Netflix incorporó recientemente un documental basado en una historia real que tiene como protagonista a tres gemelos perdidos y un experimento psicológico, que pone al cuestionamiento a la ciencia en el centro de la escena.
“Vidas separadas”, dirigida por Tim Wardle y Grace Hughes-Hallett, está contextualizada en los años ‘80 y comienza el relato cuando el joven Bobby Shafran llega a la universidad de Sullivan en Nueva York, pero sucede algo extraño: todos parecen reconocerlo, a pesar de que era la primera vez que pisaba el lugar.
Algo termina por desencajarlo, cuando una persona lo llama directamente por otro nombre: “Eddy”. Acuciado por la intriga y la necesidad de saber cada vez más, comienza a buscar, con la ayuda de un compañero, a ese tal Eddy con el que lo confundieron.
Al encontrarlo, el parecido entre ambos le hizo dar completamente vuelta la cabeza. No solo eso: los dos nacieron el mismo día y fueron adoptados, lo que terminó de revelar la teoría en su cabeza.
La historia, completamente televisable, llegó a los principales medios, quienes se hicieron eco del curioso del caso, que rápidamente llegó a la tapa de un importante medio.
La misma fue vista por otro joven, David Kellman, quien vió la imagen de la revista y se impresionó con su parecido a esos chicos que se abrazaban alegremente. Rápidamente se contactó con el medio y los tres descubrieron que eran hermanos trillizos, aparentemente separados al nacer.
A ese hecho le siguió la fama y una cada vez más fuerte presencia mediática: fiestas, fotos y hasta la participación en una película de Madonna. Pero, lejos de los flashes de las cámaras, una historia cruda se escondía por detrás.
Fue el periodista Lawrence Wright, quien escribía en la revista The New Yorker y ganador del Premio Pulitzer en 2007, quien fue más allá de la curiosidad y se metió de lleno a investigar el caso.
Wright no tardó demasiado tiempo en descubrir que se trataba de un experimento ideado por un reconocido psiquiatra infantil: los bebés habían sido repartidos en familias con contextos socioculturales deliberadamente diferentes: una de clase acomodada, otra que está en la media y una que le cuesta un poco más llegar a fin de mes.
El principal interrogante surgía de la razón por la cual se embarcaron en un experimento social de esas características. Y la respuesta llegó: ¿cómo afecta la naturaleza y la crianza en la personalidad de la gente?
Esta premisa planteada por los responsables puso en el centro del debate el rol y los límites de la ciencia moderna y su invasión a la vida social y personal en pos de un progreso científico desmedido.
El documental, premiado en el festival de Sundance de 2018, incorpora registros ficcionalizados, imágenes que contextualizan, videos de los jóvenes y hasta testimonios de científicos arrepentidos.
Quizás, una de las cuestiones más atrapantes de “Vidas separadas”, es que las hipótesis que puede llegar a plantearse el espectador en su mente se van contradiciendo continuamente, lo que lo mantiene en vilo a lo largo de los 90 minutos de duración de la producción.
