El dolor cumple la misión de alertarnos de que algo en nuestro organismo no va bien, pero hay distintos tipos y grados y no siempre es indicativo de un problema que requiera atención médica. La práctica deportiva es uno de los ámbitos en los que más dudas plantea.
No se debería presentar durante la realización del ejercicio. Sin embargo, debemos saber que un cierto grado podría ser normal y trabajar zonas poco acostumbradas o la fatiga muscular podrían ser las causas.
Se trata de un acompañante habitual de la actividad deportiva y en ocasiones está producido por el ejercicio mismo, debido a las cargas de trabajo aplicadas, aunque también se origina por accidentes, lesiones agudas o lesiones crónicas.
Cuestión aparte sería el deporte de élite donde los deportistas soportan, a veces, un alto grado de dolor para progresar en rendimiento o recuperarse más rápido, poniendo en riesgo su salud.
Signos de alerta de que debemos parar y consultar
Escuchar los mensajes que envía el cuerpo es esencial para poder seguir practicando deporte de forma saludable. El primer paso es saber distinguir el tipo de dolor:
Dolor desde el inicio del ejercicio
Uno agudo desde el comienzo en una persona sana no es normal; deberá parar y consultar a un profesional para averiguar si su técnica no es la adecuada o sufre algún daño estructural.
Dolor al cabo de un tiempo
Si aparece durante el ejercicio pero al cabo de un tiempo -a causa de la fatiga- puede ser normal, sobre todo si desaparece tras descansar.
Las personas acostumbradas a hacer deporte son las que mejor identifican esas molestias debidas a la fatiga muscular, así como el dolor post ejercicio que aparece tras 24-48 horas después de su realización.
Los deportes en los que es más probable que entre en escena el dolor son los que se basan en ejercicios de alta intensidad y aquellos que pueden provocar eventos traumáticos. Los que más lesiones y dolor crónico provocan son aquellos que exigen un sobreesfuerzo continuo con movimientos muy repetitivos en músculos y articulaciones, tanto en brazos como en piernas (fútbol, tenis, basquet, etc.)
Escuchar al organismo y detenerse ante las sospechas serían los principales consejos. El cuerpo antes de lesionarse lanza mensajes de que algo no va bien: dolor, inflamación, temblor, calambres, aumento de temperatura y hematomas.