Al principio pueden haber sido pintorescos, simpáticos o incluso adorables, pero ahora los carpinchos tienen preocupada a la población en los barrios privados de Nordelta, donde ya se registraron ataques de estos animales contra algunas mascotas.
El caso más reciente fue el de Oreo, una schnauzer que salió al jardín en el barrio Las Glorietas y se encontró con un carpincho territorial que la atacó y le hizo dar "gritos desgarradores", como relató este martes su dueña, Myriam Couriel, al diario La Nación.
"Me asomé por la ventana y vi a un carpincho con Oreo en la boca. Había dos. Creemos que eran un macho y una hembra y ella estaba embarazada, por lo que el macho la defendió, aunque no sé de qué porque Oreo no hizo nada. Luego yo salí y los carpinchos se escaparon al lago", relató la mujer. La pobre Oreo quedó en un estado calamitoso, pero sobrevivió.
Lejos de tratarse de una anécdota aislada, la presencia de los carpinchos se está convirtiendo en un problema para quienes viven en Las Glorietas, Los Castores u otros barrios de Nordelta. Incluso hubo accidentes de tránsito provocados por algún ejemplar que cruzó la avenida troncal con su parsimonia habitual.
"Terminamos cercando la casa, pero los carpinchos de algún modo u otro atraviesan el cerco. La semana pasada había dos en mi jardín lo más tranquilos. Ni a mí ni a ninguno de los vecinos nos molestan, nos parecen divinos los carpinchos, pero desde que pasó lo de Oreo tengo miedo de que le pase algo a mi nieto. Hay que buscar la manera de controlarlos porque está repleto", señaló Couriel.
En el barrio Los Castores, Gustavo Iglesias y alrededor de 200 habitantes más formaron una comisión para lidiar con estos animales en articulación con la Dirección de Flora y Fauna de la provincia de Buenos Aires.
Como a Couriel, a Iglesias también le parecen encantadores pero todo tiene un límite.
"En 2015 aparecieron dos en mi jardín y los quería acariciar. El tema es que después empezaron a reproducirse de manera exponencial porque, lógicamente, en Nordelta no tienen depredadores. Ahora caminan por las calles, devoran los jardines y tenemos problemas con las mascotas", sentenció el hombre.
"Tampoco sabemos qué enfermedades pueden transmitir y si podrían, o no, atacar a un nene, porque andan en manada por todos los barrios", agregó.
Entre los kilos de vegetación que comen por día (muchas veces, plantas de los jardines) y la cantidad de crías que tienen por año, Iglesias y sus vecinos temen que para 2023 haya una superpoblación insostenible de estos animales.
"La Dirección de Flora y Fauna no nos deja ni tocarlos, igual tampoco queremos que le pase nada a ningún carpincho, pero la situación es insostenible y por ahora las autoridades no nos dieron una solución. Queremos que les den un tranquilizante y los trasladen hacia otro lugar", explicó.