Estadio Louis II, Montecarlo, Mónaco, 30 de julio de 1977. Promedia elround 9 en la defensa del título del campeón mundial de los medianos Carlos Monzón frente al colombiano Rodrigo Rocky Valdez. De guantes amarillos y short negro, el boxeador argentino domina el centro del ringcon sus largos brazos. Cross de derecha que impacta en el parietal izquierdo del retador seguido de un cross de izquierda y otra vez, cross de derecha que explota en la mandíbula de Valdez. Del otro lado del televisor, el artista plasma la escena en papel y fibras de colores. En muy pocos trazos es capaz de definir la distancia que imponen los brazos del campeón; su gesto confiado y gélido; el rostro doliente del retador colombiano. La escena decisiva que inclina el combate hacia Monzón está lista y se agrega a once ilustraciones más que la revista Gente le había encargado al maestro Antonio Berni para ser publicadas en el número del 4 de agosto de ese año.
Sin título (Monzón), 1977, marcador sobre papel. Foto: Gentileza Cosmocosa © Archivo Berni Madrid
Los originales de ese encargo tienen la apariencia de un storyboard que suma a las escenas de Monzón y Valdez los retratos del legendario entrenador Amílcar Brussa, la best seller Silvina Bullrich (que narra round a round la pelea) y el mismo Berni. Son apenas parte de un hallazgo notorio: 380 obras en papel que van de 1928 a 1981 (cuando el artista murió, a los 76 años), nunca vistas hasta ahora.
Un auténtico Berni desclasificado, "Bernileaks", se diría, que se hará visible en la próxima edición de arteBA, cuando se pongan a la venta veinte obras en el espacio Cabinet, y en octubre próximo, con una muestra en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
Autorretrato, c. 1976, tinta s/papel. Foto: Gentileza Cosmocosa © Archivo Berni Madrid
Si bien no es comparable en términos de patrimonio y mercado, la aparición de estos papeles que abarcan casi toda la vida artística de Berni resulta un acto de justicia poética frente al robo de 15 obras calidad museo que lleva ocho años sin resolverse y que simboliza el largo y escabroso camino de la herencia Berni.
La ruta de los papeles
Los papeles estaban guardados en unas carpetas que aparecieron en el transcurso de una mudanza. Pertenecían a una colección privada que los habría recibido directamente de Berni y, por lo tanto, no pasaron por la división de obras realizada en 1981 entre los hijos del artista: Lily (1930-2013) y José Antonio (1952). Ante el hallazgo, la obra fue confiada a la galerista Amparo Díscoli, directora del espacio Cosmocosa, quien a su vez convenció a un grupo de inversionistas para comprar y poner en valor el inusual conjunto que también incluye dos cuadernos ("con manchas de aceite", según el inventario), un bloc de notas y una serie de grabados. Un acuerdo de confidencialidad entre Cosmocosa y la familia que guardaba (sin saberlo) estas carpetas no permite conocer el destino que siguieron una vez salidas del taller de Berni en Almagro, pero sí se pudo saber que los inversores convocados por Cosmocosa financiaron la restauración de la obra a cargo de Cecilia Oviedo Bustos, el inventario y una investigación para determinar la importancia de estos dibujos en el marco de la obra (conocida) de Berni.
Sin título, c. 1970, tinta s/papel. Foto: Gentileza Cosmocosa © Archivo Berni Madrid
Lo primero que impresionó a Díscoli cuando accedió al tesoro fue el desarrollo que alcanzaban la línea política y erótica (que llega al sexo explícito) en los papeles y la urgencia con la que estaban realizados. "Me di cuenta de que Berni tenía una sinceridad absoluta del pensamiento al papel, sin mediación; ver esto fue como meterse en su cabeza, siento que no tengo permiso para hacerlo", dice.
Lo que en principio podían parecer escenas sólo de la represión más reciente (1976-1983) resultaron ser imágenes relacionadas con otras iconografías violentas: la Guerra de Corea, Vietnam, las rebeliones del 68 en París y México. Abrumada por la cantidad de detalles que los papeles ofrecían, Díscoli buscó auxilio en el experto Marcelo Pacheco, ex curador jefe de Malba y cocurador de la muestra Juanito y Ramona (Houston-Buenos Aires, 2013). Pacheco se tomó ocho meses para entregarle a Cosmocosa un informe minucioso y épico, al que LA NACION tuvo acceso, que no deja suelta ni una sola de las casi 400 imágenes. Abarcan desde paisajes rurales de las afueras de Rosario (Roldán) hasta bocetos del desnudo inconcluso que se conoce como una de sus últimas obras y cuya modelo fue Graciela Amor (así la llamaba Berni), la abogada que llevó adelante el divorcio entre Berni y Silvina Victoria (a quien casi cuadruplicaba en edad) y la sucesión de la obra.
