Muchas personas se pasan buena parte de su vida pensando en la comida. Desde lo que les gusta, lo que no, lo que les encantaría comer todos los días a lo que no se les ocurriría probar nunca.
Pensar en la comida a veces se puede transformar en un conflicto, como en la época navideña u otras celebraciones y se genera una discusión por el menú familiar.
Y lo cierto es que en el ambiente de trabajo también ocurre algo muy particular en torno a la comida.
Si trabajas en una oficina, puede que te hayas dado cuenta de que la comida traída por alguien, comprada por la empresa o la que aparece por sorpresa sobre un escritorio tiende a consumirse muy rápido, incluso cuando el producto no tiene buen sabor ni un aspecto demasiado tentador.
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué parece que comemos casi cualquier cosa en el trabajo?
Según BBC mundo, existen varias razones de por qué desaparece la comida en pocos segundos en la oficina, pero la principal es que no pagamos por ella.
"Nos encanta la comida gratis", asegura Susan Albers, psicóloga estadounidense especialista en problemas de alimentación y pérdida de peso.
"Nos encanta no tener que trabajar demasiado duro para conseguirla. Así que tenerla a mano en la oficina es conveniente. Amamos las cosas que son gratis y fáciles de conseguir".
También está el análisis psicológico de que "trabajamos mucho y a veces no obtenemos el reconocimiento suficiente por ello. Por lo tanto, (esa comida) se considera como un beneficio gratuito por estar en la oficina", añade.
Estrés y ansiedad
Otra de las razones de por qué comemos cualquier cosa en la oficina sin pensar mucho en lo que nos estamos llevando a la boca es el estrés.
"El ambiente en las oficinas suele ser de mucha exigencia, de presión, de estar como corriendo de una cosa a la otra y en esos estados no es fácil conectarse y poner atención deliberada", señala Lilia Graue, médica y psicoterapeuta mexicana especialista en alimentación.
"Entonces cuando aparece la comida se activa algo que llamamos mindless eating que es la alimentación sin conciencia", explica Graue, quien también es directora del centro de salud alimentaria Mindful Eating México.
Mindful eating o alimentación consciente, es una disciplina que trata de prestar atención a la forma en que comemos.
Distintas investigaciones demostraron que comer conscientemente mejora la digestión, regula nuestro apetito y nos ayuda a disfrutar nuestra comida mucho más.
"La alimentación consciente no es una dieta, se trata mucho más de saber cuánto y qué se está comiendo. A menudo estás ingiriendo alimentos que nos rodean inconscientemente y eso sucede bastante en la oficina", opina Albers.
Y probablemente termines comiendo algo casi sin que te des cuenta y sin siquiera saber si te gusta o no.
Los malos hábitos al comer también están relacionados con la ansiedad y comer sin pensar en la oficina puede ser el resultado de ello.
"Los seres humanos solemos tener conductas alimentarias que buscan calmarnos. Algo que pasa automáticamente cuando comemos es que se activa un área del sistema nervioso central que está encargado de la relajación, así que comer nos calma", describe Graue a BBC Mundo.
"Si estamos muy ansiosos en un contexto de mucho estrés, de mucha exigencia donde nuestro desempeño está siendo medido y somos tratados como máquinas productoras y no como humanos es natural que recurramos a las pocas conductas a las que tenemos acceso para calmar nuestro sistema", agrega.
Contagioso
Otro factor que influye en la oficina es que, en muchas ocasiones, el comer se transforma en un evento social.
"Las personas que están comiendo algo contagian a otras para que también coman", subraya Albers, quien es autora de seis libros sobre mindful eating.
O también puede suceder que esa reunión en torno a la comida sea una respuesta psicológica al factor de "pertenencia al grupo", añade Graue.
Es decir, que la comida nos une de algún modo, sin importar tanto si lo que estamos comiendo es de mucha o poca calidad.
¿Cuál es la clave para evitar comer cualquier cosa en la oficina?
"Ubicación, ubicación, ubicación", repite Albers.
La experta opina que el lugar donde está situada la comida es fundamental para evitar la tentación.
"Una cosa que puedes hacer es tener algunas opciones más saludables en tu escritorio. Eso se llama efecto de proximidad. Comeremos alimentos cercanos a nosotros y no tendremos que esforzarnos demasiado".
De este modo es menos probable que vayas a la sala de reuniones o a aquel escritorio que nadie usa donde se deja la comida.
Otro consejo de Albers es que alimentos como postres, golosinas o galletas estén ubicados en lugares donde las personas no circulen frecuentemente. Por ejemplo, que no estén en el camino para ir al baño o junto a la fotocopiadora.
"En mi oficina colocábamos comida detrás de la recepción donde la gente se paraba y charlaba e, inconscientemente, tomaba mucha comida y la comía sin pensar. Luego la trasladamos a la sala de descanso en el subsuelo, así que el que la quería tenía que ir a buscarla a propósito", ejemplifica Albers.
También se puede poner como objetivo, por ejemplo, que los cumpleaños de los compañeros se celebren solo un día al mes o que las golosinas se puedan llevar una vez por semana, sugiere la experta.
Pero bajo ningún punto de vista hay que dejar de alimentarse mientras pasas largas horas en la oficina.
"Mucha gente está hambrienta en la oficina porque está estresada y trabajando mucho. A veces la gente dice: 'no tengo tiempo para comer en el trabajo' y esa es una de las peores cosas que puedes hacer para concentrarte y tomar buenas decisiones", concluye Albers.