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Lunes 04 de Octubre de 2021 - 10:38 hs

Lucas Victoriano se confiesa: “Me gusta ser más entrenador que jugador”

El entrenador de Instituto pasó por una edición Liga Nacional del Twitch de CAB y habló del positivo momento de la Gloria, además de su formación como DT y la filosofía de juego que pregona.

El Twitch de la CAB tuvo una edición especial de la Liga Nacional, este viernes, con un invitado de lujo: Lucas Victoriano. El entrenador de Instituto de Córdoba, de perfecto inicio en este Súper 20 (está invicto, con 5 triunfos sobre 5 posibles), se prendió a una amena charla con Elías Mauro y Lucas Flossi en la que profundizó sobre varias cuestiones. Desde su actualidad misma al frente de la Gloria, pasando también por su estilo de juego y su filosofía.

Por supuesto, dentro de la realidad que vive hoy su equipo, explicó también cómo se fue cultivando en su carrera como jugador para de a poco ir formándose en ese perfil que lo terminó llevando a ser entrenador. La influencia misma de la Generación Dorada, el aprendizaje a través de los años y también la vuelta del público a las canchas, recordando que el Sandrín, la casa de Instituto, fue una de las sedes de la primera etapa del S20. Además, como yapa, habló de la Selección y la posibilidad de ser parte del nuevo proceso que comienza bajo la conducción de Néstor García.

- ¿Cómo te trata este comienzo de Liga Nacional?

- Muy bien. Estoy muy contento de poder seguir en esta Liga tan competitiva, a la que le tengo muchísimo respeto y aprecio, y que cada año va enfrentándose a diferentes realidades tanto económicas o políticas y sigue con vida. En su momento tuvo un éxodo importante de jugadores, y también siguió con vida. Es una Liga que está consolidada, sin dudas una de las mejores de Latinoamérica. Por eso para mí es un placer y un orgullo poder estar en esta Liga y también en un club tan importante como lo es Instituto.

- ¿Esperabas este arranque de 5-0 con Instituto?

- Desearlo sí, lo deseaba. Después soy mucho del día a día, del entrenamiento, de estar preparado, y de no pensar tanto en el resultado final, en este caso de la burbuja. Se dio poco a poco, paulatinamente con los resultados y los entrenamientos del equipo, algo que me pone muy contento y me resulta más importante saber que la filosofía que planteábamos con el cuerpo técnico desde el principio de temporada se va viendo plasmada en el equipo y que sobre todo los jugadores se sienten cómodos haciéndola. Eso es una alegría mayor a los resultados. Obviamente ganar es mucho mejor que perder, pero estamos en un proceso de construcción y el árbol no tiene que tapar el bosque, ni perdiendo ni en este caso ganando.

- ¿Cómo hace un entrenador nuevo para plasmar una idea o estilo de juego diferente a jugadores que ya vienen con sus carreras detrás?

- En todos los procesos de equipos nuevos necesitás evaluar si los jugadores están capacitados para jugar la idea que yo en principio tengo. Luego esa idea obviamente se va modificando y moldeando también a lo que captan los jugadores. En este caso, son todos jóvenes, no hay veteranos, y son jugadores con hambre de ganar y hacer las cosas bien. Es un proceso de construcción de idea, de ver cómo se van adaptando, y en eso los jugadores fueron increíbles. En una semana jugar 5 noches y hacerlo con la intensidad y velocidad que jugamos, habla muy bien del preparador físico, de los recuperadores y kinesiólogos, y obviamente que habla bien también de los jugadores y de la predisposición que tuvieron para jugar cada noche.

- Tenés un plantel con variantes, muy largo... ¿Es el plantel que tenías en mente?

- No, el equipo estaba planteado con dos extranjeros. Sí, los equipos son largos o uno lo hace largo. A mí me gusta hacerlos largo, como en este caso querer tener plantel completo con las 8 fichas mayores cubiertas, más los U23 que serían Mateo (Chiarini) y Fede Elías que en este caso serían casi mayores por la experiencia que tienen. Las ocho fichas mayores no las completamos aún y queremos hacerlo, para poder ser aún más competitivos. Estoy muy contento con los fichajes, fueron todos jugadores elegidos por nosotros, entre el cuerpo técnico y el club porque todas las decisiones que tomamos siempre son compartidas. Casi todos son chicos que renunciaron a dinero para venir a Instituto, y lo bueno es que lo hicieron sabiendo también mi metodología y filosofía, que muchas veces no es tan numérica o cuantitativa con respecto a las estadísticas y a lo que a los agentes y clubes les gusta, porque el compartir minutos obviamente disminuye los puntos y asistencias. El año pasado que salimos terceros en fase regular con Regatas, el equipo jugaba muy bien y ningún jugador aparecía en algún apartado individual, pero a mí me parece que hoy es más importante estar en un equipo competitivo que hacer números en equipos que quizá compiten un poquito menos. Es cuestión de gustos. Y que lo jugadores te elijan quiere decir que quieren resignar ese protagonismo numérico por tener un protagonismo más de conjunto. Eso es muy satisfactorio para mí, con todos hablé antes de que fichen y todos estaban de acuerdo en ponerse a disposición de esta filosofía.

