Astor Pantaleón Piazzolla recibió un bandoneón de segunda mano cuando tenía 8 años. Le llegó de manos de su padre, un acordeonista del que heredó su amor por la música. La familia, descendiente de italianos, se había mudado a Nueva York para establecerse entre 1925 y 1936. Allí, el genio precoz comenzó a estudiar el instrumento y, sin saberlo, a cambiar el curso de la historia de la música porteña.
Los primeros años en la vida de Astor
Nació el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata y fue el único hijo de Vicente Piazzolla y Asunta Manetti, marplatenses y descendientes de italianos. Su nombre fue el homenaje que su padre quiso hacerle a un amigo muy querido, Astor Bolongnini, el primer violonchelista de la Orquesta Sinfónica de Chicago. En 1925, la familia se mudó a los Estados Unidos, donde el pequeño descubrió el sonido estridente del jazz y la música barroca de Johann Sebastian Bach, influencias que luego introdujo en sus composiciones.
Niño prodigio. A los 8 años, Astor Piazzolla realizó su primera composición y a los 11 trabajó junto a Carlos Gardel.
En 1932, el prodigio debutó en público y compuso su primer tango: Paso a paso hacia la 42, rebautizado por don Vicente como La Catinga. Dos años después conoció al "Morocho" que con su sonrisa hacía suspirar a las mujeres y con su voz arrabalera encantaba a los señores: Carlos Gardel se había instalado en Nueva York y don Vicente no tardó en contactarlo para que el pequeño Astor le llevara un presente. El encuentro sorpresivo dejó al consagrado cantor deleitado por la picardía y genio del chico de 11 años que ya tocaba el bandoneón como un grande. A poco de ese encuentro, Gardel comenzó el rodaje de El día que me quieras, su novena película, e impactado por el recuerdo del niño pidió que lo llamasen para que participara en una escena en la que tenía que interpretar a un canillita. Lo hizo. Su estrella estaba marcada.
En 1934, Astor Piazzolla participa de una escena de “El día que me quieras” junto a Carlos Gardel y Tito Lusiardo. Fue el propio cantor el que quiso que el niño hiciera esa escena en la película.
En 1936, la familia Piazzolla regresó a Buenos Aires y dos años después Astor descubrió al sexteto del director Elvino Vardano, que más tarde sería su violinista. En 1939, comenzó a "conocer la música", según él mismo dijo décadas más tarde. A los 19 años se convirtió en bandoneonista en la Orquesta Típica de Anibal Troilo —en la cual permaneció hasta 1942— y dejó que su estilo avanzado fuera corregido por Pichuco "para no espantar a los bailarines de la pista". Mientras se volcaba de lleno a los estudios musicales, contrajo matrimonio con Dedé Wolff, su primera esposa y madre de sus hijos.
Sus años después de "Pichuco" y la consagración
Piazzolla fue un aprendiz constante y buscaba la perfección en los sonidos que salían de sus manos: estudió piano el mismo año que nació su primera hija, Diana. En 1943 comenzó a escribir composiciones de carácter "erudito" para cuerdas (arpa y guitarra). Al año siguiente fue nombrado Director de la Orquesta Típica que acompañó a Francisco Fiorentino. En 1944 nació su segundo hijo, Daniel.
En 1946, formó su primera orquesta, La 46 y compuso El Desbande, la pieza que él mismo reconoció como "su primer tango". Al año siguiente volvió a incursionar en el cine y actuó en El hombre del sábado, de Leopoldo Torres Ríos. Tres años después inició sus estudios de dirección orquestal con Hermann Scherchen, un reconocido director y arreglista alemán nacido en 1891 que se especializaba en compositores clásico, como Richard Strauss, y que dirigió nada menos que la Orquesta Filarmónica de Berlín. Ese mismo año, debutó como compositor para la banda sonora de la película Con los mismos colores, de Torres Ríos, e inició un extraordinario vinculo entre sus composiciones y el cine, que se extendió por décadas en más de 20 films.
