Médicos y agentes sanitarios públicos y privados nucleados en la Asamblea de Trabajadores por la Salud Colectiva realizaron el viernes una intervención frente al Monumento Nacional a la Bandera donde instalaron 35 cruces para representar la grave situación sanitaria en el departamento Rosario en relación los contagios y fallecidos de Covid-19, e instaron a todo el arco político de la provincia a tomar decisiones “urgentes” para disminuir la circulación del virus. “El no cambio de la estrategia, será sinónimo de aceptar muertes que pueden ser evitadas”, alertaron.
Los profesionales de la salud se congregaron ayer en el parque a la Bandera donde se levanta la escultura de hierro en honor al general Manuel Belgrano, y clavaron sobre el césped 35 cruces pintadas de color negro, que simbolizaban a las personas “ya fallecidas y las que pueden venir”. Así, apelaron a que se impulse un plan concreto con el objetivo de controlar la pandemia.
"Proponemos enfriar la pandemia, los números de contagios, lo que permitiría al sistema de salud de la ciudad y del sur de la provincia tener trazabilidad, que es la capacidad de detectar, aislar y hacer un seguimiento y tratamiento de los casos y los contactos. Hoy, con la enorme cantidad de casos es imposible sostener la trazabilidad”, describió Lucas De Candia, médico y vocero del grupo de profesionales.
Como contrapartida a los anuncios oficiales de que no se volvería atrás con las restricciones o nuevos cierres, el médico recalcó que “no cambiar la estrategia va a ser sinónimo de aceptar muertes que pueden ser evitadas. Tomando las proyecciones de los equipos del Conicet, el número de muertes en Rosario para los primeros días de noviembre puede ser de mil personas. Eso es realmente inaceptable”.
Los profesionales sugieren tomar como válida la propuesta del Conicet sobre el aislamiento selectivo, planificado e intermitente (Aspi), que incluye sostener para los próximos meses una intermitencia de cierres y aperturas. “Los cierres son para no contagiarnos, para cuidarnos, y las aperturas para trabajar. Los cierres de circulación tienen que ser muy amplios y contundentes, en serio, con actividades mínimas”, explicó De Candia.
“Hay otro camino, otra propuesta. Las autoridades, los referentes de Salud municipal, la conocen y creen que son válidas. El arco político completo, oficialistas, opositores, legisladores, estamentos nacionales, provinciales y municipales deben sentarse a construir un consenso, un acuerdo social para que el Aspi pueda ser el punto de encuentro”, insistió el médico.
Sobre la postura que adoptan algunos sectores de la economía reticentes a respetar las medidas y las restricciones, aclaró que se tiene “empatía con esos sectores. Las crisis que trae la pandemia es sanitaria, pero también social, económica y subjetiva. Los reclamos y los pedidos de cada sector los entendemos, no es nuestra intención salirles al cruce, porque atendemos que cada uno defiende sus intereses”.
Insistió que “el reclamo es hacia el Estado, que debe salir con una propuesta abarcadora e integral como los aislamientos intermitentes, pero esto debe incluir medidas particulares en función de las necesidades de cada sector, muchos de los cuales están fragilizados por la pandemia, por la crisis social y económica que arrastramos desde hace muchos años, y el Estado debe acompañarlos”.
Salimos o lo padecemos
Consultado sobre una posible falta de articulación entre los niveles del Estado para avanzar en decisiones concretas, evitó ese análisis. “No estamos sentados en la mesa de diálogo entre ministerio y secretaría, o entre el intendente y el gobernador. Sí entendemos que nuestra propuesta debe ser articulada en diferentes instancias. Esto no es algo que lo pueda sostener un solo sector. Se está muriendo gente que podría no morir. Si esto no nos convoca a sentarnos a la mesa, ¿qué? Si esto no es el motor de la política ¿qué es?”
El médico pidió “un avance inmediato. Cada tarde noche que vemos 1.000 casos sabemos, como dice un sociólogo, que «hay muertos que caminan». 10 o 20 se van a morir, aunque el esfuerzo sanitario sea el óptimo, aunque el sistema de salud funcione bien. Y si se satura el sistema, si colapsa o nos quedamos sin camas, entramos en un escenario de catástrofe que no sabemos donde termina”.
Por eso solicitó la implementación del Aspi. “Se basa en sostener de manera planificada para los próximos seis meses una intermitencia de cierres y aperturas. Los cierres son para no contagiarnos, para cuidarnos, las aperturas para trabajar. Los cierres de circulación tienen que ser amplios y contundentes, con actividades mínimas”.
Tras hacer un análisis profundo de la situación, puntualizó que “las estrategias amplias ya no sirven, por eso hablamos de un cambio. No decimos que toda la provincia haga un cierre, porque hay localidades que no lo necesitan. Pero sí una selectividad regional. Rosario podría iniciar una primera fase de aislamiento muy rígido. Una de las propuestas es de 9 días de cierre muy preciso”, y consecutivamente otras tres semanas de apertura y otros cierre de nueve días”.
Otra de las voceras de la Asamblea de Trabajadores por la Salud Colectiva fue la médica Valeria Bulla, quien fue muy clara sobre la idea de la intervención. “La contradicción no está entre economía y salud, está entre la vida y la muerte. Hay muertes que son absolutamente evitables y que, para disminuirlas, no solamente hace falta una terapia intensiva, sino disminuir el contagio y la circulación viral, armando un esquema de aislamiento intermitente que es el que proponemos, nueve o diez días en que todos nos metamos adentro para luego salir a una apertura controlada donde se pueda habilitar actividades laborales”.