El contacto con la naturaleza es clave para la salud mental y, si bien existen pocas investigaciones sobre su impacto en la primera infancia, un estudio demostró que los niños que viven desde su nacimiento en zonas en las que están expuestos a espacios naturales, como bosques, parques o jardines privados podrían tener menos problemas emocionales entre los 2 y 5 años.
La investigación fue realizada por científicos del programa ECHO (Environmental Influences on Child Health Outcomes) de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), incluida Nissa Towe-Goodman, científica del Instituto de Desarrollo Infantil Frank Porter Graham de la Universidad Nacional de Carolina del Norte (UNC) que evaluaron las respuestas de padres sobre el comportamiento de sus hijos desde los 2 hasta los 11 años. Los investigadores correlacionaron estos datos con la dirección donde residía la familia al nacer el niño y con datos satelitales que miden la densidad de vegetación viva alrededor de sus hogares.
Los resultados del estudio se publicaron en JAMA Network Open y muestran que mayores niveles de áreas verdes en un radio de hasta 1,2 km de la residencia de los niños, están asociados con menos síntomas de ansiedad y depresión entre los 2 y los 5 años. Esta relación se mantuvo incluso después de considerar factores como el sexo del niño, la educación de los padres y la edad que tenían al nacer su hijo, así como la vulnerabilidad socioeconómica del barrio.
Sin embargo, no se observó una asociación significativa entre el espacio verde alrededor del hogar y los síntomas de salud mental en años posteriores de la infancia, de los 6 a los 11 años, cuando los niños pasan más tiempo en la escuela. “Nuestro estudio respalda la evidencia existente de que estar en la naturaleza beneficia a los niños y sugiere que los primeros años de la infancia son un período crítico para la exposición a los espacios verdes”, afirma Towe-Goodman.
La exposición a espacios verdes reduce la ansiedad infantil
Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones se limitó a estudiar una o pocas ciudades a la vez y se centró en la salud de los adultos. Dado que el Programa ECHO recopila datos a nivel nacional, los investigadores pudieron analizar información de niños en 199 condados de 41 estados de Estados Unidos, explorando la relación entre la exposición a espacios verdes desde el nacimiento y síntomas de ansiedad, depresión, agresividad y otros durante la primera o mediana infancia.
El estudio incluyó a niños nacidos entre 2007 y 2013, cuyos padres completaron la Lista de Verificación de Comportamiento Infantil, una encuesta común para evaluar los síntomas emocionales y de comportamiento de los niños. Los 2.103 niños estudiados tenían edades comprendidas entre los 2 y los 11 años.
La exposición a espacios verdes se midió utilizando el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), un indicador ampliamente utilizado para cuantificar la densidad de vegetación mediante sensores. Los valores NDVI varían de -1 a 1, siendo los valores altos (aproximadamente 0,6 a 0,9) indicativos de vegetación densa, como bosques, mientras que los valores cercanos a cero representan áreas sin vegetación viva.
“En el futuro, los investigadores podrían investigar qué tipos de experiencias en la naturaleza están relacionadas con la salud mental temprana de los niños. Además, deberíamos estudiar cómo la creación o preservación de áreas naturales alrededor de hogares y escuelas podría influir en la salud mental de los niños”, concluye Towe-Goodman.