La década del 50 lo encontró con la disolución de su primera orquesta, separada definitivamente luego de grabar un disco para el sello TK (1951). En 1953 presentó en Buenos Aires Tres Movimientos Sinfónicos para el concurso Fabien Sevitzky que se realizó en la Faculta de Derecho. La introducción de bandoneones a una orquesta sinfónica despertó la ira del publico "culto" que terminó a las trompadas. Uno de los premios de ese reto fue una beca por 18 meses a París para estudiar con Nadia Boulanger, una extraordinaria y reconocida docente que lo ayudará a reencontrase definitivamente con su estilo. Sintió vergüenza de decirle que tocaba un bandoneón y que su música era el tango. Cuando llegó al estudio de la francesa le mostró sus partituras premiadas y la mujer fue tajante: "Está muy bien escrita, pero yo no encuentro a Piazzolla acá". Así lo contó: "Entró a investigar mi vida: qué hacía, qué tocaba, qué no… dónde vivía… ¡Parecía del FBI! Y yo tenía mucha vergüenza de contarle que era un músico de tango. Al final le dije: 'Yo toco en un nightclub', no quise decir cabaret. Y ella: 'Nightclub', mais oui, pero eso es un cabaret'. 'Si', respondí y pensé: 'A esta vieja le voy a dar con un radio en la cabeza'. ¡Se las sabia todas!"
Recordándola con gran afecto, en su ultima visita a Chile —julio de 1989— prosiguió: "Ella me enseñó a creer en Astor Piazzolla, en que mi música no era tan mala como yo creía. Yo pensaba que era una basura porque tocaba tangos en un cabaret y resulta que yo tenia una cosa que se llama estilo. Sentí una especie de liberación del tanguero vergonzante que era yo. Me liberé de golpe y dije: 'Bueno, tendré que seguir con esta música, entonces'".
Mientras la Argentina vivía la Revolución del ´55 que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón, el tango vivía su propia revolución: Astor formaba el Octeto de Buenos Airesintegrado al maestro Atilio Stampone, Enrique Francini, Leopoldo Federico, entre otros. Juntos iniciaron la nueva era del tango contemporáneo. En 1957 llegó Tres minutos con la realidad, una síntesis de ambos estilos. Las críticas de los ortodoxos del genero no se hicieron esperar, hasta lo acusaron de "matar al tango".
"Sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado. También debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos.", dijo Astor Piazzolla a la revista Antena en 1954. Cuatro años más tarde regresó a los Estados Unidos, donde trabajó haciendo arreglos en diversos géneros, dirigió una orquesta con la que grabó algunos temas de jazz, un estilo que lo cautivaba y que fusionó bajo la denominación "Jazz-Tango".
"Adiós Nonino fue compuesto en 1959, cuando Astor andaba en gira por Centroamérica. En esos momentos recibió la noticia de la imprevista muerte de su padre, don Vicente Piazzolla, a quien apodaban Nonino. Llegado de Nueva York, de vuelta de esa gira, en un momento de profunda tristeza, de angustias económicas (…) se sumaba la desaparición de su padre, allá lejos, en la Argentina. Es cuando escribió Adiós Nonino. Bajo la presión de semejante estado de ánimo brotaron espontáneamente las inmortales notas", revela sobre esa obra cumbre el sitio Todo Tango y explica: "Recompuso el primitivo 'Nonino', compuesto en París en 1954 (…) del cual conservó la parte rítmica. Reacomodó lo demás y agregó ese prolongado y melódico fragmento, de notas largas y sentidas, en el que subyace un profundo, ahogado y angustioso lamento. El llanto contenido y el dolor del hijo, a tanta distancia, se manifestó en ese triste y acongojado pasaje. En esas dos frases de ocho compases (cuatro más cuatro), que se repiten formando un precioso tramo de dieciséis compases, está el auténtico sentido y justificación de la obra. El artista, sin lágrimas, lloró esa noche, pero a través de su arte. Y dejó para la historia de la música argentina una de sus más bellas e imperecederas páginas".
Durante los 17 años posteriores a la desaparición física de su padre, Astor le hizo al menos 20 arreglos musicales a la pieza que sin dudas lo describe entero y lo lleva a la mente de quien escucha la primera estrofa. Es inconfundible. Un año más tarde de ese pesar y del fracaso que le representó Jazz-Tango, forma en Buenos Aires su primer quinteto conformado por bandoneón, violín, piano, guitarra eléctrica y contrabajo. La marca de Astor se plantaba ante las criticas incesantes de quienes sostenían que el ritmo original era mejor, pero lo hacía ante el aliento de las nuevas generaciones que lo aclamaban más allá de las fronteras.
