Alberto Manguel, autor de Una historia natural de la curiosidad, lo sabe más que nadie: instalar un ámbito ordenado para exhibir información siempre es una empresa peligrosa. Lo fue la Biblioteca de Alejandría y lo es, también, detentar la dirección de la Biblioteca Nacional en la Argentina. Un territorio que históricamente se convirtió en campo de batalla ideológico. Fue nombrado a mediados de diciembre de 2015 por el ministro de Cultura de Nación, Pablo Avelluto. El argumento que esgrimía Avelluto para la designación era claro: “Alberto Manguel es uno de los intelectuales argentinos con mayor reconocimiento en el exterior y, además, una de las personas que más sabe en el mundo sobre bibliotecas”, aseguró entonces. Manguel no asumiría hasta julio por compromisos preestablecidos con las universidades de Princeton y Columbia. En estos seis meses donde se sucedieron polémicas varias en la institución y una serie de auditorías internas, Manguel se mantuvo pendiente a las circunstancias y fue elaborando, junto a sus colaboradores, un plan para su gestión. Desde hace una semana, el escritor y ensayista ya está instalado en su oficina. Se dice que no habrá acto de asunción pero sí una conferencia de prensa por la primera muestra que se realizará en la Biblioteca en conmemoración de los 30 años de la muerte de Borges. Hasta julio, Manguel no tenía previsto hablar con la prensa sin embargo aceptó responder una serie de preguntas a Clarín. Sólo por e-mail. Y prefirió no hablar sobre la situación de los despidos en la institución ni sobre la carta que hizo pública el ex director de la institución, Horacio González, en el mes de abril que motivó una respuesta desde Colombia (ver aparte).
–¿Qué tipo de Biblioteca Nacional piensa consolidar durante su gestión?
–Una Biblioteca verdaderamente nacional, es decir, no porteña si no universal. Mi propósito es dar continuidad al acceso de los usuarios al material de la Biblioteca, completando el catálogo y ampliando las áreas para ser digitalizadas, bajo la dirección de la subdirectora Elsa Barber y la directora técnica bibliotecológica, Elsa Rapetti. También profundizar los programas culturales bajo la dirección de Ezequiel Martínez y el programa de investigaciones dirigido por Roberto Casazza.
–¿Cuáles serán los primeros proyectos que se concretarán en las próximas semanas?
–La inauguración de la exposición celebrando el Bicentenario de la Independencia, a cargo de la Dra. Carolina Carman, y la gran exposición “Borges” para el treinta aniversario de su muerte, curada por los bibliotecarios Laura Rosato y Germán Alvarez. Estamos también proyectando la creación de una guardería para los hijos del personal, y la renovación del comedor común que ahora está en mal estado. Y estamos tratando de recaudar fondos para la adquisición de manuscritos importantes como el de “Pierre Menard, autor del Quijote” que logré que nos prestaran para la exposición. Al mismo tiempo, hemos pedido a Leopoldo Brizuela que sea nuestro “rastreador” y ya ha logrado encontrar archivos y fondos literarios absolutamente asombrosos. Ya iremos revelando cuáles son.
–¿Cuáles considera que son las mayores falencias de la Biblioteca Nacional?
–Las de toda biblioteca desde Alejandría: recursos y espacio.
–¿Qué opinión le merece el proyecto editorial que creó la Biblioteca Nacional durante la gestión de Horacio González? ¿Piensa continuarlo, modificarlo? Y si lo modifica, ¿qué variación propondría?
–Todos debemos construir sobre lo ya existente. Ser absolutamente original es una idea del siglo diecinueve, y de una arrogancia asombrosa.
–¿En qué fase está la digitalización de libros del catálogo de la institución?
–Vamos a continuar lo que se inició hace varios años, y tratar de hacer lo más posible.