Su nombre ya es parte de la historia de la Liga Nacional pero el jugador más valioso de la temporada 2020-21 todavía no cae. Incrédulo, prende su computadora y busca la lista de monarcas coronados en el pasado. “Me encontré con los nombres más trascendentales a lo largo de la historia, con una lista que posiblemente sea el legado de la Liga Nacional”, confiesa.
Fernando Zurbriggen acaba de enterarse que ahora pertenece al Olimpo del básquet argentino: fue consagrado como MVP en la votación organizada por la Asociación de Clubes. en la que 19 de los 68 especialistas consultados lo eligieron como el mejor de todos en un pulso voto a voto frente a Kelsey Barlow (Hispano), José Vildoza (San Lorenzo) y Brandon Robinson (Quimsa).
El base y capitán de Obras Basket es el último integrante de un linaje dorado que comenzó en 1987 con la elección de Germán Filloy en una dinastía que completan Héctor Campana, Marcelo Milanesio, Juan Espil, Hernán Montenegro, Jorge Racca, Fabricio Oberto, Rubén Wolkowyski, Walter Herrmann, Daniel Farabello, Bruno Lábaque, Roberto López, Leonardo Gutiérrez, Gabriel Mikulas, David Jackson, Juan Pedro Gutiérrez, Paolo Quinteros, Nicolás Aguirre, Justin Williams, Dar Tucker, Gabriel Deck y Marcos Mata.
Zurbriggen fue el jugador más eficiente del certamen y resultó el líder del Tachero en puntos, asistencias, rebotes y robos en una campaña en la que Obras finalizó en la sexta colocación. A la espera de los reprogramados juegos de Reclasificación frente a Comunicaciones de Mercedes, el flamante rey del básquetbol nacional se confiesa.
-¿Qué significa haber sido premiado como el jugador más valioso de la Liga?
-Honestamente, hoy no lo dimensiono. Es un premio que, si bien lo podía llegar a presentir en el día a día y por las sensaciones que me dejaba la competencia, no lo puedo creer. Cuando me enteré de la noticia, tuve que chusmear los nombres que habían sido premiados y se me infla el pecho de orgullo. No soy mucho de mostrar mis emociones, pero creo que es un reconocimiento al trabajo, a la construcción de un trabajo continuo, peldaño a peldaño, con muchos momentos complicados como fueron lesiones, temporadas con altibajos, post pandemia, la reconstrucción dentro del mismo club, asumir ciertas responsabilidades durante el último año. Creo que es la frutilla del postre a un montón de etapas que he ido atravesando a lo largo de mi corta carrera.
-¿Por qué crees que te eligieron?
-Creo que por la consistencia del día a día, por la perseverancia de salir todos los días a competir y entregarlo todo. Honestamente yo no me siento como el mejor jugador de la competencia, en cuanto a nivel, pero si te puedo afirmar que con un calendario tan duro como fue esta última liga, con tener responsabilidades dentro del equipo, asumir el rol que me tocaba, creo que lo entregué todo, honestamente siento que vacié el tanque. Si hay un factor determinante para mi elección es la perseverancia y la constancia día a día durante toda la Liga. Fue una temporada física y psicológicamente muy dura y creo que el factor determinante para que me consideren es que todos los días, teniendo la oportunidad de jugar, lo di todo.
-¿Habías soñado alguna vez con el premio?
-No, no lo imaginaba ni lo pensaba ni siquiera durante esta misma temporada, mucho menos de chico cuando no me imaginaba ni jugando en la Liga Nacional. Yo debuté en una liga muy fuerte y con el correr de los años mi rol dentro del club fue cambiando, y eso también ayudó a mi crecimiento individual. El último MVP de Obras había sido el Pipa Gutiérrez y yo lo veía por televisión y pensaba ‘cómo juega este chico’. Después tuve la posibilidad, dentro del club, de compartir plantel con él en 2016-17 y 2017-18. Uno después concretó ese sueño pero no, nunca pensé que iba a llegar a tener la importancia y la responsabilidad que hoy tengo dentro del club, y mucho menos soñaba con un premio como el MVP. Todavía no dimensiono bien que es ser un MVP.
-¿Qué sentiste cuando viste la lista de MVP sabiendo que el próximo ibas a ser vos?