Mientras comenzaba a recibir premios por su trabajo tuvo la extraordinaria experiencia de protagonizar una increíble unión: en 1965 graba el disco El tango que lo une con el escritor Jorge Luis Borges, con quien consolidó una buena amistad, y con el cantor Edmundo Rivero.
En 1966 se separa de Dedé Wolff, su esposa, y dos años más tarde conoce a Amalita Baltar, quien se convertirá en su segunda mujer. Ese mismo año conoce al escritor Horacio Ferrer con quien escribirá en 1969 uno de sus tangos cantados más emblemáticos: Balada para un loco (interpretada por primera vez por Baltar y posteriormente grabado para el sello RCA por Roberto Goyeneche). Luego de unos años de recibir premios por sus composiciones y de experimentar con un noneto, en 1972 se presenta por primera vez en el Teatro Colón y comparte escenario con Anibal Trolio y Horacio Salgán. En 1973 graba en Italia Libertango.
El 18 de mayo de 1975, otra pérdida lo golpea: Aníbal Troilo, a quien quiso como un amigo y un padre, murió y de su dolor nació la Suite Troileana. Ese mismo año dejó Roma y se instaló en París, aunque esporádicamente regresaba a Buenos Aires. En uno de esos viajes (1976) Zita, la mujer de "Pichuco" le regaló uno de sus bandoneones. Ese mismo año realizó un concierto memorable en el Teatro Gran Rex, donde el 11 de marzo conoció a Laura Escalada, su última mujer.
1982. Astor Piazzolla y Roberto Goyeneche durante una de las memorables presentaciones en el teatro Regina.
La carrera de Astor siguió en París con un conjunto electrónico y en 1978 formó un Quinteto. En 1981, en México, compartió presentaciones con el Maestro Osvaldo Pugliese y al año siguiente, incorporó a Roberto Goyeneche, considerado EL cantor por esa generación tanguera. Juntos realizaron una serie de conciertos memorables en el Teatro Regina del que quedaron grabaciones en vivo. Las giras se intensificaron por Sudamérica, Europa, Japón y Estados Unidos hasta 1990. Para 1985, Piazzolla fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, al tiempo que estrenó en Bélgica el Homenage a Liége, un concierto de bandoneón y guitarras. En 1986 es premiado por la banda sonora de la película El exilio de Gardel, de Fernando "Pino" Solanas. En julio de ese año grabó junto a Gary Burton con un quinteto de tango durante el Festival de Jazz de Montreux, Suiza.
Las grabaciones internacionales siguieron junto a Lalo Schifrin en el homenaje a María Callas. De regreso a Buenos Aires se presentó en el Estadio Luna Park con la Camerata Bariloche y en Córdoba. Ese mismo año fue nombrado Presidente Honorario de la Asociación de Bandoneonistas Argentinos.
Al año siguiente, Astor fue sometido a cuatro by-pass cardiovasculares, y pese a ello formó un Sexteto con el que se presentó en el Teatro Ópera de Buenos Aires y luego inicia una gira internacional que lo lleva a los Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, entre otros. Ese mismo año se presenta en Holanda junto a la Orquesta Típica de Osvaldo Pugliese e interpreta su obra cumbre, Adiós Nonino, con la que deleita al publico que cayó rendido a sus pies.
En uno de sus últimas entrevistas que dio para la televisión argentina fue entrevistado por la conductora "Pinky" y le contó cómo vivió las críticas: "Tenía mucha vergüenza de seguir tocando tango porque me consideraba un compositor de música sinfónica, los demás directores me acusaban de loco y yo no estaba loco, me gustaba lo que hacía. En la Argentina se puede cambiar todo, menos el tango porque era cómo convertirse a otra religión… Para ellos el tango debía ser de un solo estilo y no evolucionar. Hoy no se puede concebir el tango sin el bandoneón".
El 4 de agosto de 1990, Astor sufrió una trombosis cerebral mientras estaba en París que, lamentablemente, le dejó serias secuelas que no superó. Piazzolla murió en Buenos Aires, el 4 de julio de 1992, a los 71 años.