínica diferente, llamada “broncoconstricción inducida por ejercicio (BIE)”, que es un estrechamiento transitorio de las vías respiratorias inferiores después de practicar deporte en presencia o ausencia de asma clínicamente reconocida. El ejercicio no es la causa del asma, sino un agravante o desencadenante de los síntomas. Más del 90% de los sujetos con asma, independientemente de su gravedad, pueden llegar a tener broncoespasmo en relación con el esfuerzo físico. Por lo tanto, el ejercicio es únicamente uno de los estímulos que inducen estos episodios y su presencia indica falta de control del asma.
Los síntomas típicos del BIE incluyen sibilancias (ruido en el pecho), disnea, tos y opresión torácica durante o después de la práctica. Se dan durante el ejercicio extenuante y alcanzan su máxima expresión unos 5 o 10 minutos después de terminar. Otros síntomas atípicos son fatiga, dolor abdominal o un estado diferente al de la forma física habitual.