-Es raro porque me siento como incrédulo, todavía no caigo, es difícil. No puedo asimilar el momento. Cuando me avisaste de la nota, decidí buscar los nombres para repasar quienes habían ganado el premio y me encontré con una lista posiblemente del legado de la Liga Nacional. Están los nombres más trascendentes a lo largo de la historia de la Liga y la verdad es que cuando lo asimile, y ahora lo estoy haciendo de a poco, me genera mucho orgullo por lo que significa. Más allá del día a día, de mi percepción del juego, el día de mañana cuando se vuelva a reeditar esa lista, mi nombre va a estar ahí. Esa es una sensación única, el hecho de pasar a la historia.
No fue sencillo para Fernando convertirse en el MVP. En mayo de 2020, en pleno aislamiento forzado por la pandemia de coronavirus que obligó a poner al mundo en pausa, recibió una noticia inesperada: Pedro Barral, base y capitán de Obras con el que compartía el doble comando en la media cancha, abandonaba el club rumbo al básquetbol europeo. Ante la transferencia del Pepo a Francia, Zurbriggen aparecía en el horizonte como el siguiente en la cadena de mando.
El base aceptó el desafío con apenas 23 años y sorprendió con su evolución, tanto afuera como dentro de la cancha. El capitán de Obras desplegó un nivel superlativo que lo llevó a integrar la última ventana del combinado nacional y le permitió arrasar en la encuesta: el MVP también recibió las distinciones al mejor jugador nacional, al mejor U23 y al mejor base en la Liga del país subcampeón del mundo. Zurbriggen completó una fantástica temporada en la que registró el mejor promedio de la competencia en valoración (20,7 por partido) y el cuarto mejor en asistencias (4,9). Su estadística final evidencia los motivos de su elección: promedió 15.2 puntos, 6.6 rebotes, 4.9 asistencias y 1.4 robos en 27.5 minutos por partido con una eficacia del 51.5% de dos y 32% de tres.
-¿Qué modificaste con respecto a la temporada anterior?
-Lo principal creo que es la solidez mental y la perseverancia para el trabajo. Creo que la diferencia del jugador de los años anteriores al de esta temporada, es que post pandemia pude capitalizar la elección de ser jugador todos los días. Pude focalizarme, mejoré todos los hábitos fuera del campo, cambié la dinámica y la forma de entrenarme, antes pasaba más horas y ahora aumenté la calidad y por ahí es menos tiempo. Hago entrenamientos alternativos.
La diferencia también es que también me tocó asumir un rol distinto dentro del club que yo creo que administré muy bien y vi potenciado el juego por mi nuevo rol. Fue una reivindicación mía individual como base, al compartir tantos años con Pepo que jugábamos la doble base y compartíamos la guardia en mitad de cancha, creo que yo relegaba ciertas características de mi juego porque Pepo las hacía mejor. Y creo que esta temporada de reconstrucción del equipo, salgo beneficiado por la situación que ocupo dentro del plantel. Después hay todo un trabajo mio en la mejora del tiro exterior, con la consistencia y la concentración para administrar los momentos del partido, con la solidez y la convicción para tomar las decisiones dentro del propio juego, un nivel madurativo que crece a pasos agigantados dentro de la misma temporada también sobre los cierres de juego. Creo que son muchas cosas.
-Después de la salida de Barral, ¿tuviste que hacer algún trabajo en particular para asumir tu nuevo rol?
-Una de las fortalezas que tengo extra al jugador es mi curiosidad, y yo hace siete años que me intereso por la psicología deportiva y más que nada por la psicología general. Me dio ciertas herramientas y la curiosidad me llevó a investigar la mente en el deporte. Tenía modelos a seguir, cómo se reinventaba Campazzo dependiendo del contexto, el ejemplo de Luis Scola y las comidas, Manu Ginóbili y su vigencia a los 40 años. Había muchos ejemplos en donde te demostraban que poder manejar la mente y tener alternativas para los distintos escenarios te potenciaba.
No se si fue un punto de inflexión lo de Pepo, lo que sí creo es que fue progresivo mi crecimiento mental, fue un peldaño a peldaño. En un momento era muy marcado el doble liderazgo dentro del equipo, fui dos años subcapitán y me sentía cómodo, Pepo se apoyaba para algunas decisiones en mí. Fui creciendo y esta temporada, cuando me ofrecen las responsabilidades, la ventaja fue que lo tomé como algo natural. Yo no tenía que cambiar nada en mi forma de ser, porque ya lo venía haciendo aunque iba a hacerlo más acentuado. Eso me permitió llegar con experiencia y preparación al espacio que me ofrecía el club, y me encontré con un espacio gigante para crecer.
