Un 11 de septiembre, pero de 2001, un ataque terrorista derribó las Torres Gemelas de Nueva York. Hoy, 17 años después, los restos humanos de más de 1.100 víctimas aún aguardan ser identificados. Pero en un laboratorio de Manhattan, un equipo prosigue incansablemente la tarea, con la ayuda de los últimos avances tecnológicos.
Los cerca de 22.000 fragmentos humanos hallados en el sitio desde los atentados fueron ya testeados, algunos de ellos entre 10 y 15 veces. Pero unos mil resisten todavía la identificación. Hasta ahora, 1.642 de las casi 3.000 personas muertas en los ataques de Nueva York fueron formalmente identificadas, y 1.111 permanecen desaparecidas.
En julio pasado, cerca de un año después de la última identificación, el laboratorio logró agregar un nombre a la lista: Scott Michael Johnson, un analista financiero de 26 años que trabajaba en el piso 89 de la torre sur. "Cuando me lo dijeron me sentí muy feliz", recuerda Verónica Cano, experta forense del laboratorio. "Estamos entrenados para protegernos", dice, "pero esto nos afecta igual, porque es algo que afecta a todo el mundo, de una manera u otra".
El rol de los familiares es esencial en el plano técnico, porque la identificación solo es posible a través de la comparación con una muestra de ADN suministrada por las familias. El Instituto Forense posee unas 17.000 muestras, pero ninguna para 100 víctimas que posiblemente nunca podrán ser identificadas.