"Adiós a la guerra, adiós a las armas. Bienvenida la paz." Con esa frase, el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño (alias “Timochenko”), proclamó el 27 de junio de este año el fin del conflicto armado que durante 54 años desangró a ese país.
Pero la llegada de la paz no es automática. Se trata de emprender un proceso complejo que requiere de mucho esfuerzo por parte del gobierno y de la sociedad toda. De esto vino a hablar a Santa Fe el Dr. Carlos Alfonso Negret Mosquera, defensor del Pueblo de la República de Colombia, con ocasión de conmemorarse el 21 de septiembre el Día Internacional de la Paz.
Cerrar la brecha
“Hay que preparar a los ciudadanos que estuvieron (décadas en el conflicto armado) para que sepan qué es entrar a la civilidad”, explicó el funcionario, y agregó que el proceso de paz tiene como principal eje “la reconciliación”.
“Lo que ustedes (por los argentinos) llaman ‘la brecha’, nosotros lo tenemos entre las FARC y el gobierno. Pero (en definitiva) es entre colombianos. Y la tendremos que ir cerrando para poder sacar adelante al país, que es muy rico y con muchas condiciones. Y así lo haremos”, sostuvo, esperanzado.
En cuanto al trabajo concreto que se desarrolla en ese sentido, Negret Mosquera se refirió al acompañamiento en las “zonas veredales”, los asentamientos dispuestos para los combatientes y milicianos. “Son 11 mil personas que deciden dejar sus fusiles y sus armas cortas para entrar a trabajar por la democracia en Colombia”, celebró.
“Nuestra labor es de orden humanitario: acompañar las necesidades que tienen los ex combatientes de las FARC y toda la comunidad”. Así, dichas zonas “se convirtieron en lo que se llaman unos espacios temporales de capacitación y reconciliación”: el Estado brinda el acceso a capacitaciones y estudios, ya sea vía universidades (públicas o privadas) o a través del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje de Oficios).
El narcotráfico
Consultado acerca de la problemática del narcotráfico en Colombia y Argentina, Negret Mosquera instó a la reflexión acerca de dos cuestiones: los vínculos entre los países productores de la hoja de coca y de la marihuana con los países consumidores; y la pertinencia o no de legalizar la droga.
No obstante, hizo especial hincapié en la prevención del uso de estupefacientes, fundamentalmente entre los niños y jóvenes: “Hay que atacar el consumo en todas las instancias y niveles, y en especial en la muchachada”. Según su visión, esto se hace “de dos formas: con la policía y las fuerzas militares, y con una política pública de prevención. Enseñarle a la sociedad que no debe consumir cocaína, porque no le trae bien a nadie”.