Cuántas veces nos enfrentamos a la desilusión cuando cometemos un error. Y más en el marco de una sociedad que muchas veces condena y no logra gestionar la oportunidad para aprender que puede comenzar en el espacio escolar.
Contrariamente a lo que muchos pueden suponer, cometer un error y detectarlo o que otro lo corrija, es una de las maneras más poderosas de adquirir y retener un aprendizaje. El punto está, entonces, en cómo reaccionamos ante la respuesta equivocada de un alumno y cómo le ayudamos a aprender de sus errores.
Vivimos en un mundo que rechaza la frustración, que implica señalar los errores en el proceso de aprendizaje y corregirlos.
Según el neudocientífico francés, Stanislas Dehane, cuando se refiere a este tema tan polémico, explica que para el cerebro, el error es…” una señal necesaria para el aprendizaje. El cerebro humano es predictivo sobre el mundo exterior y recibe una señal que dice si la predicción es correcta. Estamos todo el tiempo recibiendo este tipo de señales. Para los niños muy pequeños el error no es problema, todo lo contrario, forma parte del aprender. Los chicos son como científicos, porque formulan hipótesis, prueban, se equivocan y lo vuelven a intentar. Por ejemplo, cuando tiran un objeto al piso y los adultos lo levantan y ellos lo vuelven a hacer, lo que están haciendo es experimentar la gravedad. Para ellos, conocer y aprender es probar y tropezar con el error, volver a intentar, casi inmediatamente, es estar más cerca de acceder a aprender y dominar algo nuevo.
El error como una oportunidad
Según la especialista en neuroeducación Liliana Waipan, los docentes usan a menudo el término “Yo corrijo” los trabajos del estudiante, cuando en realidad solo está ayudando a que ese estudiante “se corrija” porque es él, el que está aprendiendo. Si nuestro “corregir” es comprendido como vapulear, desestimar, criticar, oponerse o rechazar, muy probablemente invite a dejar el error como un estigma en la carpeta o en la evaluación de nuestros estudiantes. Por el contrario, si nos convencemos de que corregir es para los estudiantes: reparar, salvar, recuperar, reponer, satisfacer, remediar, resolver, restablecer, mejorar, será posible comenzar a comprender el error como una oportunidad de superarse, tanto en la situación escolar como en la vida.
La metacognición (comprender cómo aprendo, cómo sé que sé) se ha de interpretar como una energía renovadora, que lleva más allá del error, comenzando por su aceptación, sigue con análisis y concluye con la construcción de un nuevo aprendizaje sobre ese error. La especialista nos ayuda a comprender mejor esta postura con un ejemplo reciente, evocando a Catar 2023 -Primer partido de la Selección Argentina en el mundial de fútbol, donde el resultado fue: Arabia Saudita 1 / Argentina 0. ¿Qué preguntas correrían entre los jugadores de la “Escaloneta.” En el vestuario ¿Cuáles fueron los errores? ¿Cómo aprovechamos el resultado para jugar mejor la próxima? ¿Qué error hubo en el lugar que ocupamos cada uno? ¿Por qué no metieron un gol? ¿Quiénes no estaban en el lugar adecuado?
Revisaron el partido para detectar los errores y mejorar la estrategia para la próxima. Imaginamos que, a pesar de la decepción, y la rabia, en ningún momento los miembros de la “Escaloneta “(Selección Argentina) deben haberse dicho: “Somos un equipo de fracasados, volvamos a casa “Sin embargo, en muy habitual escuchar a hijos o estudiantes desistir ante el primer tropiezo, ni hablar de sus errores y mucho menos revisarlos para intentar aprender del error.
La resistencia a la frustración
El aprendizaje por el error, o pedagogía del error, tienen muchas ventajas, tanto en lo cognitivo como en el desarrollo personal. Observamos habitualmente una seria resistencia a la frustración o la aceptación del error, la equivocación o el resultado adverso en cualquier deporte u otra circunstancia. Es innegable que el error puede ser una experiencia desalentadora, sin embargo, entra en juego la resiliencia y la capacidad de lidiar con el estrés, opina Waipan. Muchas veces los errores impulsan a encontrar otra solución creativa y si se entrena, refuerza la motivación a través del desafío que invita a probar otra vez y mejorar en el futuro Reflexionar sobre lo que no salió como esperábamos sirve para tomar mejores decisiones en el fututo y adquirir nuevas habilidades.
¿Cómo hacer para acompañar a los estudiantes?
- Invitarlos a practicar, el entrenamiento es una estrategia que da resultados en casi todos los ámbitos del aprendizaje.
- Revisar los errores de una evaluación con un compañero, intercambiar ideas y volver a revolver juntos.
- ”Mi mejor error”, es una rutina que suele tomarse al final de una etapa. Se invita a los estudiantes a presentar frente a sus compañeros, el mejor error, elegido por ser inesperado, muy repetido, con el que más aprendieron.
- Después de revisar y autocorregir una evaluación, trabajo práctico o producto de un proyecto, poner en juego la rutina de pensamiento “Antes pensaba / Ahora pienso”.
- Tomar el error que se repite más en una evaluación y someterlo a debate ¿Por qué creen que es este el error más común entre Uds.?
- Encuestas o sondeos durante el proceso de aprendizaje dirigidas a saber cuáles son las dificultades que se van presentando en el proceso de aprendizaje, de la realización de una investigación o de un proyecto.
- Una nube de palabras (en un mural digital o en papel) es una de las formas más simples, visuales y efectivas de poner a cualquier alumno de su lado. También es un excelente método para la lluvia de ideas, la recopilación de ideas y la verificación de la comprensión de los estudiantes, lo que ayuda a su audiencia a expresar su opinión, lo que los hace sentir más valorados.
Teniendo en cuenta que el error es una parte del aprendizaje, ayudar a los estudiantes a comprender y analizar sus errores, descubrir las causas y la forma de utilizarlo como oportunidad para crecer y mejorar da sentido a la práctica docente. Estas herramientas se pueden aplicar también en espacios de familia, donde los chicos tendrán un modelo vivo cotidiano en los adultos, que si logran fomentar estas estrategias lograrán generar en sus hijos un nivel de autoestima y seguridad frente a los desafíos que los acompañarán por el resto de su vida.