"Debemos construir desde la defensa y encontrar las opciones en ataque". Silvio Santander lo tuvo claro. Lo que él quiere y lo que su San Lorenzo necesitaba. Aunque el plantel esté repleto de nombres importantes, de jugadores con calidad probada. Sabe que estas instancias se ganan en su aro y más todavía si enfrente está el durísimo San Martín, un equipo granítico, con mucha personalidad e identidad colectiva que iba a luchar hasta el último segundo. Silvio tenía un enorme desafío por delante, lograr que un equipo con figuras y muchas variantes en ataque, se pusiera el overol y defendiera tanto como su rival. Y así pasó. El Ciclón no llegó luciendo a esta final que, desde el jueves, disputará ante Quimsa, buscando el histórico Penta. Lo hizo sí, con oficio, personalidad y, sobre todo, arremangándose. Sanma lo había maniatado en el primer juego, pero San Lorenzo reaccionó a tiempo. Dándole algo de su propia medicina al rival. Los correntinos, que habían promediado 74.6 puntos por partido durante la temporada regular, sólo anotaron 61 en el Juego 2 de esta semi y hoy fueron 69. La defensa, está claro, llevó al Ciclón a su quinta final seguida.
El "sigue, sigue" de Santander se escuchó en todo el primer cuarto. Mucho más efusivo que el entrenador rival. El DT azulgrana alentaba a sus dirigidos, gesticulaba con sus brazos y piernas abiertas. "Bloque, bloque" y "hay que defender para ganar", fueron las palabras que repitió en el desenlace del primer período. El segundo cuarto comenzó con un tiro de tres puntos de Saiz y allí, el entrenador atinó a bajar la cabeza, pero repentinamente su equipo salió adelante con dos dobles de Acuña y un triple desde la esquina de Defelippo, claves para que San Lorenzo tomara nueve de ventaja. La presión a la hora de defender, y ese bloque del cual insistía tanto surtió efecto.
Las pérdidas que le provocó a su rival fueron fundamentales para correr la cancha y a partir de allí, generar. Los cambios fueron efectivos a la hora de ajustar atrás. En diferentes momentos con Acuña, en otros con el Penka en una presión un poco más alta. Contener el tiro de tres de Machuca fue difícil. Pero cada jugador de San Martín sentía ese sofocón de dos o hasta tres jugadores encima. Pese a la resistencia de San Martín, especialmente desde el tiro de Machuca, el Ciclón no detuvo su buen andar. El Toro le aportó fluidez. Allí la conexión entre Fjellerup y Acuña se hizo notar en las manos del entrenador para darle más intensidad al juego y sobre todo en lo que a él más le interesaba que era contrarrestar los avances del Rojinegro, en su tiro de tres y en las penetraciones. En el segundo período, San Martín volvió a colocarse a diez puntos, gracias a las acciones de Machuca y Basabe, el DT azulgrana pidió tiempo muerto para intentar acomodar nuevamente a su plantel. Volvió a insistir en la defensa y así el primer tiempo su equipo resultó un relojito.
Santander tomó su pizarra antes de iniciar el segundo tiempo. Los jugadores se nuclearon a su alrededor, formando una ronda al unísono de "un, dos tres, equipo". "La primera bola fuerte eh", se le escuchó decir por lo bajo. Se cruzó de brazos en la esquina, pero ante la primera acción ofensiva a favor de Sanmar, se sentó. Poco tiempo duró en la silla. Enseguida se levantó y siguió enérgico como es su estilo. "Hay que pasarse la bola", gritó. Festejó cada defensa, una fundamental de Montero sobre Basabe, en la que gritó con los puños cerrados.
Santander lo hizo. El DT superó las adversidades que generan la irregularidad, sostuvo a un un plantel que no estuvo completo desde su inicio y en el cual los roles se fueron acomodando con el transcurso de la temporada. El tetracampeón ya lo había dejado en claro en el segundo juego que podía ganar con el overol. Un plantel que se enriquece día a día en tres conceptos claves: ser solidarios, tener múltiples variantes para anotar y por supuesto, el sello de su entrenador, construir a partir de la defensa. No hay rival imposible para San Lorenzo, no hay obstáculo que se le presente que no pueda superar. Quizás en estas situaciones de adversidades es donde se hace más fuerte. Hoy quedó demostrado que en instancias definitorias parece imposible para cualquiera. Nuevamente el Ciclón en una final, por quinta vez consecutiva. Nada más y nada menos.