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Miércoles 22 de Julio de 2020 - 12:54 hs

Damián Palacios, un talento de Venado Tuerto haciendo historia

El base venadense es uno de los jugadores con amplio recorrido dentro del ascenso, disputando al momento 14 temporadas dentro de la categoría. Un vistazo a sus inicios en su querido Olimpia, sus largos años en Liga Argentina, sus ascensos y ese sueño cristalizado de jugar la Liga Nacional.

Independientemente de su vigencia, su talento inoxidable y su capacidad de juego que lo ha llevado a destacarse desde muy chico, la historia de Damián Darío Palacios pertenece a una lista tan prestigiosa como envidiable dentro de la Liga Argentina de Básquet. El venadense se hizo un hueco importante dentro de la categoría, respaldando todo esto en sus 14 años dentro del ascenso, pasando también por años de Liga Nacional y hasta teniendo algunos pasos por competiciones del exterior.

Más allá de su nutrida trayectoria y la versatilidad que supo exhibir en todo el camino que lleva recorrido, Palacios sin dudas se ganó un nombre importante y de peso dentro de la Liga Argentina. Pero para ser un poco más claros, repasemos un poco esa trayectoria tan emblemática que supo atravesar a través de los años.

Desde su Venado Tuerto natal, una de las ciudades santafesinas con mayor historia dentro de nuestro básquet, comenzó a dar sus primeros pasos a los 4 años porque su hermano Hernán, primos y toda su familia estaban ligados a la disciplina, y como casi todo chico imitó los mismos pasos de su propio entorno y espejo. De hecho su tío fue uno de los socios fundadores del club Olimpia BBC, institución de leyendas, y allí fue donde todo comenzó, viendo las glorias que desfilaron en la época dorada del club, admirando jugadores inmensos como Jorge Racca, Lucas Victoriano o Alejandro Montecchia, sus ídolos.

Sobra decir que Olimpia fue, es y será su lugar de siempre, por ser el club del barrio, a solo unas cuadras de casa, pero también porque lo vio formarse y crecer. Ahí consiguió su primer rápido pero gran logro, salir campeón y ascender en la 2002/03 desde la vieja Liga B al Torneo Nacional de Ascenso (TNA). Luego, ya en la segunda categoría, jugó otras cuatro temporadas hasta la 2006/07 inclusive. Con el club bajándose de la competición, armó por primera vez sus valijas y partió a Corrientes, para jugar en San Martín la 2007/08.

Siempre siguiendo en el segundo eslabón del básquet nacional, la hoja de ruta sigue escribiéndose con paso por equipos como Alma Juniors de Esperanza (2008/09), Firmat FC (2009/10 y 2010/11), Rosario Central (2011/12), Oberá Tenis Club (2012/13), Ciclista de Junín (2013/14), San Isidro de San Francisco (2015/16), e Independiente BBC de Santiago del Estero (2017/18 y 2018/19).

En el medio de todo esto hay que tener en cuenta su participación en otros niveles, como cuando cumplió su sueño de jugar Liga Nacional para la 2014/15 después de ascender con Ciclista, una experiencia que duró una temporada pero que dejó un saldo positivo de sus innatas condiciones (11,4 puntos con 40% de efectividad en triples, 3,6 rebotes, 4,0 asistencias y 29,1 minutos en 54 presentaciones). Le quedó esa sensación de querer volver a probarse en la máxima categoría, y esa oportunidad, después de tanto lucharla y pelearla para que llegue, finalmente se dio en la pasada 2019/20 con Hispano Americano de Río Gallegos.

También hay que tener en cuenta que pasó por Brasil, donde defendió los colores de Vasco de Gama en dos temporadas, tanto en Liga Ouro, el ascenso de dicho país ganando el título y subiendo a la máxima división en la 2015/16, como así también en la NBB, la elite en 2016/17. Para la 2017/18, la primera mitad del año antes de arreglar su llegada a Independiente de nuestra Liga Argentina, también había jugado previamente en Universidad Católica de Chile en la primera división de la nación trasandina.