Este interés en la psicología se vio, no solamente en la teoría y en los libros, sino muchísimo en el día a día. Me puso a prueba sobre cómo podía manejar ciertas situaciones, que hoy estoy súper contento por cómo respondió el grupo ante mí más que cómo yo manejé al grupo. El equipo y el club me hacen ser MVP también, es la confianza de ellos durante toda la temporada, porque yo puedo tomar una decisión y ser rechazada. Y acá fue todo lo contrario, yo me vi potenciado por la confianza del grupo.
-¿Por qué sentís una reivindicación como base natural?
-Hay un punto muy marcado en mi juego, que todavía estoy mejorando y tengo mucho por mejorar, que es mi manera vertical de jugar. Creo que cuando jugaba en el combo con Pepo, yo tenía que ser más ofensivo porque el que se encargaba de guiar el juego era el Pepo desde la base. Si yo jugaba de base, mi rol era de producción más ofensiva, tomar lanzamientos, atacar el canasto. Este año tuve que tomar ambas responsabilidades: administrar los momentos del juego, orientar las ofensivas y la táctica grupal hacia donde teníamos las ventajas, y esa fue la mayor exigencia que tuve a lo largo de la temporada. Jugada por jugada, partido a partido, poder identificar las ventajas y llevar el juego a cierta posición. La salida de Pepo me dio la posibilidad de crecer en ese juego, esta temporada me exigió poder interpretar intelectualmente la parte táctica sobre cómo manejar las ofensivas.
-Se vio una mejoría notable en tu interpretación y entendimiento del juego, ¿cómo trabajaste en ese rubro?
-Fue un proceso bastante duro conmigo mismo, porque más allá de la angustia por el encierro durante la pandemia y la cuarentena, paralelamente al estrés académico que aproveché a avanzar, le sumé ver todos los partidos de la temporada 2019-20. Tenía anotadas mis malas decisiones, las jugadas que debería haber frenado la pelota, o atacado en transición, me anoté todo, veía un margen muy alto, una desesperación o ansiedad a la hora de jugar.
Lo primero que hice fue empezar a ver partidos viejos de ACB y tomaba como espejo a Facu Campazzo, que era un base de mucho vértigo que de pronto se volvió maestro en los manejos de los momentos de los partidos, cuando correr, cuando frenar, cuando jugar un pick and roll. La parte del vértigo ya la tenía porque es natural, la otra parte la tenía que aprender. Siento que me reeduque en el sentido de mirar, interpretar, analizar, pensar en alternativas en frío.
No solamente miré a Campazzo, miré también a Laprovíttola y como en los partidos del Badalona tenía un protagonismo muy marcado dentro del plantel, como tenía que guiar al equipo en la ofensiva todo el tiempo, hice un análisis de todo. Y más teniendo la suerte de haberlos visto entrenar en ventanas anteriores.
-¿Te dieron algún consejo ellos o alguna de las leyendas de la Liga Nacional?
-No hablé con ninguno puntual, pero si hay un aprendizaje o enseñanza que siento de ellos todo el tiempo, y más en el puesto de los bases, es que ellos se reinventan todo el tiempo. De ser revulsivo a dominar un equipo, el otro de ser un goleador nato a liderar un grupo de grandes estrellas y se lo proponen como un reto en el Real Madrid, Luca Vildoza que decían que no defendía se convirtió en un especialista defensivo. La vara es muy alta y la posición de base en la Argentina es de excelencia.
Son tres bases top en el mundo FIBA y en Europa. Ahora Campazzo va a la NBA y eso cambia un poco el panorama, hace poco declaró que se estaba familiarizando con el tiro de la esquina, y vos decís ‘cómo, un tipo de 30 años que ganó todo en el Real Madrid, se reconvierte’. El ejemplo y la enseñanza que dan ellos no tiene que ser ni con palabras, es con hechos. Lo mismo con Lapro, siendo rey y MVP del Badalona, se va al Madrid a intentar mejorar otra faceta de su juego. Eso es increíble.
-¿Cómo son y qué generan en el jugador estas reinvenciones?
-La verdad que el proceso es totalmente angustiante, frustrante y estresante. Pero creo que la clave es el nivel mental, la competitividad individual de cada uno y las ganas de seguir mejorando. Me parece que el poder reinventarse, o la intención de empezar a hacerlo, es lo más meritorio que tiene un jugador. Significa que seguís teniendo ganas de crecer, que ves un horizonte, que tenés proyectos. Después te puede salir mal, cambiar tu identidad de juego, o tenías un muy buen nivel y perdés el nivel porque el proceso no es agradable en sí. Uno también cambia la identidad, en el sentido de hacer esto y pasar de tirar los tiros finales por ejemplo a pasar la pelota. El someter el orgullo y la capacidad de sacrificar el que soy hoy presente por el que seré, para mí es la habilidad más grande de cualquier deportista en cualquier deporte.
