De la misma generación y formados inicialmente en las enseñanzas de Vicente Scaramuzza, Argerich y Barenboim desarrollaron la mayor parte de sus carreras en Europa con menos intercambio en los escenarios que los que se podían presumir de sus coincidencias territoriales, formativas y estéticas.
Este domingo sin embargo el encuentro entre los dos pianistas, que constituyó una de las noches más esperadas del Festival Barenboim -que se extiende en Buenos Aires hasta el sábado 6 de agosto-, fue a la vez una expresión de arte colaborativo preparado como un encuentro natural, al modo de una inusual costumbre impuesta en los últimos años por la planificación entre el coliseo porteño y el director orquestal.
No habían sido frondosos los antecedentes. Sí, claro, el encuentro en 1992 con Argerich como el piano solista en "La Noche de los Jardines de España", del compositor andaluz Manuel de Falla, bajo la dirección de Barenboim que, en aquella oportunidad, estaba al frente de la Orquesta de París de la que fue director titular.
Luego la relación musical decantó en los diferentes encuentros en Berlín, ya a solas, y en el Festival de Música y Reflexión en el Colón, que de algún modo viene a compensar la ausencia del Festival Argerich que el teatro porteño realizó con continuidad hasta 2005.
El programa de la noche incluyó obras en las que el virtuosismo técnico ya se encontraba incorporado a la idea de música como arte. Y tal vez esas son la clase obras que permiten extraer el mayor capital entre el rigor de Argerich y las libertades interpretativas de Barenboim.
La Sonata para piano cuatro manos en Fa mayor, KV. 497 de Mozart abrió el programa en precisa relación con el contenido general del Festival Baremboim, inaugurado este año por la Orquesta West-Eastern Divan con las tres últimas sinfonías del compositor alemán. La sonata -en ese sentido- resultó un engranaje más armónico que las Cinco piezas para orquesta, op. 16, de Arnol Schonberg, que formaban parte de la propuesta inicial del encuentro.
El virtuosismo tomó en centro en un momento crucial de la noche con las Variaciones sobre un tema de Haydn, de Johanes Brahms, cuyo arreglo a dos pianos, despojado de toda orquestación, muestra su perfección compositiva.
Finalmente, el Concierto Pathetique y las Reminiscencias de Don Juan, dos obras que señalan la centralidad del piano en el movimiento romántico y que permitieron poner en perspectiva la estatura musical de los dos intérpretes.
El Festival Barenboim continuará mañana lunes desde las 20 con un estimulante concierto de cámara de música árabe protagonizado por el Al Diwan Ensemble, conformado especialmente para esta visita con músicos de origen árabe de la Orquesta del West-Eastern Divan, instrumentos propios de esa cultura musical y repertorio árabe.
El jueves y viernes la Orquesta de Barenboim a las 20, esta vez con Argerich como piano solista, interpretará obras de Jorg Widmann, Franz List y un desenlace de excelencia con segmentos de la obra de Richard Wagner.
La coronación será el sábado, también a las 20, con otra presencia de resonancia mundial, el tenor alemán Jonas Kaufman en derredor de un triángulo delineado por Mozart, Gustav Malher y Wagner. Kaufman cantará allí sobre territorio conocido: las Canciones del caminante de Malher.