- ¿Por qué pensás que el jugador de básquet actual o los que buscaste y fueron llegando terminan tomando esa decisión?

- Habría que preguntarle a ellos. Yo no sé si como jugador habría aceptado un rol así. También depende de los años que tengas, las costumbres y los hábitos. Para muchos jugadores les es difícil convivir con mi filosofía porque están acostumbrados a otras cosas, a tener otro protagonismo, a que les den siempre la pelota, a que entrenen menos o lo hagan cuando quieren. Y yo en eso no distingo de quién es quién... entrenamos todos iguales y todos tienen la misma posibilidad. Hay jugadores que no se adaptan, están en su derecho, tienen otra filosofía y después decidirán con qué entrenador quieren estar, pero la mía es clara: somos todos iguales, entrenamos todos de la misma manera, siempre al 100% y todos tenemos que aprender cosas independientemente del nombre y de la edad que tengan.

- Esa filosofía de todos iguales imagino de dónde la heredaste...

- Y... estuve en el inicio de la Generación Dorada, así que por ahí va. Si podemos poner un nombre es en Rubén (Magnano). Pero Rubén, más allá de ser entrenador, que es excelente en esto, si los jugadores no estábamos convencidos de que el protagonismo era grupal y no individual, más allá del presente que iba teniendo cada uno, era difícil. Ese equipo es un sueño. Es muy difícil que se pueda encontrar otro en el que cada integrante prefería que le vaya mejor al compañero que a él mismo. Sinceramente, no de boca. Muchas veces he escuchado "Quiero ganar, jugar en equipo" y después las actitudes son totalmente diferentes. De boca está todo bien, el problema es hacerlo. Y ese equipo lo hacía. Por eso fue tan grande y por eso dejó ese legado tan enorme que dejó.

- ¿Cómo era tu filosofía de jugador antes de la GD? ¿Mirabas el básquet de otra forma o siempre lo viste así?

- Sí, también depende de la edad que tengas. Cuando debuté en la Liga tenía 17 años y quería sobrevivir, no estaba pendiente de lo grupal. Para eso estaba (Sebastián) Uranga, (Gabriel) Darrás... gente con otro rodaje que intentaba meterte dentro de un grupo y hacerte el hueco que te convenía. Después va pasando el tiempo y empezás a ser vos el veterano, el que tiene que insertar a un jugador dentro del grupo. Y eso es un poco lo que pasó también con la Generación Dorada, porque en un principio Luis (Scola) era el más chico de todos y después terminó él llevando toda la bandera para hacer esa transición a Facundo (Campazzo) y los demás. Eso es lógico y generacional, cuando uno se hace mayor va estando pendiente de otras cuestiones. El jugador sí que tiene predisposiciones: "Quiero ser yo y después el equipo" o "Quiero que el equipo esté y me ayude a ser yo". Eso es de la personalidad. Hay jugadores que tienen mejor sistema mental, más de equipo que individual, y esos son los que conforman grandes grupos y consiguen grandes logros. No significa salir campeón, sino que para muchos equipos que ellos integran, salir campeón es disfrutar la temporada y llegar más arriba o al límite de donde podían llegar.

- ¿En qué momento hiciste el clic para pensar de esa forma? ¿Hubo algún momento puntual o el proceso GD te hizo ver así el básquet?

