Se le teme a la muerte. La mera idea de pensar en ella genera un escalofrío. La pregunta es automática: ¿cómo se siente morir? ¿Qué pasa en los minutos previos? ¿Qué sucede después? Una nueva investigación dilucidó la cuestión de los sentimientos del moribundo en los días previos, antes de que su vida termine.
A partir del estudio de textos de enfermos terminales y de presos condenados a muerte, se llegó a conclusiones inesperadas. Kurt Gray, líder de la investigación, de la Universidad de Carolina del Norte, señaló: "Cuando imaginamos nuestras emociones, cuando nos acercamos a la muerte, pensamos principalmente en la tristeza y el terror, pero resulta que morir es menos triste y aterrador -y más feliz- de lo que la gente cree".
Los resultados, publicados en el último número de la revista Psychological Science, destierra la presunción inicial del miedo y asegura que, con la muerte cerca, se experimenta una sensación "inesperadamente positiva". De hecho, así se llama el estudio: "Dying Is Unexpectedly Positive".
En el primero de los experimentos, Gray y sus colegas analizaron el contenido emocional de los mensajes en los blogs personales de pacientes con enfermedades terminales que estaban a punto de morir de cáncer o esclerosis lateral amiotrófica (ELA). A modo de comparación, pidieron a un grupo de participantes, a través de internet, que imaginaran que habían sido diagnosticados con cáncer terminal y que escribieran una entrada en un blog con la idea de que solo les quedaban unos pocos meses.
Gracias a un algoritmo especialmente diseñado, detectaron señales en los mensajes reales e hipotéticos de enfermos terminales. Palabras que describían emociones negativas y positivas como "miedo", "terror", "ansiedad", "felicidad" y "amor".
Una vez analizados los datos, descubrieron que las publicaciones de los enfermos terminales incluían palabras de emoción, de felicidad mucho más positivas que aquellos participantes simulados, que optaron por más palabras descritas como de emoción negativa. El fenómeno recrudecía a medida que pasaba el tiempo y se acercaba la muerte: los enfermos apelaban aún más a sentimientos positivos.
En el segundo experimento, el equipo a cargo realizó un análisis comparativo de los textos escritos por presos condenados a muerte y convictos ya ubicados en el corredor de la muerte, próximos a ser ejecutados. Los resultados fueron los mismos: las palabras positivas aparecieron con mayor asiduidad con la cercanía de la muerte.
Tanto en los enfermos terminales como en los reclusos en el corredor de la muerte, se registraron alusiones frecuentes a, por ejemplo, la religión y la familia, lo cual sugiere que tales cuestiones ayudan a sofocar la ansiedad por el inexorable deceso.
"Los seres humanos son increíblemente adaptables -tanto física como emocionalmente-. Las últimas entradas de blogs de pacientes con enfermedades terminales y las últimas palabras de los presos condenados a muerte están llenas de amor, conexión social y significado", sostuvo Gray. "La muerte es inevitable, pero el sufrimiento no lo es", concluyó.