El empate 1-1 parecía inamovible. La racha adversa parecía que no iba a romperse. Sin embargo, Tomás González tenía otros planes para Quilmes. A los 32 minutos del segundo tiempo, el Rayo se enfrentó mano a mano a Mauro Osores, lo dejó en el camino y miró hacia el área para tirar el centro pero terminó sacando un remate que fue con destino de arco para dejar atrás los cuatro encuentros sin triunfos, volver a sonreír en el estadio Centenario y meterse otra vez en la pelea de la Zona A de la Primera Nacional.
El Cervecero, necesitado sumar de a tres, salió decido a golpear rápido y hacer sentir la presión de sus hinchas. Darío Franco, con varias bajas en el equipo (Matías Ferreira, Ramiro Luna y Damián Adín, todos titulares), planteó un equipo con pocos jugadores de recuperación y muchos con característica ofensiva, algo que por momento fue un arma de doble filo.
Por momentos, el local tuvo los elementos necesarios para golpear; por otros, sufrió por los inconvenientes defensivo que se venían repitiendo en los últimos duelos (pardas frente a Patronato y Alvarado, y derrotas contra Racing de Córdoba y Güemes de Santiago del Estero). Así fueron los primeros minutos de un duelo con mucho ida y vuelta, ya que el local abrió el marcador por un gol de Martínez Giménez, mientras que el Lobo llegó a la igualdad poco después por medio de Agustín Palavecino, en una jugada que contó con un pase exquisito del Pulga Rodríguez.
En el complemento, el duelo bajó la intensidad, algo que benefició a un Quilmes que tuvo más la pelota pero que le costó generar peligro. Por eso, el DT metió mano en el equipo, apeló a los cambios para buscar una reacción, la que terminó llegando por un Rayo que fue letal: si bien quiso tirar el centro, el 11 -goleador del conjunto con siete tantos- se vistió de héroe para retornar a la victoria en casa.