En los últimos 15 años la población con obesidad aumentó dos tercios: hoy afecta al 25% de los argentinos y el sobrepeso al 80%, con graves consecuencias para la salud cardiovascular.
Ante ese panorama, surge una duda: ¿hay que combatirla más agresivamente o atender más a otros factores de riesgo?.
En línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la mayoría de las sociedades médicas, la Federación Argentina de Cardiología (FAC) "promueve de manera activa desde hace años la concientización acerca de la necesidad de un cambio de hábitos en toda la sociedad", afirmó el presidente de la FAC, Jorge Camilletti.
"Se necesita un cambio de hábitos desde la familia hasta las industrias y las instituciones del Estado, a fin de que desde la niñez y la adolescencia cada chico pueda tener el derecho a una alimentación saludable, ya que es esa la única manera de evitar la aparición de los factores de riesgo cardiovascular crónicos en la adultez, cuando en general ya es demasiado tarde", planteó el especialista.
Si bien siempre hay una influencia de factores genéticos, el sobrepeso, la obesidad, la presión arterial elevada, la diabetes tipo 2 y el exceso de triglicéridos y colesterol en general son producto de años de una alimentación con exceso de grasas saturadas e hidratos de carbono y muy pocas frutas y verduras, un tipo de dieta que hoy por hoy constituye un factor común de toda la humanidad.
Esta forma de comer sumada a la falta de ejercicio físico se transformó en el "enemigo público número uno" de la salud cardiovascular que, hasta el momento, va ganando la partida por goleada: los infartos y ACV se convirtieron en la primera causa de muerte prematura y discapacidad.
"La obesidad es una enfermedad crónica en franco ascenso y en la Argentina ya afecta a una de cada cuatro personas, cuando en 2005 sólo un 15% de la población era obesa", señaló el médico cardiólogo Gustavo Alcalá.
Y añadió: "Pero la estigmatización no produce reducción de peso: se deben tener en cuenta las condiciones de vida de las personas en lugar de hacer foco en el ‘estilo de vida’, como si todos pudiesen elegir comida gourmet y jugar golf por las tardes".
El principal condicionante de la salud sería el entorno socio económico de las personas y es innegable que las posibilidades de elegir están afectadas por el poder adquisitivo y por la accesibilidad de los alimentos, entre muchos otros factores.
Sin embargo la epidemia global de obesidad crece incluso en países y en entornos con mayor ingreso por habitante, y esto sumado a la investigación biomédica más reciente, dio como resultado nuevos enfoques médicos que incluso se replantean qué es la obesidad.
"Acumular grasa es un mecanismo adaptativo con el que el organismo en realidad se defiende de un entorno como el que actualmente se creó a raíz de la dieta industrial, de la comida ultraprocesada que nos impulsa a comer más y que logró quebrar los circuitos regulatorios naturales del ciclo del hambre y la saciedad", explicó el médico especialista en Cardiología Esteban Larronde.
¿Frenar la obesidad?
Según Larronde, además de las razones teóricas, para el cambio de enfoque hay motivos de orden práctico, y uno de los principales es que estudios hechos en Europa muestran poca eficacia en las estrategias centradas en bajar de peso.
"Lo que se vio siguiendo las historias clínicas electrónicas de miles de pacientes es que solamente uno de cada 200 personas obesas logran alcanzar un peso normal con un tratamiento y si hablamos de personas con obesidad mórbida, apenas uno de cada 500", aseguró en referencia a un trabajo dirigido por la británica Alison Flides.
Para Alcalá, "la obesidad es una causa de infarto no tratada" y el problema es que la lucha contra la misma no fue lo suficientemente agresiva: "No hay muchos datos de lo que pasa en nuestro país, pero en Estados Unidos sólo el 2 por ciento de los pacientes con indicación de fármacos específicos para la obesidad lo reciben, y suponemos que en Argentina la situación no debe ser muy diferente".
En Europa hay una nueva generación de medicamentos disponibles, según dijo Alcalá, quien comentó: "Esos nuevos tratamientos se presentan como una promesa a futuro cuando en realidad no usamos los tratamientos que tenemos, especialmente con las personas que ya tienen un daño cardiovascular y no tienen ya tiempo para probar con dietas y con actividad física".
"Los pacientes que han sufrido infarto de miocardio, ACV o han pasado por un procedimiento coronario, pueden beneficiarse con la cirugía bariátrica si su índice de masa corporal supera 35, pero dado que son las condiciones de vida las que llevan a la persona a la obesidad, es obvio que los tratamientos no pueden venir únicamente por el lado de los fármacos y del bisturí", añadió.
Por su lado, la doctora Analía Molteni indicó: "La Federación Argentina de Cardiología promueve la difusión de los peligros que los factores de riesgo cardiovascular representan para la salud pública y el acercamiento de debates a los ámbitos de decisión de la sociedad para la elaboración de políticas públicas tendientes a que la población tenga acceso a una alimentación más saludable y equilibrada".