Meng Wanzhou, la "princesa" de Huawei, parecía destinada a convertirse en una de las mujeres de negocios más poderosas del planeta el día en que sucediera a su padre al frente de uno de los grupos más poderosos del imperio Chino, pero se enfrenta ahora a una posible extradición a Estados Unidos para responder, en nombre de la compañía, por las supuestas violaciones de las sanciones de EE UU sobre Irán.
Su padre, Ren Zhengfei, fundó la empresa en 1987 con un capital inicial de algunos miles de dólares y a sus 74 años, sigue presidiendo el grupo, ubicado en el 72ª lugar de las primeras 500 empresas mundiales.
La compañía, de capital privado, es una de las pocas empresas del país con prestigio en el mercado internacional. Huawei, no solamente es uno de los principales actores en telefonía móvil, sino el líder en infraestructuras de telecomunicaciones de todo el mundo.
Meng no comparte el apellido con su padre porque a los 16 años decidió adoptar el nombre de su madre, cuando sus progenitores decidieron divorciarse. Tras estudiar contabilidad y trabajar durante poco más de un año en un banco estatal, se incorporó a la empresa en 1993. En los inicios fue secretaria, ocupándose meramente de las tareas de administración o de atender al teléfono. Con los años fue escalando posiciones, siempre en los ámbitos de la contabilidad y las finanzas. En marzo se convirtió en la vicepresidenta del grupo.