Pocas cosas son más molestas que el sonido de la alarma, pero posponerla varias veces tampoco es aconsejable. Si bien ese despertar gradual parece un poco menos duro, cada vez que postergás el despertador te privás artificialmente de sueño.
Ese “otro ratito” conlleva el riesgo de que llegues tarde a donde tengas que ir y que el despertar resulte más difícil. “El verdadero problema es que nos resistimos a despertar y nos disgusta a casi todos. Esa sensación que impulsa a permanecer en las profundidades de la ensoñación es lo que se conoce como inercia del sueño“, detalla el Dr. Scott Kutscher, neurólogo especializado en medicina del sueño, al portal Newsweek.
La inercia del sueño es la fatiga y el aturdimiento que experimentamos a primera hora de la mañana, y se caracteriza por el aletargamiento y la torpedad mental que sentimos inmediatamente después de despertar.
Aun cuando la inercia del sueño dura unos 30 minutos, la costumbre de posponer el despertador la prolonga en vez de disminuirla. En lugar de pasar una sola vez por el estado de somnolencia antes de renunciar a la cama, hace que pasemos por varios despertares forzados.
La inercia tiende a empeorar cuando despertamos de etapas de sueño más profundas, de allí que configurar la alarma antes de lo necesario dificulte mucho más el acto de levantarnos.
“Existe la idea de que, después de uno o varios pestañazos adicionales, entramos en un estado de sueño más ligero que facilita el despertar y conduce a una menor inercia de sueño. Sin embargo, el hecho es que la inercia se resuelve por sí sola en los 30 o 60 minutos posteriores al despertar, sin importar el estado de sueño en que nos encontremos”, afirma el neurólogo.
“Lo que hace ese rato es cambiar el sueño profundo por un sueño más ligero. Pero el gran inconveniente es que el sueño profundo – el cual suele ser REM justo antes de despertar – es fundamental para la consolidación de la memoria y el funcionamiento ejecutivo”, añadió.
Conocido como REM, el sueño de movimientos oculares rápidos es indispensable para la ensoñación, el procesamiento emocional y el sano desarrollo cerebral. También ayuda al cuerpo a prepararse para el estado de vigilia, ya que activa el sistema nervioso central.
Si tu intención al posponer la alarma es despertar poco a poco y reducir el aturdimiento matinal, lo que en realidad hacés es tratar de resolver un problema que se resuelve por sí solo con los minutos posteriores.
“Mi recomendación es configurar un solo despertador tan tarde como sea razonablemente posible, pero que aún les dé el tiempo necesario para prepararse a iniciar el día”, propone Kutscher.
Si aún así te cuesta disipar los efectos de la inercia del sueño, tratá de solucionar el problema con alternativas más naturales conocidas como “pistas de alerta diurnas”, como abrir las cortinas en cuanto te levantes para que entre la luz del sol. O caminar por la habitación para propiciar el estado de vigilia.