"Su nombre era Maximiliano Olmos, tenía 25 años, jugaba de volante central, número 5 en Sportivo Guadalupe, categoría 94. Un pibe excepcional, muy divertido, un fenómeno, muy compañero, muy solidario”, así comenzaba el relato de Horacio Herrera, su ex DT en el club que lo vio crecer como futbolista, al recordar al joven asesinado el jueves pasado por motochorros en barrio Mariano Comas.
El entrenador lo llamaba “el cabezón”; lo dirigió tres o cuatro años en el club hasta que Maxi decidió dejar el fútbol para cumplir su sueño: trabajar y comprarse la moto, la misma moto que iba a llamar la atención de dos delincuentes que lo asesinaron a balazos en la esquina de los pasajes Pasteur y Larramendi para robársela.
“Era un pibe muy excepcional, un chico con mucho futuro deportivo, una persona excelente, muy buen compañero con toda su categoría, muy alegre”, manifestó entre lágrimas el entrenador, quien dijo estar muy “dolido y acongojado”.
“Cuando me enteré no lo podía creer. Su sueño le llevó la vida porque en su momento él dejó de jugar al fútbol para entrar a trabajar en la mueblería y poder cumplir su sueño de comprarse la moto, fue escalando en los modelos hasta que llegó a comprar la última. Persiguiendo su sueño se quedó sin vida”, dijo tajante.
Maxi y Julio
Herrera lamentó que Santa Fe venga “sacudida” por los últimos hechos de inseguridad: “Esta vez le tocó a Maxi; no sabemos quien puede ser después, todos son sospechosos y tenemos que mirar para los costados, nos sabemos si nosotros o nuestros hijos pueden ser la próxima víctima”, dijo.
Herrera se quebró al señalar las muertes de Maxi Olmos y también la de Julio Cabal, ocurrida días antes. Mañana habrá una marcha a la Plaza 25 de Mayo para reclamar justicia por el asesinato de Olmos.
“El cabezón era un pibe bárbaro; espero que nos escuchen, que no haya más Maxis, que no haya mas Julios”, pidió el entrenador.