Con su sistema inmunológico no del todo operativo y una cierta fragilidad, los bebés son muy sensibles a los cambios de temperatura. Si en verano no deben cubrirse demasiado, en invierno, por el contrario, es importante protegerlos del frío ya que la piel es frágil.
“A la hora de vestirlos, hay que tener en cuenta que el metabolismo de los bebés es distinto al de los adultos: generan mayor calor corporal”, explica Cristina García Millán, coordinadora de la Unidad de Dermatología Pediátrica del Grupo Pedro Jaén, de España. Y esto se debe a su gasto energético.
Un estudio publicado en la revista Science concluyó que los bebés son los que gastan más energía a una mayor velocidad. La investigación, elaborada con una muestra de más de 6.000 personas de 29 países, determinó que “las necesidades energéticas se disparan durante los primeros 12 meses de vida, de modo que al cumplir el primer año, un niño quema calorías un 50% más rápido para su tamaño corporal que un adulto”.
Los peligros de abrigar en exceso a los bebés
“Los recién nacidos no son capaces de regular al principio su temperatura, por lo que, si los abrigamos demasiado o los mantenemos en ambientes calurosos, pueden llegar a tener fiebre”, se explica en la ‘Guía práctica para padres desde el nacimiento hasta los 3 años’ de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Por eso, si en épocas de mucho frío se detecta que el chico tiene fiebre, lo primero que hay que hacer “antes de alarmarse”, dice el documento, es desabrigarlo y tomarle de nuevo la temperatura después de unos minutos.
En el entorno del bebé, hay que mantener una temperatura constante que ronde los 20º y un nivel de humedad del 50%, como mínimo.
Consejos para proteger del frío a los bebés
Al principio, será esencial cubrir las extremidades, que son particularmente sensibles durante el período invernal. Hay que optar por materiales naturales que sean transpirables y retengan el calor como el algodón, el bambú y la lana merina.
En el cochecito, será necesario, además de vestirlo adecuadamente y en coherencia con el clima invernal, protegerlo de cualquier viento o nieve, si es algo característico de la zona en que residen o están vacacionando.
Para que los bebés no pasen frío en invierno, lo ideal es vestirlo por capas y, de ser posible, con prendas que se puedan quitar o desabrochar para regular la temperatura según el frío que tengan.
Para los bebés más chiquitos, lo mejor es ponerles siempre una capa más de ropa de la que nos pondríamos como adultos y, en niños, las mismas capas que las que nos pondríamos nosotros.
La mejor manera para saber si el bebé tiene frío o calor es tocarle la nuca o el cuello para ver si está demasiado caliente o incluso húmedo (está sudando). También se pueden mirar las mejillas: si están muy rosadas, puede ser que tenga mucho calor.
Elegir la ropa del bebé según el lugar donde va a estar
Un niño correctamente abrigado es el que lleva ropa adaptada al lugar donde va a estar y a la actividad que va a realizar. La época invernal implica más vida en espacios cerrados que, al estar menos ventilados, resultan un caldo de cultivo para que los niños se enfermen.
“No es igual ir a un centro comercial que asistir al colegio o a actividades en la montaña. También, es diferente si el nene todavía no camina, porque estará sentado en la silla y es más vulnerable al frío, que si ya anda y corre”, advierte García. “Y cuando un niño, de cualquier edad, llegue a una casa con la calefacción encendida hay que aplicar el sentido común y retirar las prendas de más abrigo, porque se las habíamos puesto para que no pasaran frío al aire libre”, asegura la experta.