Si debido a la pandemia aumentaste el consumo de alcohol por la noche, y pasaste de una copa de vino a ocupar el carrito del supermercado con más de una botella, debés saber que no sos el único ya que las estadísticas demuestran que aumentó su consumo.
La recomendación es beber menos de 14 vasos a la semana, repartidos en diferentes días, así como tener tres días o más en los que no bebés.
Darse un atracón de alcohol suele implicar beber unas seis copas seguidas, en el caso de una mujer, ocho en el caso de un hombre. Pero el hígado procesa el alcohol a la misma velocidad sin importar cuánto bebas. Así que cuando tomás de manera seguida, el alcohol y sus efectos duran más tiempo, causando daño hepático e inflamación en el hígado.
Cuando bebemos pequeñas cantidades, el hígado lo procesa y lo segmenta en sustancias inofensivas. Pero cuando es demasiado, este puede saturar el proceso, llevando a generar grasa en el hígado, lo cual es dañino y puede impedirle realizar funciones vitales para el resto del cuerpo.
Si bebés menos del límite semanal pero sin dejar ningún día para la abstinencia, seguís dañando tu cuerpo. Esto se debe a que el hígado está continuamente expuesto a los efectos tóxicos del alcohol, lo cual lo obliga a procesarlo a diario, además de llevar a cabo el resto de sus funciones. Las calorías en las bebidas alcohólicas (que suelen ser bastante azucaradas), pueden empeorar el estado de tu hígado, además de hacerte aumentar de peso.
Beber demasiado alcohol daña el hígado a medio y largo plazo. El hígado tiene una reputación por ser capaz de regenerarse a sí mismo y eso hace que pensemos que es un órgano invencible. Sin embargo, si es dañado repetidamente durante un largo periodo de tiempo, puede llegar a su límite de regeneración, causando desgarros en este.
Una unidad equivale a la mitad de una pinta de cerveza, un vaso pequeño de un vino suave o un ‘shot’ de una bebida espirituosa. Si vas a consumir una bebida con un porcentaje de alcohol elevando, como una cerveza lager, una sidra o un vino con mucho cuerpo, contarán como más unidades.
Beber en casa, práctica tan extendida durante el confinamiento, tiene sus riesgos puesto que nos acostumbramos a consumir más ya que nos servimos cantidades generosas y no tenemos que preocuparnos de volver a casa al final de la noche. También facilita que bebas en días que normalmente no lo harías si no estuvieses en tu hogar.
Por otro lado está el impacto que puede causar en tu dieta. Lo primero es que estás cansado más a menudo porque descansás peor después de haber bebido. Lo segundo es que bebemos menos agua, y lo tercero es que lo más probable es que no hagas tanto ejercicio por la resaca. Esto puede causar que ganes peso, lo que se puede convertir en grasa acumulada en el hígado, empeorando el daño que causó el alcohol.
Beber en exceso también afecta al comportamiento de las personas, a sus emociones y decisiones, lo cual puede ser perjudicial a varios niveles. Algunas pueden caer en una depresión si beben, y la probabilidad aumenta si beben solas. Este es uno de los riesgos del confinamiento, tenemos que ser conscientes de los cambios de humor y salud mental, así como de los de las personas que nos rodean.
Signos de daño hepático (cuándo buscar ayuda profesional):
– Los ojos y la piel adoptan un tono amarillento (ictericia).
– Hinchazón abdominal.
– Picor en la piel.
– Orina oscura.
– Heces pálidas.
– Cansancio.
– Náuseas.
– Dolor abdominal.