El papa Francisco lanzó este sábado una nueva condena implícita a la pena de muerte vigente en Bahréin y a las guerras existentes en el mundo, al rechazar la lógica del "ojo por ojo, diente por diente" durante la misa que encabezó en el país árabe, su primer encuentro con la comunidad católica local dentro de la visita de cuatro días que inició el jueves.
"Reaccionar de una forma simplemente humana nos encadena al ojo por ojo, diente por diente, pero eso significa hacer justicia con las mismas armas del mal que recibimos", planteó el pontífice desde el Estadio Nacional de Bahréin, en Riffa, 15 kilómetros al sur de la capital Manama.
Francisco inició el jueves la primera visita de la historia de un pontífice al reino árabe, en el que está vigente desde 2017 la pena de muerte, y mantiene una agenda de reuniones con autoridades islámicas y autoridades del país en las que ha expresado mensajes por los derechos de mujeres y trabajadores, y su reclamo de paz y recorte al comercio de armas.
El jueves, en su primer discurso, el Papa ya había planteado que pensaba "en el derecho a la vida, en la necesidad de garantizarlo siempre, también en relación a los que son castigados, cuya existencia no puede ser eliminada", en un rechazo a la pena de muerte vigente en el país.
Este sábado, al encontrar a representantes de la comunidad católica local y fieles llegados desde otros países del golfo Pérsico, el Papa planteó a sus seguidores que Jesús "ve y sufre observando en nuestros días, en tantas partes del mundo, formas de ejercer el poder que se nutren del abuso y la violencia, que buscan aumentar su propio espacio restringiendo el de los demás, imponiendo su dominio, limitando las libertades fundamentales y oprimiendo a los débiles".
Al hablar a unas 30.000 personas según los cálculos de los organizadores, Francisco convocó a "vivir concreta y valientemente la fraternidad universal, perseverando en el bien incluso cuando recibimos el mal, rompiendo la espiral de la venganza, desarmando la violencia, desmilitarizando el corazón".
Para Francisco, "no se puede restablecer la paz si a una palabra ofensiva se responde con otra palabra todavía peor, si a una bofetada le sigue otra. No, es necesario desactivar, quebrar la cadena del mal, romper la espiral de violencia, dejar de albergar rencores, dejar de quejarse y compadecerse de sí mismo".
"Esta tierra es precisamente una imagen viva de la convivencia en la diversidad, de nuestro mundo cada vez más marcado por la permanente migración de los pueblos y del pluralismo de las ideas, usos y tradiciones", agregó el Papa durante la homilía, en un marco en el que la mayoría de los cerca de 160.000 católicos del país (el 10% de la población total) son trabajadores inmigrantes llegados del sudeste asiático y de países pobres de la región.