Sin título, s/f, tinta sobre papel. Foto: Gentileza Cosmocosa © Archivo Berni Madrid
Pacheco reconoce que recibió la noticia con cierto escepticismo. "Por prejuicio pensé que tenían que ver con bocetos de cuadros y apuntes y poco más. Pero a medida que me fui metiendo me llamó la atención que fueran papeles sobre series muy escasas o inexistentes en su pintura. No paraban de aparecer cosas que no se habían visto nunca. Un viaje a Mar del Plata que no tenía otro registro, por ejemplo, o todo el ciclo político, que en la pintura no tiene la potencia de estos papeles", dice.
Lo de Berni desclasificado o "Bernileaks" sirve como metáfora informática para iluminar ciertas tensiones entre la intimidad del pensamiento del artista rosarino y su vida pública. Pensemos, por ejemplo, en cómo la estrecha relación de Berni con el aparato cultural del Partido Comunista argentino (¿o sus compromisos con muestras en Estados Unidos?) hizo que se abstuviera de participar en la muestra colectiva Homenaje al Vietnam (1965), mientras que en estos papeles Berni dibuja, una y otra vez, las fotos de prensa que graficaban el horror de la invasión estadounidense en el sudeste asiático.
Sin título (ilustración para La moneda de hierro de Jorge Luis Borges), c. 1976, pintura y lápiz s/papel. Foto: Gentileza Cosmocosa © Archivo Berni Madrid
Más problemático aún resulta el abismo entre el papel y el personaje Berni durante la última dictadura militar argentina. Sólo hay que asomarse al archivo para encontrar el apoyo explícito que Berni tuvo de Massera, vía Amalia Fortabat, para rehacer la cúpula de las Galerías Pacífico a cambio de un apoyo tibio a su salida política del Proceso. Sin embargo, Berni no claudicó en la pintura (se apropió con mucha inteligencia de la iconografía religiosa para testimoniar la represión) y menos aún en estos papeles. Sus dibujos urgentes podrían acompañar una edición actualizada de la "Carta abierta de un escritor a la junta militar" de Rodolfo Walsh. Muestran a mujeres en una cárcel común, la sombra ominosa de un calabozo en cuya antesala se practican torturas, un personaje "chupado" en plena calle, civiles de galera marchando con modernos fusiles FAL, el contorno amenazante de un Ford Falcon, bocetos de armas militares y uniformes que fueron a parar al magnífico mural del apocalipsis en Las Heras, provincia de Buenos Aires. Está claro que Berni sabía lo que estaba pasando en el lado B de Buenos Aires y es probable que obtuviera la versión completa de la película en su atelier de París donde pasaba parte del año trabajando. Y también que éste era el soporte en el que podía evacuar estas urgencias visuales.
Como lo pone Pacheco: "El papel le servía para descargar lo que en pintura no iba a mostrar o no podía hacer. Era para Berni un cable a tierra, un lugar de abundancia y libertad. Se atreve a cualquier cosa. Como el papel no tiene destino, tiene ahí una energía instantánea. Hace bocetos cuando está comiendo, en medio de una fiesta; no es un dibujante de taller, es un hombre-lápiz permanente y eso se ve en este conjunto".
Sin título, s/f, pintura s/papel. Foto: Gentileza Cosmocosa © Archivo Berni Madrid
Hace algunos años, entrevistada para la biografía Los ojos, Silvina Victoria confiaba que Berni acometía rutinas tales como viajar en el subte A para dibujar, ida y vuelta, manos, caras, ropa, expresiones de los viajantes. Una performancegráfica full time. En ese sentido, estas piezas acompañan el vaivén de la historia. Berni dibuja todo lo que se le pone enfrente. Repasando la reproducción digital de los dibujos y grabados aparece, por ejemplo, una reversión de Soldado cayendo, la fotografía de Robert Capa en la Guerra Civil Española; otra de la imagen del Che Guevara muerto en 1967 que dio la vuelta al mundo; la imagen emblemática del astronauta del Apolo XI, que curiosamente sí llevó a la pintura décadas después Diego Gravinese.
