El hecho ocurrió en Leeds, al norte de Inglaterra, y generó un fuerte debate en torno a las condiciones para cambiar de penal a los presos que se perciben como mujeres.
Karen White estaba en detención preventiva por tres violaciones que había perpetrado como hombre, cuando se llamaba Stephen Wood. Bajo ese nombre ya había cumplido una pena de año y medio de cárcel por conducta obscena contra un menor.
Pero a pesar de no haberse sometido a un cambio de sexo y conservar sus genitales masculinos, las autoridades aceptaron enviarla a una cárcel de mujeres para cumplir con el resto de su condena. Esto se debe a que en Reino Unido basta con que los internos manifiesten que se sienten de tal o cual sexo para que les permitan ir a un centro penitenciario acorde.
La acusada, que se viste como mujer y usa maquillaje, admitió dos de las cuatro denuncias en su contra. Los incidentes fueron entre septiembre y noviembre de 2017 e incluyen acoso sexual, toque indebido, exhibición de genitales y comentarios inapropiados.
El ministerio de Justicia británico se disculpó por no tomar en cuenta el historial de ofensas de White y dijo estar revisando sus procesos de evaluación.
En tanto, un vocero del servicio penitenciario inglés expresó que "aunque velamos por manejar de acuerdo a la ley a todos los prisioneros, incluyendo los transgénero, tenemos claro que la seguridad de todos los presos debe ser nuestra absoluta prioridad".