El refrán dice que siempre que llovió paró. Esto podría tranquilamente trasladarse a Colón, que ante Gimnasia de Mendoza cortó una racha de tres derrotas en fila que sirvió, de paso, para volver a encaramarse en los puestos de arriba.
Está claro que no le sobró nada ni tampoco fue una tromba, pero al menos la actitud fue otra y mostró una mayor vocación que el rival, que claramente vino a intentar llevarse un empate. Aunque su plan de jugar de contra le resultó durante los 12 partidos que estuvo invicto.
No lo cambió en el Brigadier López y Colón esta vez se lo hizo pagar. Un dato importante es que el Sabalero volvió a terminar con el arco en cero y se dio justo con otro golero, Tomás Giménez. Una de las apuestas de Rodolfo De Paoli, que le dio la titularidad cuando Manuel Vicentini había jugado todos los partidos de la Primera Nacional.
Giménez solo había atajado por Copa Argentina. Una movida quizás estratégica y de conocimiento que surtió efecto y se espera quizás siga de la misma manera en busca de este resurgir del Rojinegro, que no se quiere dar por vencido y pretende volver a ser el del comienzo, cuando arrasaba.