- Sí, igual fue antes del proceso de la GD, cuando sufro la lesión en la espalda y mi juego cambia drásticamente. Era un base atlético que rompía moldes y que tiraba de ocho metros, caradura, que no me importaba la situación del partido y jugaba con desparpajo... pero cuando me diagnostican la tercera hernia paso a ser un jugador lento, que tenía que pensar, buscar otros recursos, estudiar los rivales, ver de dónde sacaba otras ventajas. Incluso técnica individual, porque antes con la velocidad la disimulaba (se ríe). Hasta una avanzada edad, ya estando en la Selección, no sabía picarla con la izquierda. Vas puliendo cosas. El juego te cambia y vas variando. Una vez que disminuye tu condición física, si sos astuto empezás a buscar recursos de otra manera. Yo me encerraba con los asistentes y veía videos, estudiaba a los rivales y no me quedaba sólo con la estadística que nos daban. Eso me fue acercando a la parte técnica o estratégica. Después también yo tengo una manera de ser en la que no me es difícil liderar, siempre he tenido esa capacidad o facilidad para poder estar en un grupo, sentirme cómodo y hacer sentir cómodos a los demás. Es como que tenía un entrenador interior, que lo fui sacando, me fui encontrando con él y me fui enamorando. Y hoy me encanta. Diría que me gusta ser más entrenador que jugador. Me apasiona mucho lo que hago.

- ¿Ese entrenador interior lo sacaste un par de años antes de retirarte o vino después?

- Lo saqué antes pero no me di cuenta. No es que peleaba con los entrenadores, pero sí hablábamos mucho y les daba mi punto de vista. Era un jugador difícil en ese sentido (se ríe). Ahora los entiendo más. Igual siempre intento que mi liderazgo sea horizontal, siempre, como mi manera de vivir. Uno tiene que hacer que los jugadores se sientan cómodos y disfruten, como así también el cuerpo técnico, y así se saca lo mejor de cada uno. Y esa unión de lo mejor de cada uno va a hacer un mejor equipo, no tengo dudas.

- Viéndote hoy, desde una perspectiva de afuera, ¿Te gusta ese Lucas Victoriano entrenador?

- Me siento muy cómodo, me gusta mucho. Tengo una hija en Madrid que tiene 7 años, y el hecho de separarme de ella para hacer lo que me gusta y apasiona es una prueba que día a día me hace pensar... es una apuesta a mi carrera, hacia lo que quiero, que ojalá a ella luego la haga feliz también. No es tan fácil ser entrenador porque hay poco tiempo de disfrute y mucho de otras cosas, pero sin embargo intento todos los días de que sea divertido, de tener ganas al otro día de seguir mejorando y seguir teniendo la misma intensidad. Ojalá siga siendo así. De momento soy joven, me siento con mucha energía, intento transmitírsela a mis jugadores y me siento conforme con los grupos que integro. Ahora en la burbuja, que me encontré con muchos jugadores que he dirigido, creo que un abrazo significativo es todo lo gratificante que un entrenador puede tener. Porque no solamente entrenaron para terminar esa temporada o la Liga Nacional, sino que a muchos, como varios que me lo dijeron, les queda una enseñanza de vida. Estamos enfrente de un jugador, de una persona, y dejarles un mensaje significativo es gratificante.

- ¿Ese es el mejor resultado que puede recibir un entrenador?

- Mirá, hace poco recibí un mensaje de un jugador que no es muy a fin a expresar sus sentimientos y me dijo que me quería mucho. Eso ya es sobrepasar lo que significa, porque dice que uno marcó mucho. No es que yo entrene para marcarles, sino que quiero que les vaya bien, y que crean que pueden hacerlo mejor de lo que lo hacen, que ya es bueno. Entonces empujarlos en ese día a día no es fácil porque normalmente tendés a relajarte un poco, a tratar de manejarlo, pero yo eso no le permito demasiado. Quiero que quieran y crean un poco más, y cuando a unos eso les queda grabado me alegra. Después van a transferir eso a su vida y a más personas.

- ¿Tu filosofía de entrenador y de jugador es igual a la filosofía de vida? ¿Hay tres caras diferentes o cómo te describirías?

- Creo que hay una sola cuestión en todo. Una línea, un patrón. Yo no puedo hacerme el enojado, no me saldría, como así tampoco podría decir que tengo ganas de ponerme música y ser feliz... eso no se planea, se siente. Sí soy un entrenador que creo ser pacífico en muchas cosas y extremadamente intenso en otras, muy comprensivo en otras cosas y también que no me gustan 3-4 cosas. Y trato de decírselo a ellos, que hay cosas que en los grupos de trabajo no van. La falta de respeto o la falta de compromiso no van, de ninguna manera. Y la falta de respeto no es llegar y no saludar, sino que haya cuatro rompiéndose el alma entrenando y haya uno que vaya caminando... esa falta de respeto no. Esas cosas las intento decir para que no tengamos problemas y también estar permanentemente en contacto con ellos para que si hay algún problema se lo solucione al toque antes de que se haga más grande la bola. También hubo ocasiones en las que seguramente se me habrán escapado cosas y el jugador no se ha sentido cómodo, pero son cosas de la carrera.

