Hay una barrera generacional que coloca a los nativos digitales como únicos usuarios de la web; y quienes están del otro lado, adultos y mayores, deben hacer un esfuerzo para familiarizarse con estas nuevas tecnologías. Para quienes crecieron en un mundo analógico donde jamás imaginaron que aparezca esta variante digital, ¿cómo saltar las vallas etarias?
En 2002, cuando las redes sociales no tenían la fuerza y el ímpetu que hoy se ve a simple vista,Ildefenso Grande Esteban escribía en su libro Marketing Estratégico para la Tercera Edad que "los segmentos de mayor edad se caracterizan por ser grupos cada vez menos pasivos" y que "desean gobernar su propio destino" indicando que surge un espíritu inquieto. Estamos en una época donde el culto a la juventud suele tornarse demasiado cruel para los ajenos, y la situación empeora si subrayamos la esencia de las nuevas tecnologías: la inmediatez y el cambio constante. De esta forma las dimensiones del tiempo cambian y todo lo que sucedió hace relativamente poco, queda sepultado en el olvido.
En 1916, ocho días antes que Albert Einstein publicara su Teoría General de la Relatividad, murió la escritora austríaca Marie von Ebner Eschenbach, una mujer que aprovechó sus años, escribiendo siempre que pudo. "En la juventud aprendemos, en la vejez entendemos", solía decir y de alguna forma traza otra barrera, la de la madurez vital. Si el respeto a los mayores es uno de los pilares de nuestra civilización, ¿cómo dudar de sus capacidades frente a Internet? La experiencia es lo único que acumulamos, por eso nada maravilla más que las anécdotas de un abuelo con buena oratoria.
Hoy proliferan los cursos para orientar a la tercera edad en el uso de Internet; sin embargo, cualquier niño que convive con la web puede invitar a sus abuelos o padres, reacios a las computadoras, a sumarse a este universo. ¿Acaso no tenemos todos algún pariente mayor que juega y trastabilla con las reglas de convivencia de Facebook comentando fotos y estados con espontaneidad?
Hay muchos casos que no sólo saltaron la barrera generacional, sino que la prendieron fuego a su paso. El más popular es el de Baddie Winkle, una norteamericana que fuma marihuana y postea fotos con ropa de muchos colores, haciendo actividades extrañas, posando con famosos (Miley Cyrus, las hermanas Kardasdhian-Jenner) o exigiendo su derecho a la desnudez. Su nombre es Helen Ruth Van Winkle y tiene 87 años pero una vitalidad que deja en ridículo a cualquier millenial desganado. Tiene 1,8 millones de seguidores en Instagram y sigue en aumento.
Lidia Dolores Romagnoli de Rodríguez tiene 67 años, vive en Santiago del Estero y es una mujer trabajadora del interior, maestra jubilada, con un abanico de expresiones desopilantes. Su hijo Luciano la filma y sube el material a un canal de YouTube que se titula como le dicen, su apodo, "La Gringa". Tiene más de 34 mil suscriptores y cada video que sube suele superar las 100 mil reproducciones, como este que está cerca del millón. "No preguntes cosas pelotudas, hijo", le dice "La Gringa" a quien la filma, que tiene como principal objetivo "estirarle la lengua" para que hable y cuente y opine y se ría y maldiga.
El vínculo entre abuelo y nieto es inclasificable. De esta forma nació "Rapuela", la madre de la cantante cubana Gloria Estefan. Su hija Emily, es decir, la nieta de "Rapuela", viendo la gracia de su abuela Gloria Fajardo, comenzó a subir videos. Ella hace beatbox (sonidos con la boca para musicalizar el ambiente) y su abuela rapea en español neutro. Son varios clips que han creado, todos espontáneos y de forma improvisada como una gracia familiar, como quien tiene un tío que cuenta chistes después de la cena o un primo guitarrero.
Por último, Shirley Curry es una gammer de 79 años con un canal de YouTube con 120 mil suscriptores. Su video donde comenta el videojuego The Elder Scrolls V: Skyrim supera el millón de views. Su perfil es el más profesional ya que su actividad en Internet tiene que ver con la crítica del entretenimiento, más que el entretenimiento en sí: comenta videojuegos mientras los juega. "Siento que no estamos suficientemente representadas en YouTube", dijo señalando el motivo de su trabajo. ¿Hay representación en la web para la tercera edad? La única forma que exista es que ellos mismos tomen el desafío. Porque decir siempre es mejor que ser dicho por otro, y todo se remonta a eso: la puja por la identidad, por el lugar, por hacerse escuchar en el infinito océano de la web.