El base tiene sobre sus espaldas un enorme recorrido y hoy con 34 años (nació el 6 de octubre de 1985) va por más. Su actitud de siempre ir hacia adelante, de no rendirse nunca buscando superar cualquier obstáculo que se ponga delante de su objetivo, lo ha caracterizado desde muy joven y sin dudas es una de esas virtudes que le ha permitido trascender más allá de esas grandes condiciones deportivas que despliega dentro de la cancha. Hoy se encuentra entrenándose con la primera de Olimpia, ese club de toda la vida, mientras aguarda la reanudación de las competiciones de la Asociación de Clubes (AdC) para definir su futuro. Mientras tanto, se presta a una amena charla repasando un poco toda esa experiencia que ha sabido cosechar en todos estos años.

- En algún momento pensaba si hacés un poco de vistazo atrás de tus inicios en Olimpia. Pero volviendo siempre a casa, con Venado muy presente y hasta yendo en los recesos a practicar, tirar al club y demás... me parece que es un recuerdo que en todo momento quizá lo estás viviendo y presenciando porque es como si nunca te hubieses ido.
. Sí, acá siempre tengo el recuerdo en todo momento presente de Olimpia y de cómo comenzó todo, constantemente, a cada momento se me vienen esas épocas. Te lo marco con una referencia: cuando era chiquito tuve la suerte, la fortuna, de ver a los mejores jugadores de Argentina acá a dos cuadras de casa. Pichi Campana, Racca, Montecchia... tenía 6-7 años y los veía entrenar, cómo jugaban, todo lo que movían y generaban, los autos que tenían... en ese momento ya pensaba "¡Qué hermoso sería ser jugador de básquet!". Cuando Olimpia sale campeón, que ya tenía 10-12 años, era una revolución total mi ciudad, ellos eran los ídolos, los seguía toda la gente, hacían cola de tres cuadras para ver el partido y encima siempre quedaba gente afuera que no llegaba a entrar a la cancha... era algo increíble. Desde siempre soñé con jugar al básquet, pero también sabía que había que hacer muchísimo esfuerzo. Los invitaba a casa, miraba cómo tiraban, cómo se manejaban. Hoy en día hay muchísima información, porque te metés en YouTube y tenés ejercicios y todo, pero antes no era tan así. Entonces eran épocas donde estabas con la pelota todo el día, absolutamente todo el día... en el patio de casa, en el club, en donde sea. Cuando se me da la oportunidad, y vos fijate que para eso Olimpia tiene que descender de la A al TNA, del TNA a la B, y recién ahí me llaman para entrenar con el equipo. Para ese entonces yo ya me destacaba dentro de mi categoría, pero delante mío había pibes que eran mejores que yo, más grandes, que iban a entrenar con el equipo. Para mí que ya me llamen a entrenar era tocar el cielo con las manos, entonces iba a todos los entrenamientos, iba antes, me quedaba después de las prácticas... todo el día estaba ahí. Y de esa forma fue que fui avanzando. Los otros que capaz eran mejores que yo tal vez había que entrenar un domingo y ya empezaban a querer salir, pero yo cambiaba todo eso para ir a entrenar porque para mí era un sueño estar ahí, charlar con los jugadores mayores, compartir un viaje o simplemente sentarme en un banco sin entrar pero alentando y jugar con ellos. Ese año perdemos la final para ascender contra Quimsa en la B, y al año siguiente me dijeron que iban a traer jugadores reclutados y que íbamos a ir rotando... no me gustó para nada (risas). Ahí me puse en la cabeza ese objetivo, no quería rotar, quería jugar, estar. Traen un par de chicos reclutados, y justo se da ese año que al base titular se le enferma el papá, y ahí se empezó a probar. Entró el base suplente sin resultados, prueban con un 2 corriéndolo a base que tampoco resulta, y ahí recién me mandan a la cancha. Un partido que perdíamos por 7 puntos, sin hacer nada loco sino defendiendo y pasársela a (Diego) Belvedere para que meta los puntos, lo terminamos dando vuelta y ganamos. A partir de ahí empecé a tener minutos. Estaba en el último año de la secundaria y ascendemos, y ahí viene (Víctor) Daitch me dice que iba a ser el base suplente del TNA. No era como ahora que tenés la chance de seguir estudiando a distancia o hacer las dos cosas a la vez, entonces terminé la secundaria sin llevarme nunca ninguna materia para no perder el tiempo estudiando en el verano y así poder viajar con el equipo sin perderme nada. A partir de ahí sentí que podía intentar vivir de esto, jugar profesionalmente contra los mejores, y de ahí no paré más.

