Poco a poco, en los países que todavía atraviesan el verano austral, el clima empieza a templarse lentamente a medida que los días se acortan y la vegetación se prepara para recibir al otoño. Al igual que toda la naturaleza, los animales y los humanos también se aprontan y se predisponen para acomodarse a las condiciones climáticas de la estación entrante.
Por lo tanto, es importante saber cómo preparar el cuerpo para evitar que el cambio afecte de manera negativa la salud. La piel, el órgano más grande del cuerpo humano, es parte fundamental de este proceso ya que funciona como barrera de protección contra factores externos, mientras contribuye a mantener íntegras las estructuras del organismo y evitar que bacterias se alojen con facilidad.
El sol, un aliado en la producción de vitamina D que aporta calidez al clima frío y revitaliza con su luz en estaciones más oscuras que el verano, puede ser, sin embargo, muy perjudicial para la piel. Por este motivo es importante protegerla de la potencial aparición de una carcinoma maligno. En el imaginario colectivo el protector solar es un producto utilizado únicamente en verano o, aún peor, sólo en vacaciones. Lo cierto que algo tan simple como el uso de bloqueador puede salvar vidas.
En la actualidad alrededor de 23 mil casos de melanoma son diagnosticados cada año según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la tasa global de mortalidad alcanzó un número sin precedentes de 55 mil muertes por año. Por otro lado, cada año hay más casos de cáncer de piel que el número combinados de cáncer de mama, próstata, pulmón y colon. La incidencia de melanoma y no-melanoma, continúa aumentando globalmente con la exposición solar sirviendo como una fuerza primaria externa en su desarrollo.
En este sentido, el Departamento de Dermatología de la Universidad George Washington, Estados Unidos, y el laboratorio dermatológico de La Roche-Posay publicaron un estudio internacional sobre el comportamiento de 20 mil personas frente a la protección solar y la conciencia respecto del cáncer de piel.
Esta investigación, publicada en el Journal of the European Academy of Dermatology & Venereology (JEADV), ahondó sobre el comportamiento de las personas frente a la exposición solar, los hábitos preventivos y la conciencia del cáncer de piel. Entre aproximadamente 20 mil participantes encuestados de 23 países, los resultados fueron alarmantes.
Si bien el 88 por ciento de los encuestados están al tanto de los riesgos sobre el desarrollo de cáncer de piel luego de estar expuestos al sol sin protección, sólo uno de dos han consultado a un dermatólogo por sus lunares y cuatro de diez no creen que deban protegerse del sol fuera de las vacaciones.
"Esta es una llamada de atención global. Todavía hay muchas brechas entre las personas que no sólo no se monitorean los lunares por cáncer, sino que tampoco lo previenen", dijo el doctor Adam Friedman, autor del estudio y profesor adjunto de Dermatología en la Facultad de Medicina y Ciencias en Salud en la Universidad de GW.
Por otro lado, los autores observaron que si bien el protector solar y los anteojos de sol son las medidas preventivas más frecuentes, el 59 por ciento siempre o la mayoría de las veces lo usa en las áreas del cuerpo expuestas al sol (como brazos y piernas) y 57 por ciento en su rostro. El uso de ropa con protección constituye el 19 por ciento de las medidas y el de gorra o sombrero 38 por ciento. Afortunadamente, aplicar protección a niños menores de 12 años fue el comportamiento de protección solar más común, según 87 por ciento de los padres con hijos de esa edad.
Aunque muchas campañas enfocadas en la prevención del cáncer de piel dan sus frutos, todavía hay diferencias entre distintas poblaciones y la protección efectiva. Algunos países de alto riesgo en términos de la exposición solar mostraron tasas más altas de comportamientos preventivos primarios, en particular en Australia, Chile y Grecia. Pero también hubo discrepancias entre países con respecto a la prevención secundaria a través del auto examinación y la consulta médica. Jóvenes, hombres e individuos de bajos recursos económicos o con un nivel de educación menor no realizan métodos preventivos primarios y secundarios.
Teniendo en cuenta los peligros que representa no prevenir la exposición a los rayos UV, la única manera de evitar riesgos de cáncer o evitar el envejecimiento prematuro de la piel, es conocer que el sol puede lastimar todo el año, no sólo en verano, ni sólo en vacaciones. Las visitas al dermatólogo, la examinación correcta de la piel y el uso de protector solar pueden cambiar el rumbo de una vida.