El “Doctor Google”, tal como se lo conoce en la jerga médica, puede ser muy útil si es usado con mesura y responsabilidad, pero el problema llega cuando consultar dolencias por Internet se convierte en una obsesión diaria.
Entonces ahí estamos ante la cibercondría, que no es otra cosa que la hipocondría en los tiempos de nuevas tecnologías.
Los hipocondríacos son aquellos obsesionados con la posibilidad de padecer una enfermedad, personas controladoras y tendientes a interpretar la realidad de forma distorsionada.
De manera resumida, la cibercondría es “la escalada de preocupaciones a través de las consultas médicas por Internet”, asegura en diálogo con Télam Tendencias el doctor Marcelo Cetkovich, jefe del departamento de psiquiatría del Instituto de Neurología Cognitiva y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
Cetkovich aclara que las personas que sufren hipocondría o cibercondría tienen también predisposición a sufrir trastornos de ansiedad.
En 2009 los investigadores de Microsoft Ryen White y Eric Horvitz publicaron un estudio en el que concluyeron que el ser humano tiene tendencia a sentirse identificado con descripciones ambiguas y ponerse siempre en la peor posibilidad.
La investigación es “muy interesante”, según Cetkovich, porque fue elaborada con voluntarios y en base a consultas concretas hechas a través de Internet.
“Lo peor es que las personas que sufren cibercondría muchas veces terminan haciendo consultas médicas tardías porque se enganchan en un circulo de perpetuación del sufrimiento. Es decir, caen en una conducta evitativa por el temor al diagnóstico”.
Hace tres años un informe internacional de la consultora española Doctoralia sobre “Internet y Salud” reveló “la creciente tendencia a la hora de usar Internet para consultas o actividades de salud”.
Según ese trabajo, en la Argentina el 89 por ciento de los internautas reconoce que utiliza la web para buscar información sobre salud o servicios médicos a diario.
El trabajo incluyó también información sobre la descarga de aplicaciones (apps) para celulares inteligentes o smartphones.
En este ítem, la investigación arrojó que un tercio de los usuarios de Internet en nuestro país “reconoce haber descargado una aplicación o software para realizar un seguimiento o control de su salud, estilo de vida o bienestar”.
En ese sentido, Cetkovich reconoce que lo bueno del “Doctor Google” es que “la gente se informa pero lo malo es que, como en Internet hay de todo, “hay mucha chantada dando vueltas”.
“Hay que tener mucho cuidado a la hora de buscar en Internet. Si se quiere consultar, hay que hacerlo en páginas de institutos académicos, en publicaciones con referencias claras y serias porque cuando no hay referencias y sustento, no es información confiable”, enfatiza el especialista en trastornos de ansiedad.
Si bien, en estos tiempos modernos en los que la vida parece correr de manera vertiginosa y las nuevas tecnologías podrían potenciar la aparición de los trastornos de ansiedad, lo cierto es que aún no hay estadísticas que lo corroboren.
“La ansiedad no es otra cosa que la tendencia exagerada a la preocupación y si bien es cierto que el Doctor Google tiene que ver con estos tiempos, hay enfermedades o patologías que fueron recientemente diagnosticadas pero existieron desde siempre, como los ataques de pánico de los que ya se hablaba en el siglo XIX”, reflexiona Cetkovich.
Más allá de informarse a través de páginas confiables y con sustento, ante cualquier duda lo mejor es consultar al médico, el de carne y hueso.