- Te tocó jugar ahí cinco años con Olimpia desde esa Liga B hasta las últimas temporadas en el TNA.
. Sí, hasta el último año de Olimpia en el TNA que casi ascendemos, cuando terminamos perdiendo la final por subir contra El Nacional. De ahí me llevó Pablo D'Angelo para ser el base titular de San Martín de Corrientes, y de ahí seguí. Siempre como base titular salvo lo que fue ahora en Hispano y con el Vasco en la A, después siempre con muchísimos minutos. Ese fue un poco el momento en el que me di cuenta que podía vivir de esto. Para mí fue ayer, pero cuando empezás a ver fotos y la sumatoria de los años lo empezás a notar: hace un montón de años que estoy en esto. Llega un momento en el que lo empezás a pensar y sabés que son muchos años, quizá puede cansar un poco pero esto es lo que uno tanto disfruta, y cuando empezás a correr, a entrenar, y metés un tiro y sentís cómo se te revoluciona la sangre, decís "No dejo de hacer esto ni loco" (risas).

- Ese salto de pasar de ser una tercera o cuarta opción, incluso quizá desde ese época antes de que te llamen a entrenar con el primer equipo de Olimpia para Liga B, a todo lo que pasó en 2-3 años donde te asentaste en el TNA, con ascenso en el medio y muchísimos minutos de cancha... ¿Te pasó todo muy rápido?
. Quizá, sí. Mi tío es socio fundador de Olimpia, toda mi familia está relacionada con el club y entonces yo también, de hecho ya a los 4 años ya iba al club. Al ver todo lo que generó Olimpia campeón, imaginate lo fuerte que puede ser eso para un pibe siendo tan chiquito. Mi primo hermano es Ariel Vilariño, que falleció en 2009 en un accidente de tránsito, habiendo dirigido en Echagüe y siendo asistente de Pablo D'Angelo, y con él cuando eramos chicos los dos siempre limpiábamos la cancha en el último año de A de Olimpia y el del TNA, ese que desciende. Nosotros dos teníamos el sueño de estar en Olimpia siendo entrenador y yo jugador. Entonces, a lo que voy es que, mi objetivo estaba en eso. Y cuando llegué, cuando tuve la posibilidad de jugar, entendí que era mi oportunidad y no la tenía que desaprovechar. En principio el amor propio de ser un enano que quiere jugar un deporte de altos, algo que es de una persona bien cabeza dura (risas), y sentía que no me iban a ganar. Entre eso tantas veces que volví llorando a casa por adversidades que pasaba o cosas del entrenador o lo que sea... pero volvía, me descargaba llorando o pasando ese mal momento, y después volvía con más fuerza para demostrarles a todos que dentro de la cancha yo podía jugar. Una vez que llegué ahí, cuando me tocó entrar en ese partido, evidentemente estaba preparado y creo que mi cabeza es fundamental en esto. No solo en ese momento, sino a lo largo de todos los años de carrera que llevo. La mente que tengo para tratar de alcanzar las cosas que me propongo. Cuando entré, sentía que ya había dado ese paso que estaba buscando y sabía que tenía que darle más para adelante, y siempre me medía con los de mi edad y trataba de sacarles diferencia a la hora de jugar. Creo que ese fue el impulso que hizo que nunca me conformé con lo que tenía y siempre fui por más.