- ¿Hiciste alguna vez algo como jugador que como entrenador no te perdonarías?

- Muchas. Pero también era un pibito, y también aprendí. Hubo una situación, hace dos temporadas, en la que un juvenil me contestó mal... todos pensaron que iba a pasar algo, y me acordé de una anécdota que había vivido en el pasado con Chapu Nocioni, y pensé que muchas veces tener jugadores así y enojarme, quitándolo del equipo o haciéndolo volver a su casa sería más perjudicial para él que tratar de educarlo de otra manera. Así que conté hasta 1500, y me ayudó muchísimo para que ese jugador no lo repita, entienda que se equivocó y que obviamente estoy seguro que no lo va a repetir con otros entrenadores porque se sintió realmente mal. Pero no hubo un castigo como quizá hubiese pasado si no hubiese tenido esa experiencia anterior.

- ¿Cuál fue la situación con Chapu?

- Y él en la Selección U22 no quedó por indisciplina, porque se rompía la camiseta cuando erraba una serie de tiros. Creo que está contada esa anécdota. Pero claro, hay jugadores que son así y después terminan siendo lo que son, por lo que hay que tolerar todo. Yo soy muy tolerante con los otros, con los talentosos, con los mal mirados, porque en cierto modo me he sentido representado, trato de no cambiarles su esencia sino mejorarla. En eso también me ayudó mucho el haber sido ex jugador profesional o de elite, para tratar de ponerme en su lugar y ver cómo lo puedo ayudar.

- ¿Hacés algo para despejarte o 24/7 pensás en la pelotita naranja?

- 24/7 en la pelotita naranja (se ríe). Pero sí es verdad que me pongo a ver una charla y automáticamente pienso en cómo lo puedo utilizar y llegar para el equipo, o estoy viendo otro deporte y automáticamente pienso qué estará pensando el entrenador... es difícil desprenderse. Estoy leyendo un libro, veo un párrafo que me gusta y lo subrayo pensando en que puede hacerle bien al grupo, libros de autoayuda... hay muchas palabras, frases o lugares que te llevan a que podés mejorar la comunicación con tu dirigido y tu cuerpo técnico, cosas así. Me gusta jugar al pádel, algo que me saca de esa vena competitiva que me agarra día a día.

- ¿Cómo sentiste la vuelta del público a las canchas?

- Fue increíble. Echábamos de menos el público. Creo que hasta los rivales disfrutaron que haya gente, trompetas, cantos, banderas... y obviamente de local para nosotros fue muy lindo, sobre todo porque el equipo transmitía mucha energía y el público la pasó bien. Me alegra un montón de que podamos volver a jugar con público y sobre todo que tengamos al Sandrín detrás, porque es una cancha en la que se escucha mucho a los hinchas por suerte y seguramente es algo que nos va a ayudar durante toda la temporada.

- ¿Te gustaba tener a la gente en contra como jugador?

- Sí. De hecho cuando fui al psicólogo deportivo me dijo que era una manera de concentrarme, pero yo no lo sabía, lo hacía inconscientemente. Me peleaba con el árbitro, con el rival o con alguien para enfocarme más. Y con el público muchas veces me enganché... sobre todo en España, me gustaba. Era eso, me concentraba y eso hacía que jugara mejor.

- Días atrás, en una charla con el Che García sobre la composición de su cuerpo técnico en la Selección surgió tu nombre como una de las posibilidades. ¿Te gustaría? ¿Tuviste la chance de coincidir en algún momento con él?

- La verdad es que no he tenido la posibilidad de estar en su grupo, ni como entrenador ni como jugador. Creo que Argentina sabe lo que significa el Che, lo que estamos dentro del básquet nos conocemos todos. Obviamente que a mí me gustaría estar en cualquier programa que la Selección tenga, es uno de mis sueños. Con (Leandro) Palladino nos quedamos afuera antes de los Juegos Olímpicos siendo jugadores, y a mí me quedó esa sensación de que tengo que participar de unos Juegos como sea, y voy a soñar de que sea como entrenador. Cuando se me pase el arroz del entrenador, esperaré ir de dirigente... va a ser la última bala (se ríe). Pero tengo que vivir unos Juegos Olímpicos como sea. El haber estado en la Selección hace que conozcamos lo que pasa. Una vez que estás ahí adentro, esos colores, esa camiseta se te impregna en todo el cuerpo, y hoy no creo que haya ninguna persona que haya tenido la posibilidad de representar al país que no tenga ganas de estar en alguna Selección argentina.

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Fuente: LNB