En 2009 surgió “Recuperando futuro”, un proyecto con una planta piloto que tenía el principal objetivo de mitigar los efectos de la contaminación causada por esos desechos electrónico (como celulares, televisores, computadoras, impresoras o calculadoras).
La Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) y la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) trabajaron en ese entonces con jóvenes con precarias condiciones socio-económicas en el proyecto. Se trataba de un principio de solución como depósito de aparatos en desuso y un lugar de gestión sustentable de los residuos que los mismos generan. De los materiales que se recuperaban se daban algunas partes de cobre o metales a empresas.
Sin embargo, en 2010 llegó a su fin, "el subsidio que teníamos con lo que le pagabamos las becas a estos jóvenes se terminó y al no haber financiamiento perdimos la fuerza de trabajo para seguir haciendo la separación de componentes", determinó el ingeniero Horacio Loyarte, director de la carrera de Ingenería en Informática de FICH y quien formó parte de ese proyecto.
Actualmente no existe ningún lugar donde se pueda tirar la basura electrónica, "es un problema porque no tiene la misma degradación que otro material", reflexionó Loyarte.
"Hay muchos componentes -como los monitores- que son nocivos para la salud y que no tienen ningún tipo de tratamiento" dijo en Todo Pasa el profesional.
En 2015 un estudio determinó que cada argentino genera 7 kilos de basura electrónica al año, y "se trata de un problema grave que nos afecta a todos... no es una basura que se degrade con facilidad" determinó el ingeniero.
"Tine que haber voluntad política, con un mínimo esfuerzo económico" el problema se soluciona dijo Loyarte por LT10.
Reciclar los elementos o el cirujeo -que intenta recuperar dinero con venta de usados- son las opciones que la gente elige a la hora de no saber que hacer con su basura.