- Bueno, ahí está ese hambre de no conformarse. Si en ese momento te hubieses frenado a ver un poco lo que habías logrado con tanto aún por recorrer, podría haber sido contraproducente y hasta quizá te habrías nublado con eso.
. Mirá, para que te des una idea de cómo viene y que no es casualidad, hay una historia que demuestra un poco cómo soy actitudinalmente y con esa cabeza dura. En su momento, Racca que para mí era un ídolo acá, y Victoriano, usaban unas Topper 3x3 de lengueta larga... eran las zapatillas que usaban ellos. Un día fuimos con mis viejos de Venado a Rosario, como hacíamos comúnmente cuando íbamos de compras y esas cosas, y en la peatonal justo vi esas zapatillas. Me encachilé y las quería como loco, me quedaban grandes pero yo las quería igual, no me importaba nada. Mi viejo cometió el error de decirme que las comprábamos en Venado, yo le decía que no conseguíamos en Venado... así que bueno, todo el viaje de vuelta me fui pateándole el asiento porque quería las zapatillas. Llegamos a Venado, obviamente no estaban las zapatillas, y yo seguí pateando todas las cosas en mi casa (risas). Así que bueno, la próxima vez que fuimos a Rosario las mandamos a pedir y tuve las zapatillas esas, por más que quedaban grandes (risas). Para que veas que ya desde chiquito soy así, lo que quiero peleo hasta tenerlo y hago hasta lo imposible. Eso es algo que te puedo decir que me marca... ojo, con virtudes pero también defectos... pero parte de esa personalidad es la que logró que yo pueda hacer que con mi estatura, en un deporte donde la mayoría son altos y donde se me dificultaba más todavía, siempre esté metiendo la cabeza por alcanzar mis objetivos. Y sin ninguna receta mágita, sino que esforzándome y sobre todo yéndome lejos de casa que por ahí es lo más difícil que tiene esta profesión.

- Lo llevo al contexto de tu ambición por querer volver a jugar en la Liga Nacional, porque te había quedado ese gustito amargo de no seguir en la categoría después de haber tenido un muy buen año en Ciclista y en lo que fue tu debut en La Liga.
. Por supuesto, a mí me había quedado algo pendiente y siempre estuvo ahí. Y cuando se me dio la posibilidad de volver fue alegría pura. No sé si era en el momento que lo esperaba pero llegó, y eso es lo importante, que haya llegado mientras siga vigente. Fueron sensaciones extrañas. La valoración es fundamental porque cuando te sentís importante producís de una manera diferente. Preparé la cabeza, traté de enfocarme en ser útil al equipo en el momento que me tocaba entrar. Tal vez me tocaba entrar con el equipo perdiendo por 7, entonces mi objetivo pasaba a ser que el equipo iguale o pase al frente. Era no jugar quizá de Damián Palacios como lo venía haciendo años anteriores en la Liga Argentina y con tantos minutos, sino pasar a jugar más de colaborador anónimo para que el equipo sume. Después, a partir de ahí y de lo que podía suceder en ese tiempo que me tocaba jugar, volver a entrar a la cancha ya dependía del entrenador. Nunca le fui a decir por qué, yo estaba ahí y si me quería utilizar podía hacerlo y sino lo respetaba, seguía entrenando y me quedaba alentando a mis compañeros. Y es algo que me sirvió muchísimo, porque antes quizá a mí se me transformaba la cara y pateaba todo. Hoy ya siendo un poco más viejo, más grande y maduro, entiendo que es una situación diferente. El objetivo era que el equipo se vaya siempre ganando, tal vez sin hacer puntos ni nada mágico, simplemente haciéndolo jugar. No considero que haya sido un año perdido en lo deportivo, pero sí fue una temporada en la cual tuve que adaptar mi cabeza a otra situación, jugando más de otra cosa. Me gustó mucho el año porque tuve momentos muy buenos, y hasta tuve sensaciones de alivio a esa herida que tenía de no haber vuelto a jugar en La Liga, en las mejores canchas del país y contra los mejores rivales, haciendo cosas positivas, estando en un club que realmente es excelente como Hispano Americano que te cumple a la perfección y no te hacen faltar nada.

