Rubén Magnano dejó una profunda huella en el básquetbol nacional por haber dirigido a la Selección Argentina que se adjudicó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
En tanto que en su haber, el cordobés también cuenta con haber guiado a la Selección durante un período en el que conquistó el Campeonato FIBA Américas de 2001, el Sudamericano de ese mismo año, el subcampeonato en el mundial de Indianápolis 2002, el título en el Sudamericano de 2004.
Magnano habló con Diez en Deportes por LT10 y comenzó haciendo referencia a la "Palomita" de Emanuel Ginóbili en el primer triunfo ante Serbia en Atenas 2004, de la cual se cumplieron 16 años y afirmó: "Son momentos únicos, pero a veces se confunde ese momento con la final de los Juegos Olímpicos, por la forma y por cómo se festejó. Era muy importante pero no determinante pero se lo vivió de una manera muy efusiva".
Cuando se le preguntó si cambiaba ganar la final del mundial de Indianápolis por los Juegos Olímpicos: "Se le suman muchas variables por la forma en que se pierde. El primer partido de los Juegos Olímpicos fue quien nos quitó la chance de ser campeones del mundo, lo firmaría que se dé como se dio".
"El que le da le pelota es Montecchia a falta de tres segundos, sale rápidamente por la izquierda y ve la posibilidad del pase, eso es lo que hacen los grandes jugadores, los talentososo, que en pocas milésimas resuelven, y luego llega el talento descomunal de Manu. Hay tres situaciones determinantes, rápidas, la apertura, el pase de Montecchia y la definición de Ginóbili. Es una situación límite", describio sobre la jugada.
En cuanto a su festejo, dijo: "Es muy extraño, me veo y me resulta curioso, no soy de hacer alarde y de festejar de esa manera la victoria. Hubo algunos ingredientes que aumentaron esa efusividad, es sumamente curioso, ya que lo que habitualmente hago es saludar al técnico rival, si tengo que hacerlo 100 veces más lo hago, está lejos de ser una falta del respeto al rival, fue un desahogo".
También se le preguntó por el momento de la premiación de escuchar el himno, y reveló: "El momento más significativo fue cuando estaban izando la bandera, los entrenadores no tienen medallas, es un momento sublime, donde pasan muchas cosas, la representatividad que supone una selección nacional. Se pasan por enfrente la familia, los amigos, pero cuando estaba subiendo la bandera queda grabado en la mente".
"Fui un elegido, no todos los entrenadores tienen esa oportunidad, esa fortuna. Es un privilegio, como estar tocado con una varita mágica, soy un eterno agradecido por esa posibilidad. Logramos algo importantísimo para el deporte argentino", cerró el cordobés Magnano.