n medio de la cuarentena para prevenir la propagación del coronavirus, varias empresas comenzaron a cerrar sus plantas, como ocurrió con la fábrica de margarinas Dánica que está ubicada en Lavallol, una localidad de Lomas de Zamora.
A pesar de que el Gobierno tomó varias medidas para mantener los puestos de trabajo, como el decreto de prohibición de despidos y suspensiones hasta junio, la doble indemnización o la aplicación de multas, Dánica igual ha decidido cerrar sus puertas.
La marca Dánica, con unos 80 años de historia, cerró su planta en ubicada en Lavallol, del conurbano boanerense, luego de un conflicto gremial. A fines de la década del ’30 fue fundada en ese predio en donde trabajaban unas 150 personas y se producían margarinas de origen vegetal.
"El cierre de la planta, que impacta en la comunidad en un contexto agravado por la recesión económica y por la emergencia de COVID-19, tiene su origen en un desmedido reclamo salarial de los gremios de Federación Aceitera", señalaron desde la empresa, que es propiedad del Grupo Beltrán.
Según explicaron desde la empresa Dánica, los gremios piden que se incorporen pautas salariales propias del mercado exportador que resultan "excesivamente onerosas" para su actividad.
El conflicto que provocó el cierre de la fábrica en Lavallol comenzó cuando la empresa se negó a acatar la conciliación obligatoria, por la que debía reincorporar a cinco empleados que habían sido despedidos. "Se dictó una conciliación obligatoria y la empresa decidió no acatar y poner un candado a la planta, por lo cual, el resto de los trabajadores no pueden ingresar", según explicaron fuentes del Gobierno de la provincia de Buenos Aires.
El Gobierno bonaerense sancionará a la firma por una "multa importante". Pero aún restan varias instancias: la empresa presentó un recurso y si el Ministerio lo rechaza todavía pueden presentar un descargo. "Hay tiempos de procedimientos, pero se trata de una falta grave y le cabe una sanción", explicaron.
El miércoles, la empresa Dánica advirtió en un comunicado que tomaron la decisión de cerrar sus puertas ante los "costos laborales excesivos" que no pueden afrontar y por el efecto de un quite de colaboración que realizaron los sindicatos en plena cuarentena.