. Bueno, fue un baño de sensaciones que te dejó un aprendizaje distinto a lo que estabas acostumbrado.
- No tengas dudas. La realidad es que de jugar de básquet no te recibís nunca, es una frase que no es de mi autoría pero es muy cierta. Hoy podés ser campeón, meter 30 puntos de promedio y ser figura, pero al año o al partido siguiente si la pateaste y tu equipo pierde ya está, todo lo que hiciste antes no tiene sentido. No solamente para lo que es el básquet sino también para la vida. Ahora que estoy trabajando con esto de los seguros, te das cuenta después que las cosas que pasan dentro de una cancha, en un equipo o en el transcurso de mi carrera, también pasa en la vida diaria. Para mí todas las experiencias que puedas tener te prepara para la vida, para lo muy lindo y también para cualquier cachetazo. Yo sé que siempre algo va a ocurrir para mejor, suceda lo que suceda, siempre algo aparece. Creo que las cosas suceden por algo, porque tienen que pasar de esa manera. A mí me pasó que el primer año de mi carrera no entraba y seguía entrenando igual como si fuese el capitán del equipo, al otro año me trajeron otros jugadores y seguí metiéndole para poder jugar, después también estar cuatro temporadas con Olimpia en el TNA donde fui el base suplente del equipo por amor a mi club y hasta quizá resignando la posibilidad de irme a otro equipo para ser titular. Después me quedo sin club porque Olimpia se bajó, no tenía equipo, estaba triste sin equipo y sin saber si iba a seguir jugando al básquet... y justo se da que San Martín de Corrientes compra plaza cuando ya estaba iniciada la Copa Argentina, y D'Angelo me lleva para el base titular del equipo.

- Ahí arranca toda esa maratón por los muchos clubes que tuviste en tus más de 15 años de carrera, después de Olimpia y antes de los 23 años...
. Obviamente que hay un montón de clubes en el medio sí, y pasando por situaciones de todo tipo. Pero te digo, y a esto lo sabés muy bien, que siempre en casi todos los recesos estuve cortando clavos para ver hacia donde me iba a jugar. De Olimpia me voy a San Martín de Corrientes, de ahí a Alma Juniors, de ahí a Firmat que me quedo por dos temporadas, de ahí a Rosario Central, y después a Oberá. Llego a Ciclista donde fue algo épico, una cosa de locos ese equipo, se me da esa posibilidad de jugar la A en un club que siempre hizo muchísimo esfuerzo por estar pero que como casi todo esfuerzo costaba... después de esa temporada con Ciclista donde me sentí muy bien, me toco no poder ir al Juego de las Estrellas porque fue en la misma fecha que se jugaba la reclasificación contra Lanús, un cachetazo más porque me hubiese gustado estar... después no puedo seguir jugando en la Liga con las ganas esas que tenía de quedarme peleándola ahí porque sentía que hice el mérito para seguir en la A. Ahí sentí que había toda la facultad, que me recibí, que ejercí un año, que me fue bárbaro, pero al año siguiente tuve que empezar de vuelta. Entonces me voy a San Isidro, un club bárbaro y uno de los mejores equipos de la segunda categoría donde cumplen a rajatabla, pero a mitad de temporada me corta el Turco (Osvaldo Arduh), la primera vez en la vida que me pasaba eso de quedarme sin club a mitad de temporada. De ahí sale irme a jugar a Brasil con el Vasco que llego para la última parte de la temporada, ascendemos y me quedo al año siguiente en la NBB. Cuando volví de ahí pensé que era mi revancha para volver a insertarme de nuevo en La Liga, pero no se me da, pasa lo de Villa Ángela que se cayó cuando ya teníamos todo arreglado y me voy a Chile, donde me fue bien pero el equipo necesitaba un jugador que le haga 30 puntos por partido. De ahí me voy a Independiente media temporada donde nos fue bárbaro, porque la idea era salvarse del descenso y terminamos peleando por el ascenso, renuevo en Santiago del Estero teniendo un año bastante bueno por cómo se venía dando todo, y después de ahí me toca esta última temporada donde salió lo de Río Gallegos para volver a la Liga y con esas sensaciones que veníamos hablando. Por eso te digo, nunca te recibís de jugador y siempre tenés que meterle para adelante, porque si te ponés a pensar uno pasa cosas difíciles en los años que lleva dentro de la profesión.

