El estrés es una reacción común ante situaciones desafiantes o preocupantes, y todos lo experimentamos en algún momento. Cuando estas preocupaciones se vuelven persistentes y dominan los pensamientos, es fundamental encontrar maneras de gestionarlas. Los expertos en estrés, Herbert Benson y Aggie Casey, de la Facultad de Medicina de Harvard, ofrecen consejos para enfrentarlo y explican cómo funciona el truco de la caja de preocupaciones.
Hacer ejercicio es una excelente forma de mitigar el estrés. Actividades como caminar rápidamente después de un episodio estresante pueden profundizar la respiración y reducir la tensión muscular. Las terapias de movimiento, como el yoga, el tai chi y el qigong, combinan movimientos suaves con respiración profunda y concentración mental, promoviendo una sensación de calma.
También es importante contar con una red social de apoyo formada por confidentes, amigos, conocidos, compañeros de trabajo, familiares y cónyuges. Tener relaciones sanas puede mejorar significativamente la calidad de vida. Aunque no se comprende del todo el porqué, la teoría del apoyo emocional sugiere que las personas con relaciones cercanas reciben un respaldo emocional que les ayuda a sobrellevar situaciones de estrés y crisis prolongadas.
Las técnicas de relajación pueden contrarrestar los efectos negativos. Practicar la relajación durante 10 a 20 minutos al día puede mejorar el estado de ánimo y el bienestar general. Si te sentís abrumado por tus pensamientos, tomá un tiempo para escribir todo lo que te preocupa. Establecé un cronómetro para 15 minutos y anotá tus inquietudes, cuando suene el timbre, dejaá las preocupaciones a un lado y enfocate en otra cosa. Si la preocupación es persistente, reservá un momento específico cada día para escribirlas, lo que puede ayudarte a contenerlas y evitar que dominen tu jornada.
La caja de preocupaciones es el nombre que recibe la técnica de Harvard y consiste en crear una caja donde depositar tus preocupaciones escritas en papel. Decorala a tu gusto y colocala en un lugar accesible. Anotá cada preocupación y guardala ahí; al hacerlo, podés liberar tu mente de las mismas. Más adelante, podés decidir si querés revisar las notas o simplemente desecharlas.