La rica historia de uno de los clubes más importantes de la ciudad no necesita tramas paralelas y deja poco espacio a las palabras, para expresar un sentimiento tan genuino, tan legítimo e indiscutible. Y como se trata de una gloriosa vida en rojo y blanco contada día por día en sus memorables 110 años, todo está narrado en su verdadera dimensión, expresado con el más verdadero amor de sus incondicionales fieles, y por sobre todas las cosas, escrito con sangre, sudor y lágrimas. Unión reúne de manera eficaz todas las emociones que uno pueda imaginar. Es una institución que contiene en sí mismo su propia épica, su propia tragedia y su propia comedia.
Nada distingue más a Unión que su rebeldía y fortaleza frente a las adversidades. El club que se construyó siempre ante el infortunio hoy disfruta de un momento de éxtasis con el fútbol profesional militando en primera. Pero además, levanta orgulloso la bandera de un básquet de excelencia, de un vóley de lujo, de un fútbol femenino encantador, de su siempre admirable patín y de un Santiago Grassi simplemente conmovedor.
El lazo emocional de la gente con este pedazo grande de la “Santa Fe deportiva” se consolidó desde valores colectivos. La adhesión a esta causa cada vez más representativa no se apoya en la identificación con una única figura, más allá de que como siempre, hay algunos personajes que se recortan y destacan más que otros. El Tate fue la suma de las partes, para hacer un todo sólido, ambicioso y siempre ganador. Una verdadera “Unión”, que se fortaleció en las dificultades y se fue envalentonado con el paso de los años. En el desglose de los fundamentos esenciales de esta majestuosa entidad, el esfuerzo, la solidaridad, la incondicionalidad y el compromiso van a la cabeza.
Unión sigue avanzando aferrado a una de las pocas cosas que jamás se alejaron de la “Avenida” y de su gente: el orgullo por estos colores. Con derrotas más o menos dolorosas, con triunfos más o menos importantes, hoy su pueblo flota en una excitación sin edad como tantas otras veces.
15 de abril de 2017, pasaron 110 años y vendrán muchos más. La pasión está intacta. El fervor se expresó potente, fornido. El himno ancestral rojiblanco retumba en cada lugar donde habite un Tatengue. La frente alta en el cielo y el pecho inflado de orgullo por una locura inexplicable que se transmite de generación en generación. Las palmas enrojecidas y la garganta irritada parecen poco para expresar nítido que "si acaso no brillara el sol y quedaran atrapados ahí, no verían la razón de seguir viviendo sin tu amor..."
Feliz cumpleaños C.A.U