Si se cumple la descripción del patrón alimentario infantil de un nuevo relevamiento, la tendencia es preocupante: cuatro de cada 10 chicos de hasta 3 años están comiendo de manera no tan saludable como deberían para la edad. Y ese proceso de deterioro de la calidad nutricional y la formación de hábitos a futuro ya está comenzando desde antes de los seis meses de vida, cuando la lactancia materna debería ser exclusiva.
Los primeros contactos con el sabor y la textura de los alimentos "seguros y nutricionalmente adecuados", como los define la Organización Mundial de la Salud (OMS), están recomendados recién a partir de los seis meses de edad junto a la lactancia a demanda.
Claro que en aquella categoría no entrarían precisamente las galletitas y las facturas, la pizza, los sándwiches, las empanadas, las bebidas azucaradas y las golosinas comunes en una de cada tres comidas de algo menos de la mitad de la población de hasta 3 años, según los resultados del relevamiento que presenta hoy el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni).
Los resultados indican que entre los seis meses y el año de vida, uno de cada cuatro bebes ingiere ese tipo de productos ricos en calorías, azúcar y grasas saturadas. Lejos están de un menú más enriquecido en nutrientes esenciales, como la lactancia a demanda combinada con las papillas con verduras, carne y frutas que de a poco se aconsejan introducir.
En el primer año de vida, un 42% de los chicos recibe alimentos poco nutritivos y entre los 2 y 3 años, lo hace el 45 por ciento.
Las comidas en esos grupos incluyen un 35% de panificados y galletitas ricos en azúcares y grasas saturadas, un 18% de jugos y gaseosas, y un 10% de sándwiches, pizza y empanadas, según el relevamiento. El 37% de los alimentos restantes incluía opciones que también eran de baja calidad nutricional.
"Es un estudio inédito en la población menor de 3 años, porque buscamos indagar cuándo los chicos empiezan a incorporar los alimentos y cómo lo hacen", explicó Esteban Carmuega, director del Cesni. Y agregó: "Cuando los chicos comienzan a incorporarse al entorno familiar, vemos que empiezan a ser invadidos por esos productos, lo que pone en riesgo la formación de sus hábitos alimentarios. Esto nos permite saber que cuando son más grandes, y pueden elegir o comprar lo que quieren comer, no se trata sólo de la influencia de la publicidad, el entorno o los quioscos, sino de hábitos ya adquiridos muy precozmente. Es una exposición a la que no estábamos acostumbrados".
Siete días
En el llamado "Estudio de alimentación en la infancia temprana" participaron 498 chicos de entre seis meses y 3 años de hogares de la ciudad de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza. El relevamiento, que consistió en un registro de la alimentación diaria de los participantes durante siete días, lo hizo TNS Gallup. Cesni diseñó el estudio y analizó los datos. La empresa Nutricia-Bagó, que comercializa productos para lactantes, financió el estudio.
"Se recomienda que en los primeros seis meses de vida los chicos sólo reciban la leche materna. Sin embargo, en nuestro país existe una tendencia a la incorporación precoz de alimentos sólidos y bebidas", indicó María Elisa Zapata, licenciada en Nutrición del Cesni y coautora del estudio. "Lo que marcan los datos de este análisis es que la calidad nutricional de la dieta infantil va disminuyendo progresivamente. La tendencia es descendente a medida que los chicos crecen, socializan y comienzan a alimentarse con (y como) el resto de su familia."
La OMS define el paso de la lactancia materna exclusiva al consumo de las comidas de la familia como un período delicado en el que "muchos chicos pequeños comienzan a padecer problemas de nutrición, lo que contribuye sobremanera a la elevada prevalencia de la malnutrición entre los menores de 5 años en el mundo". Considera, entonces, fundamental que "reciban alimentos complementarios apropiados, suficientes y seguros para que el paso de la lactancia a la alimentación familiar se produzca sin problemas".
En el relevamiento del Cesni, uno de cada cuatro bebes recibía sólidos, infusiones o bebidas azucaradas antes de los tres meses, cuando ni siquiera deberían ser una opción. "Sabíamos por la última encuesta nacional de nutrición que las dos terceras partes de las familias introducen los alimentos sólidos antes de los seis meses de edad, pero desconocíamos que se trataba de productos inadecuados, como las bebidas y otros alimentos de tan baja calidad nutricional", comentó Carmuega.
Para el pediatra, esta inclusión acelerada de los bebes en los hábitos del entorno familiar "los pone en riesgo de consumir en exceso azúcares, sodio y grasas que, además de disminuir la calidad de la dieta, pueden afectar la conformación de los circuitos de saciedad, recompensa y señales fisiológicas complejas que se instalan en los primeros 1000 días críticos". Eso también interferirá en las preferencias futuras.
Para Zapata, "con todo lo positivo que esa etapa ofrece en términos de socialización, en este estudio se evidencia una inclusión precoz de alimentos poco saludables, promoviendo hábitos propios de otras edades". Y agregó: "Nos debe ocupar como sociedad, como padres, que la nutrición en la primera etapa de la vida es clave para forjar buenos hábitos que favorecerán el estado de salud".