-Y no solo es la habilidad más grande, también desde afuera parece la más difícil, ¿no?
-Si, porque ponés en riesgo todo. Porque tranquilamente, ahora lo hablamos como algo positivo, pero yo podría haber perdido totalmente mi verticalidad, y haber perdido mi confianza ofensiva, y no estaríamos teniendo esta conversación. Guardás las certezas que habías construido, a veces durante toda tu carrera, para cambiar y mejorar. Y en eso tiene mucha importancia todo el grupo de trabajo para que yo consiga este mérito. El MVP no es un jugador único, pero desde el que me ayuda en la entrada en calor, hasta los que ponen las cortinas, los que me pasan la pelota, cuando la metan cuando yo doy un pase. Hay un montón de cosas invisibles que me hacen a mi hoy MVP. Lo importante del premio es que es un reconocimiento también a todo el grupo de trabajo, lo siento como un premio colectivo. Si bien yo tuve la osadía de reinventarme, tuve la confianza y el apoyo de toda una estructura, de todo un club, de un grupo de jugadores que confiaron en mí para darme la paciencia y la tolerancia para que yo lo haga porque yo me he equivocado mucho a lo largo de la temporada.
-¿Hubo algún momento en que desconfiaste de todo lo que habías trabajado durante la pandemia y del cambio que estabas llevando adelante?
-Si te hablo de partidos en concreto, por ejemplo, nosotros ganamos los primeros tres juegos en la burbuja de noviembre, y después perdimos tres juegos seguidos. Esos tres juegos fueron responsabilidad mía, el equipo jugó bárbaro, pero llegando al final del partido yo me equivoco, pierdo dos pelotas seguidas, nos gana Junín. Juego dos pick and roll, tiro un pase a la tribuna, y pierdo una pelota más y nos gana Hispano. Y si bien tenía que tener paciencia conmigo mismo, yo ahí puse en tela de juicio los cinco meses de video, las anotaciones y las conclusiones, hasta los objetivos que tenía porque era un momento de mucho dolor. Pensé ‘no, tengo que agarrar la tiro yo y chau’, y yo en ese momento estaba buscando una alternativa. Y después, por suerte y por mérito también del grupo, me termina dando la razón y alcanzando otro nivel de juego.
-¿Y cómo lo resolviste?
-Hay una fortaleza y confianza de todo el grupo de trabajo de aguantarme en ese periodo de reconstrucción de mi propio juego. Por ahí sobre el final de la temporada, ya me sentía cómodo y el grupo se sentía cómodo con mis decisiones, pero eso se construye, a base de prueba y error, y es un proceso que si el resultado no acompaña es durísimo. Porque cómo le decís que confíen en vos, que lo llevás a ganar, si después te equivocás y perdés dos partidos seguidos…
-Hablaste de tus compañeros, ¿qué rol juega tu familia en ese respaldo?
-Si el MVP es una suma de las partes, no podemos dejar al margen el apoyo incondicional de la familia y de mi círculo más intimo, que en un momento de reconstruccion son vitales. A veces incluso son ejemplos desde sus trabajos o experiencias de vida. Que yo exprima al maximo todos los escenarios y busque todo el tiempo alcanzar mi máximo potencial, es virtud y enseñanza de mis viejos.
-Dentro de los ejemplos que mencionaste como legado de la Generación Dorada y las camadas anteriores mencionaste el tema nutricional. ¿Qué ajustes hiciste en tu dieta?
-Los primeros cambios los hice en 2018, me invitaron a entrenar con la Selección mayor, vi ciertas cosas, me informaron, adopté ciertos cambios. El tema de las harinas, del ayuno. Después durante la pandemia, cuando empecé a tener tiempo y curiosidad por el arte culinario, descubrí todo un nuevo mundo nutricional, fui vegano durante tres o cuatro meses, después vegetariano y cuando iba a empezar la competencia comencé a consumir pescados. No como carnes rojas, no como harinas, hago el ayuno intermitente, pero lo que más ajusté es que yo antes comía por protocolo, comía a un horario determinado, porque había que comer. Y hoy me convenzo de que me alimento para nutrir al cuerpo, y de que todo lo que como es para ayudarme a mí a recargar energías.