- Si bien está esto de siempre haberla luchado, en algún momento te habrá pasado que te sentiste cómodo, querido y valorado en la Liga Argentina. ¿Cuándo lo pudiste ver a eso?
. Sí, obviamente que me pasó eso con el correr de los años, y hasta para mí es un honor haberme mantenido por tantos años dentro de la categoría porque es una competencia súper difícil y exigente, me encanta jugarla. Pero también, con cómo soy yo de ambicioso y de las ganas de ir por eso que tanto quería que era volver a la A, me pasaba que por ejemplo cuando estaba en Independiente me iba a ver a Quimsa y Olímpico de local en La Liga y sentía que era otro deporte, en el cual cuando lo jugué y había jugado me resultaba hasta más sencillo que jugar en la segunda categoría. Ese desafío era lo que siempre me movía y me mueve al día de hoy, lo económico obviamente es importante pero lo que siempre prioricé era el desafío de jugar, y mientras más alto sea ese nivel entonces mejor. Por eso, más allá de sentirme súper valorado y de que me encantó desde siempre jugar TNA, era muy difícil para mí decirle que no a un equipo de Liga, incluso si eso me llevaba a salirme de una zona de confort que era la segunda división. Sé que soy alguien respetado y conocido, incluso hasta ser bien remunerado quizá por el hecho de haber jugado en un equipo importante, pero ese desafío constante me llevó también a querer salir de esa zona de confort, conciente de que me iba a jugar a una categoría superior sabiendo que quizá no iba a tener el peso que sí tenía en la segunda división.

- Te pasó igual de tener esas alegrías de títulos y ascensos, y creo que las tres con sensaciones totalmente diferentes. El de Olimpia no dudo que más allá de que eras muy chico tiene un costado sentimental muy fuerte.
. Seguro que sí. Con Olimpia ascendimos y salimos campeones, con Ciclista igual y también con Vasco. Esos fueron mis tres títulos en clubes, lo demás son cosas difíciles que van pasando y de las que uno siempre tiene que estar levantándose. Por eso considero que todo esto te va formando tanto para el deporte como para lo que es la vida, porque sabés que la mayoría de las cosas no van a ser siempre exitosas. Totalmente distintas las sensaciones, coincido, por las cosas que me fue dando cada uno de esos logros. En Olimpia fue como recibirme de jugador pero por haber marcado una etapa, sentimentalmente también, porque ahí ya me sentía importante, cerrando partidos con 17-18 años. Me sentí factor fundamental para que Olimpia ascienda ese año de la Liga B al TNA, no es que solamente era un juvenil porque jugaba minutos importantísimos, y ahí fue cuando sentí que podía vivir de esto, mientras siga mejorando podía seguir intentando jugar. Ese ascenso me marcó, mezclando ahí también todos esos recuerdos de mi tío, de mi época desde muy chico en el club... fue maravilloso eso.

- En ese ascenso con Ciclista hay un plus creo porque no estaba en los planes previos y terminaron terminando una campaña arrasante.
. Con el sueño para mí también de llegar a jugar Liga Nacional, porque era algo que quería y soñaba, y lograrlo viniendo de ganar el ascenso con el equipo. Se me dio a los 28 años con Ciclista, llegando a un club donde todos eran pibes, donde nadie nos daba ni dos pesos, y terminamos jugando de una manera tremenda... y con el agregado de ser además el capitán de un equipo profesional, algo que nunca antes me había pasado. Ahí es cuando te decía que me gradué de la facultad, y ya al otro año en la A me tocó jugar contra todos esos monstruos que veía en la tele, jugadores de muy reconocidos y de selección. Ese desafío de jugar la A con Ciclista me demostró que podía estar a la altura, dirigí al equipo dentro de la cancha y por porcentaje de puntos me gané un llamado para ir a un Juego de las Estrellas que se hacía en el Luna Park y con (Luis) Scola, pero por un partido de reclasificación no pude ir. Eso también me había quedado pendiente. Así que me voy a Vasco, donde ganamos el ascenso.

