"Me siento cómodo en partidos así", lo sostuvo en las semis ante Boca y hoy volvió a demostrar que realmente disfruta estas instancias. Franco Baralle, de apenas 22 años, se lució en una tarde magistral en Obras, con un último cuarto fundamental para darle el primer punto de la final a la Fusión. Dijo que todavía le falta "dureza mental", pero hoy reflejó que no se notó. O que va por el buen camino.
Facundo Sucatzky, nuestro columnista, había puesto el foco en el duelo de bases en la previa, dejando claro que el resultado de la serie podía definirse en buena parte por lo que hicieran Aguirre y Vildoza, de un lado, y Copello, junto a Baralle, del otro. Y así fue en el primer partido. Pero, al revés de lo que algunos podían creer, teniendo en cuenta que Penka y José son las figuras del Ciclón, el rendimiento de los armadores de Quimsa predominó y así la serie quedó 1-0.
Si había dudas sobre si iba a pesar más la jerarquía y experiencia del rival en esta posición, los dos armadores de Quimsa se encargaron de despejarlas. En el primer tiempo, Copello fue quien manejó los hilos de su equipo y además tuvo gol en sus manos, ya que finalizó con 11 unidades, tomando buenos tiros. Luego tuvo menos participación en el desarrollo del duelo, para terminar con 13 en total. Baralle fue su codo a codo, su otra mitad. Desequilibrante con 18 unidades en total y decisivo con su tiro de tres puntos (3 de 6), con buenas coberturas defensivas y sangre fría en momentos calientes.
La dupla Penka-Pepe, que tanta vida le había dado al Ciclón las instancias anteriores, quedó eclipsada. Vildoza no logró desplegar su juego ofensivo al que nos tiene acostumbrados, sobre todo en la primera mitad (cuatro puntos). El Penka estuvo deslucido, no produjo, ni generó en el campo de juego, y su contrincante no le dio opciones para pensar, ni para hacer su lectura habitual ante cada rival que tiene delante.
En el comienzo, Copello organizó las salidas, sobre todo luego de dos pérdidas iniciales. Tomó los tiros cómodos cuando vio la oportunidad, generó desde el pick and roll, armó y creo para sus compañeros. Provocó algunos rompimientos y descargas que funcionaron a la perfección. Baralle le dio respiro cuando lo necesitó, con corridas y con un muy eficaz tiro abierto, principalmente una bomba en el comienzo de los últimos diez minutos.
Son dos jugadores que han logrado una marcada regularidad durante toda la temporada, que tal vez no cuentan con la trayectoria de sus rivales en la misma posición en finales de Liga Nacional, pero se han destacado en el Final 4 del Súper 20 y un torneo continental como la Champions.
En los minutos decisivos, Baralle se lució. Quizá no es tan común que el base suplente tome el mando y cierre el partido en cancha. Pero Franco lo hizo y con creces, con la confianza que le da González. El base de la Selección pasó la bola con fluidez, defendió y presionó a Vildoza, no lo dejó jugar cómodo en ningún momento. También metió un bombazo en su cara y luego asistió a Diez para que el ala pivote convierta dos puntos vitales para encaminar el triunfo de la Fusión.
La presión y frustración fue otro factor clave para la dupla de San Lorenzo. Vildoza finalizó como el máximo artillero de su equipo, ya dijimos, tiene gol y es anotador, pero sus apariciones fueron por momentos. Se caía en su juego cuando el balón no entraba en el aro, cuando lo defendían y no lograba penetrar. No mostró su creación y desequilibrio. Claro que es un gran mérito de Quimsa, porque no sólamente produjo con sus bases y sus múltiples variantes para correr rápido adelante, sino que además neutralizó a los más generadores del Ciclón.
Copello, en el primer tiempo. Y Baralle, en el segundo. Una combinación ideal. El complemento perfecto. En estilos y en momentos. Como para que Quimsa se pona 1-0 en esta finalísima.