Todo esto está acompañado con meditación, con yoga, con otras alternativas que me permiten tener un conocimiento mayor del cuerpo. No es solamente la nutrición física, la nutrición mental, la estabilidad emocional. Las decisiones y la frialdad venían de que yo era un jugador muy pasional, y eso está bueno, pero también está malo porque quería encontrar un equilibrio. Soy de los que piensan que cada deportista debe alimentarse de la manera en que lo ayude a su rendimiento y lo mantenga feliz. No soy un religioso de las dietas, y si hay algo que puntualmente ajusté es el conocimiento de mí mismo y de lo que yo necesito.
-Es una tendencia que crece a nivel mundial, que el deportista tiene que ser más que solo un jugador.
-Claro, debería tener conocimientos en prevención, fisiología, nutrición, cuidados, entrenamientos invisibles, focalización, distensión de la mente. Por ejemplo, venís con mucha carga y te ponés a ver una película de miedo, y el miedo te tensa, tenías que ver una risa. Y uno puede decir que son boludeces, pero todos esos detalles, minuciosos, del conocimiento de uno mismo, te mejoran como deportista.
-¿Pero tenés estudiado hasta qué tipo de película tenés que ver según cómo te sentís?
-Sí, es clave el tema de tener el tiempo para reanalizarse a sí mismo, soy muy observador de mis conductas. Cómo reacciona el cuerpo a cierta comida, por eso dejé las carnes rojas, me sentía pesado, hinchado, no podía dormir después de comer un asado por ejemplo. No es que no me gusta, me encanta, pero me di cuenta que me generaba un estrés post la comida. Me considero un observador de todos los detalles minuciosos y mensajes que manda el cuerpo. Creo que lo he podido explorar ahroa en la pandemia, y yo siento que me ha ayudado. En la previa de los partidos, por ejemplo, cómo activar el cuerpo, cómo me siento mentalmente, soy muy reflexivo y crítico conimgo mismo.
-¿Tenés alguna rutina previa a los partidos, por ejemplo?
-En realidad me mido, me mido emocional y físicamente como estoy las horas previas, esta temporada físicamente fue muy dura y me llevó a un cansancio mental muy grande y me sirvió para descubrir cosas. Por ejemplo, siempre pensé que la música electrónica era la que más me ayudaba para la previa de los partidos, y resulta que desde que escucho cumbia santafesina, empiezo a bailar despacito, empiezo a activar el cuerpo cuando todavía faltan tres horas para el partido. Son cosas que me permitió la temporada, a prueba y error, porque antes me clavaba los auriculares con la música electrónica a todo lo que da y yo pensaba que era lo mejor, pero mi cuerpo me pedía otra cosa. Es todo parte del mismo análisis, de crítica y observación.
Curioso, observador, autocrítico y apasionado, fue el mejor promedio del Instituto Obras Sanitarias para recibirse de profesor de Educación Física y ahora está embarcdo en la Licenciatura de EF y Gestión. El MVP de la Liga se cultiva fuera de la cancha para lucirse adentro.
-¿Qué tiene el Zurbriggen jugador del Zurbriggen profesor?
-Podría ser el orden y la estructura, pero no. El Zurbriggen profesor ayuda al Zurbriggen jugador con la interpretación de escenarios. Un requisito para ser profesor es ser el identificar escenarios, los materiales que tenés, los alumnos. Bueno, el Zurbriggen jugador tiene que hacer lo mismo. Ver cómo se va desarrollando el partido, podríamos asimilar a los jugadores con los alumnos, quien está pasando una buena noche, quien está en una mala, las actividades se podrían asimilar con las jugadas. La interpretación de los escenarios y el contexto en el que se desarrollan.
-Con el MVP en las manos, ¿qué expectativas tenés para el futuro de tu carrera?
-Mi expectativa es que sea de crecimiento constante. Por ahí es muy trillada la respuesta de ser la mejor versión de uno mismo y competir en la mejor competencia internacional, eso claro que está, pero yo hago foco en que realmente quiero conocerme. Quiero explotar todas las áreas y las ventajas de ser un deportista de alto rendimiento, yo no me considero un jugador de básquet, yo me considero un deportista de alto rendimiento que juega al básquet. Mi objetivo es hacer mi carrera disfrutándola, convencido de cada elección, que no es fácil. Mi objetivo más grande, al margen de crecer como jugador, es crecer como persona. Que mi carrera de deportista de alto rendimiento ayude al Fer Zurbriggen como persona para que el día de mañana tenga otro tipo de herramientas para desenvolverme.