Hoy 13 de mayo se cumplen 70 años del primer Gran Premio de Fórmula 1, competencia que nació en respuesta al Mundial de Motociclismo que comenzó en 1949 y que se convertiría en la máxima prueba del automovilismo.
Esa jornada en el circuito de Silverstone en el Reino Unido, en una antigua pista de aterrizaje de la Fuerza Aérea Británica, sería la jornada inaugural de una temporada con siete fechas y quedaría marcada por el gran triunfo de Giuseppe Farina y de Alfa Romeo, firma que se quedaría con los tres primeros lugares.
El vehículo que permitió tal nivel de superioridad era un Alfa Romeo Tipo 158. Conocido como Alfetta 158, nació en 1938 y rápidamente se estableció a la vanguardia de la tecnología.
Dotado de un motor de 8 cilindros en línea con compresor de una etapa y carburador de tres cuerpos, había sido diseñado por Gioacchino Colombo, jefe del departamento de diseño, quien buscaba un motor que entregara potencia, aceleración inmediata y fiabilidad.
Todo eso entregaba el Alfetta, modelo que destacaba por el uso de aleaciones ligeras, que le permitían reducir el peso del motor a solo 165 kg. El cambio se ubicaba en la parte trasera, formando un bloque con el diferencial, esquema que se conoce como transaxle y que se caracteriza por ocupar menos espacio y por proporcionar una distribución óptima del peso entre los dos ejes. Esa misma solución la marca la usaría en sus vehículos de producción.
El año de su nacimiento (1938), el Alfetta tenía un motor de 1.5 litros con un compresor de 185 Hp. Luego de la guerra, el compresor se convirtió en doble etapa y el motor alcanzó 275 Hp, para luego subir a los 350 Hp (a 8.600 rpm) en 1950. Y como tenía poco peso, su relación peso/potencia era de solo 2 kg/Hp, factor que incluso rivaliza con deportivos actuales.
Botín de guerra
Debido a la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo y la evolución del Alfa Romeo 158 tuvo un receso, ocurriendo un hecho insólito.
En 1943, con Italia ocupada, un pequeño número de Alfetta 158 estaba en la fábrica de Portello, con el riesgo de convertirse en botín de guerra, por lo que técnicos y trabajadores de Alfa Romeo deciden hacerlos desaparecer y planifican de forma clandestina su traslado en camiones.
Pero el destino parecía no hacerles fácil la huida, ya que justo cuando el convoy de camiones está a punto de partir, aparece una patrulla de la Wehrmacht (policía nazi) apuntando con sus armas. Según cuenta la propia marca “afortunadamente, el piloto de pruebas Pietro Bonini era suizo y había vivido en Berlín durante bastante tiempo. Hablando en perfecto alemán y agitando un salvoconducto logra salvar la situación. El convoy se pone en marcha. Los 158 se llevaron a garajes y cobertizos de granjas, ocultos detrás de falsas paredes o pilas de leña, a la espera de tiempos mejores”.
Esos tiempos mejores llegaron para Alfa Romeo después del final de la guerra y los Alfetta 158 regresaron a la fábrica de Portello, se restauraron y prepararon para volver a competir.
No tardaron en tener éxito. Entre 1947 y 1948, Nino Farina gana el Gran Premio de las Naciones en Ginebra, Varzi fue el primero en cruzar la línea de meta del Gran Premio del Valentino en Turín, y Tossi se impone en el Gran Premio de Milan.
Hasta que llega el 13 de mayo de 1950. El Gran Premio de Gran Bretaña de Silverstone fue la primera de siete fechas que conformaron el primer Campeonato Mundial de Fórmula 1 de la FIA, dejando ser un triunfo histórico para Alfa Romeo.
Todo fue superioridad para la casa italiana. Desde el comienzo se veía que no tendrían rivales, más aún cuando los cuatro Alfetta 158 coparon los primeros cuatro lugares de la salida, con Giuseppe Farina adueñándose de la pole position.
Era tal la ventaja de Alfa Romeo que la prensa bautizó a Farina, Juan Manuel Fangio y Luigi Fagioli como “el equipo de las 3F”. Esos tres pilotos ganaron todos los Grandes Premios en los que participaron, subiendo al podio en doce ocasiones y logrando cinco vueltas rápidas. Como dijo Giuseppe Busso, histórico diseñador de Alfa Romeo y colaborador de Gioacchino Colombo, “nuestro principal problema era decidir cuál de los tres pilotos tenía que ganar la carrera”.
En Silverstone, con lo más alto de la monarquía británica entre los 200 mil espectadores, el triunfo fue para un descollante Nino Farina (luego el primer campeón de la F1), seguido por Luigi Fagioli y Reg Parnell, monopolizando así Alfa Romeo el primer podio de la F1.