Jair Bolsonaro no es un personaje nuevo en la política brasileña. Tiene 63 años y es diputado federal por Río de Janeiro desde 1991. Había ganado cierta fama en 1986, cuando era capitán del Octavo Grupo de Artillería de Campaña y escribió en la revista Vejaun artículo en el que reclamaba por los bajos salarios militares.
Fue arrestado por insubordinación, pero el Superior Tribunal Militar lo absolvió dos años más tarde. Así concluyó su carrera castrense y comenzó la política, aunque casi siempre en los márgenes del sistema. Como en Brasil se puede votar a candidatos individuales en las elecciones legislativas, su discurso de extrema derecha le alcanzaba para renovar su banca con el voto de los cariocas más conservadores, pero no para ser una figura relevante.
Cobró mayor visibilidad a partir de 2003, con la llegada a la presidencia de Lula da Silva, de quien fue un opositor radical. Ese mismo año protagonizó en los pasillos del Congreso una escandalosa discusión con la diputada Maria do Rosário, del PT, que lo acusó de ejercer violencia contra las mujeres.
Apodado por muchos "el Donald Trump brasileño", este defensor de la familia tradicional, de Dios y de la libre portación de armas ha impulsado su campaña por redes sociales, con un discurso antisistema en un país en profunda crisis política, económica y de seguridad.
A fines de 2017 estaba primero, con cerca de 15% de intención de voto, cuando se excluía al ex presidente de las opciones, ante la sospecha de que su postulación podía ser anulada, como terminó ocurriendo.
Muchos analistas se resistían a creer que esa tendencia podía consolidarse. Pensaban que tras los debates televisivos lo iban a superar aspirantes más moderados. Pero no.
Tras la oficialización de Fernando Haddad como candidato del PT en reemplazo de Lula, Bolsonaro no paró de crecer en intención de voto. Sobre todo, tras la puñalada que sufrió en un acto el 6 de septiembre.
De todos modos, ni el más encendido bolsonarista esperaba una victoria tan resonante como la que obtuvo el 7 de octubre en la primera vuelta, en la que sacó el 46%, frente a un 29% de Haddad y que anticipe la victoria de este domingo en el ballotage que lo llevó directo a la presidencia de Brasil.