La UNL recorrió una nueva aventura al integrar por primera vez la categoría de la Segunda División. Una divisional que reúne a equipos de distintas edades. El equipo de Agustina Blazicevic se tuvo que adaptar a otro juego.
Así y todo, sostuvo una base con jugadoras de mucho ritmo, de alta intensidad con pretensiones para ganar el título. Combinó talento joven y experiencia, siendo constantes en su juego. El objetivo fue claro: consolidar un equipo competitivo y pelear hasta el final.
“El camino no fue fácil, porque se incorporaron jugadoras nuevas y además porque al cambiar el torneo, también requería un análisis de los rivales, todos nuevos. El objetivo principal era que todas tengan su tiempo en cancha, somos muchas, y es poco el tiempo de juego,” expresó Agustina Santaera.
“Eso planteó el desafío de rendir al máximo el tiempo que estés en cancha y encontrar el disfrute al mismo tiempo. En definitiva, se nos hizo sinuoso, pero supimos encontrarle la vuelta para sumar más experiencias,” dijo la jugadora de la U.
El plantel atravesó una profunda transición interna hasta llegar a su mejor forma. Al respecto, Agus manifestó que “Fuimos de menor a mayor, nos faltaba rodaje, poder conocernos en el juego, y sobre todo entendernos. En los equipos es fundamental que se conozca el lugar de cada una, las fortalezas, lo que cada una aporta al juego”.
“Estoy conforme con lo que se planteó, pero siempre hay que mejorar, seguir progresando para lograr todos los objetivos que se propongan. En lo actitudinal y como grupo, demostramos ser resilientes, estar unidas y siempre mantener la frente en alto, eso ayudó también a ir mejorando el rendimiento en general”.
Un paso adelante
Más allá del cambio de categoría, el grupo dispuso de nuevas caras en el equipo. Llegaron Julieta Paccamicio, Agustina Di Martino, Giovana Tardivo, Dana Gómez Castro, Mariela Aguirre junto al regreso de Lara Argüello.
Con una base amplia, jamás se perdió la ambición y el hambre de gloria. “Al cambio de categoría lo tomamos como un nuevo desafío. Decidimos continuar entrenando de la misma forma que el año anterior, mejorar como equipo y también conocernos, dada las nuevas incorporaciones”.
“Fue un año de transición, tratamos de dar lo mejor, y a su vez, disfrutarlo sin perder competitividad,” destacó Delfina Zaburlin, otra de las referentes de la “U”.
La “U” prevaleció con varios atributos que le permitieron, imponer condiciones y ganar protagonismo en el juego. Llegó a las instancias decisivas y se alzó con el subcampeonato en ambas rondas.
Sabrina Ferreyra también resultó pieza clave en el rendimiento de la UNL. “Durante la segunda ronda, se valoró mucho la capacidad de resiliencia y confianza en el equipo. Entender que teníamos las herramientas para lograr lo que nos propusiéramos pero también enfocarnos en mejorar la mentalidad ganadora”.
“Y en cuanto a juego, el objetivo era ser más verticales, poder ser más agresivas y ordenadas al momento de atacar. Más allá del resultado final, creo que se lograron los objetivos y fuimos capaces de enfrentarnos a otra final, con todo lo que eso implicaba”.
Lo que viene…
El futuro también se vislumbra prometedor. Santaera mira con entusiasmo este 2025 en busca de un objetivo superador. “Todos los equipos buscan algo en lo que mejorar para encontrar el eje. Trabajar en el físico permite mejores rendimientos y como consecuencia, más claridad para decidir en el desarrollo del juego”.
“En el ataque nos falta más rapidez y precisión en la definición, que el último tiempo entrenamos bastante junto con la agresividad en el frente. Igualmente, se va viendo año a año, en relación a lo que plantea la competencia en la que participemos,” puntualizó Agus.