Posmoderno antes que nadie
No es casual este puente de Berni con el arte contemporáneo. Los "Bernileaks" le sirvieron a Pacheco también para encontrar evidencias de futuro. El tratamiento de las figuras lo pone, en los papeles de fines de los años 60 y principios de los 70, en la antesala del posmodernismo. "Es de los poquísimos artistas que pudo ser moderno y pasar a la posmodernidad, a partir de la segunda mitad de los años 60, porque succionó el estilo de la época hasta el final. En los papeles políticos es donde más se verifica esto. Es donde muestra más apertura cronológica y creo que su tránsito entre Buenos Aires, París y Nueva York es clave para esto, porque aprehende la cultura visual contemporánea. Usa diferencias de escalas en los personajes que recién vamos a ver en la pintura de (Alfredo) Prior y (Guillermo) Kuitca hacia 1985", señala.
Sin título (Apolo 15), c. 1972-73, pintura sobre papel. Foto: Gentileza Cosmocosa © Archivo Berni Madrid
La cantidad de obra sobre la que tuvo que trabajar Pacheco, horas de hemeroteca y archivos de agencias de noticias para dar con las correspondencias, revelan el incansable ritmo de trabajo de Berni, tanto como la falta de control sobre su producción. ¿Cómo es posible que semejante yacimiento iconográfico permaneciera en las sombras al menos treinta y cinco años? ¿Los herederos del rosarino lo conocían? Desde Madrid, Inés Berni, nuera del artista, confirma que no, aunque, dice, "la producción de Berni es vasta y no es inhabitual que aparezcan obras de colecciones privadas principalmente de la Argentina y desde hace unos años también de Europa. Sin embargo, esta aparición es particularmente interesante por la calidad de las obras".
A la noticia de los "Bernileaks" se superpone otra igualmente relevante. Los Berni, en Madrid, pusieron en marcha una Fundación Berni que concentrará el archivo artístico y personal del artista, con Inés como presidenta. "Al final de su vida, Antonio empezó a definir algunas líneas de la fundación que llevaría su nombre, hay alguna carpeta donde consta esto", explica. Ya tienen en agenda para este mes una presentación en el Centro de Arte Moderno de Madrid deHojas de hierba, el libro de Walt Whitman con traducción de Borges e ilustraciones de Berni. Entre los papeles, curiosamente, apareció el original de un retrato metafísico de Borges que Berni realizó para el libro La moneda de hierro (Emecé, 1976).
Sin título, c. 1969, pintura s/papel. Foto: Gentileza Cosmocosa © Archivo Berni Madrid
La relación áspera entre José Antonio y Lily había hecho imposible cualquier intento parecido antes. Marcelo Pacheco recuerda que las iniciativas se remontan a los años 90 y que en 2006 Lily Berni lo visitó en el Malba para retomar el proyecto. "Quería hacer una fundación para donar obra a los museos de las provincias; abrir el archivo para investigadores y tener un lugar de exposición. Un día dejó de atenderme los llamados y se terminó el proyecto, después de dos años de estar viéndonos una vez por mes para hablar sobre el tema", cuenta.
En todos estos años, la obra quedó expuesta a los vaivenes biográficos de la sucesión. Un robo en el taller de Almagro a poco de morir Berni derivó en la aparición de cuadros en remates a lo largo del tiempo. La extraña relación entre Lily y su entonces apoderado, el astrólogo Waldo Casal, finalizó en un juicio en el que la heredera recuperó obras pero tuvo que ceder al menos ocho del patrimonio y, al fin, el golpe de 2008 con 15 cuadros robados que siguen sin aparecer.
"Los papeles traen de nuevo la eterna discusión de lo que pasa con los cuerpos de obra de los artistas. Se mueren, ¿y qué? El país no ha dado ninguna solución a esto. Muchas fundaciones, como pasó con la de Raquel Forner, languidecen, no tienen atractivo y terminan diluyéndose; las cosas se conservan en un limbo a tal punto que no se sabe que existen", dice Pacheco.
¿Habrán sido estos "Bernileaks" el último hallazgo relacionado con el rosarino o podemos esperar todavía más? Responde Inés Berni: "No puedo saberlo, pero mi impresión es que no puede haber mucho. Hace unas décadas se produjo un incendio en París que destruyó algunas obras en papel de las que sólo quedan fotos de mala calidad, pero que eran notables. Por lo tanto, no creo que haya mucha obra sin mostrar al día de hoy". Para Pacheco, el panorama es impredecible: "Este hallazgo confirma que siempre hay algo más para ver de Berni que no conocemos. No tenemos la menor idea de lo que puede aparecer mañana".
Cita en el Moderno
En octubre, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires exhibirá los dibujos de Berni en una muestra curada por Marcelo Pacheco. "Es un conjunto de obras excepcional que permite vislumbrar un abanico de intereses antes desconocidos del artista: sus obsesiones con artistas superlativos de la historia, sus estudios singulares de íconos populares y de realidades en conflicto", dice Victoria Noorthoorn, directora del museo.