- En Vasco hasta el día de hoy siempre está ese gran recuerdo que dejaste. ¿Sentís que fue un poco alocado eso que pasó y perdura al día de hoy?
. Sí, porque Vasco es un club grandísimo en Brasil, es como si hablaras de Boca o River acá en Argentina. Venía algo herido por todas las cosas que me venían pasando, era la primera vez que me iba a jugar afuera de mi país, y era volver a meterle con todo desde cero. Cuando entra la primera que tiro, entra la segunda y también la tercera, empecé a escuchar a los brasileros cantando mi apellido o cantando "¡Argentino, argentino!". Para mí eso ya era una película, más pensándolo de dónde venía. Salí de mi barrio, de mi club, y estar en Brasil donde los torcedores coreaban mi nombre y a mi país... obviamente que siempre con los pies sobre la tierra, pero para mí era un mimo al alma y a mi humilde carrera deportiva, era como estar en la selección o la NBA. Nos toca ascender con Vasco, descubrir incluso que la mayoría de los jugadores que estuvieron conmigo estuvieron en la selección de Brasil o con participaciones en Liga Sudamericana. Empecé a abrir más mi cabeza en ese momento, y al año siguiente se dio de jugar la máxima categoría, la NBB, con jugadores como Marquinhos o el base titular de mi equipo que era Nezinho, que ya sabía que era un jugador muy bueno y famoso en el básquet de Brasil. Compartir cancha con esos jugadores también era algo muy importante para mí. En el Juego de las Estrellas de Brasil justo Nezinho estaba lesionado para la carrera de habilidades, y ahí me llaman a mí porque Nezinho no podía ir... entonces es como que en algún momento todo eso que hablamos, desde una nueva oportunidad en la Liga Nacional o hasta un Juego de las Estrellas, todo vuelve, de una u otra forma. En ese concurso de habilidades llegué a la final y no la pude ganar, así que nunca la película queda completa (risas). Como lo decías vos, los tres ascensos se vivieron de forma muy distinta, porque en el Vasco fue para mí un torneo más corto porque llegué con la competencia ya iniciada pero a su vez también fue algo muy loco porque habíamos arrancado 2-0 las finales, nosotros teníamos que ganar tres partidos y definir de visita para ser campeones. Después ir al Maracaná para que los hinchas se saquen fotos con vos, que te traten tan bien, para mí era sentirme una estrella todo ese tiempo que duró. Al día de hoy a veces subo alguna foto en las redes sociales y los torcedores del Vasco me siguen comentando, acordándose de ese paso que tuve en Brasil. Cualquier cosa que esté relacionado con el Vasco tiene una repercusión enorme, por la grandeza que tiene como club, de los más importantes. Me acuerdo incluso que una vez había metido un triple de aro a aro y fue trending topic, terrible. Son cosas locas, Vasco es gigante y cualquier cosa que sobresalga repercute muchísimo.

- Vuelvo un poco a tu historia particular, con los años de trayectoria que son un montón y que repasando un poco todo ese recorrido genera sensaciones fuertes. ¿Lo podés llegar a notar a esto? ¿Y qué te pasa cuando lo ves reflejado en tantos años?
. Es un montón, en el día a día no lo ves tanto por el ritmo con el que llevás tu rutina, pero cuando te sentás y empezás a pensar se te vienen cosas fuertes a la cabeza. Hay cosas que de hecho ya ni te acordás por tanto tiempo que pasó (risas), pero realmente pasó muchísimo tiempo. Incluso con y contra quiénes jugaste, que te das cuenta cuando vas a jugar contra otros equipos por ejemplo y te hacen recordar esas épocas. Jugadores que quizá cuando era muy chico los veías nomás, y ahora viene toda una delegación y contra algunos siempre jugaste o tenés muy buena relación por haber compartido momentos y situaciones. Son muchos años, muchas temporadas y muchos clubes, pero como te decía hoy: uno puede a veces estar algo cansado y demás pero, cuando te frenás un minuto a pensarlo, ¿Cómo no seguir haciendo lo que tanto te gusta y apasiona? Siempre hay que seguir, todo eso se te va cuando entrás a la cancha, metés un triple, se te infla el pecho y sentís que no podés dejarlo.

Fuente: LNB