Todos los 13 de abril se festeja el Día del Kinesiólogo ya que en 1937 se crea la Escuela de Kinesiología en la Facultad de Medicina (UBA). Su director fue Octavio Fernández, a quien se lo considera el padre de la de Kinesiología Argentina.
Javier Ragogna, kinesiólogo, explicó que en la profesión suelen hacerse muy amigos de los pacientes y que para estas fechas la comunidad “nos llama, nos saluda, es muy gratificante”.
La kinesiología tiene muchas ramas, “nos da la posibilidad de conectar mucha gente y de distintos índoles”. Además destacó que conocen todas las etapas etarias “desde niños, hasta el adulto mayor, deportistas, gente sedentaria” y que a cada uno se lo trabaja de distinta manera, también dependiendo de su dolencia.
Rehabilitación Acuática:
Ragogna hace diez años que, junto a un grupo de colegas, comenzó un emprendimiento donde incursionó en la kinesiología acuática. Este trabajo tiene “otros beneficios -que el trabajo en camilla- que suman para el bienestar del enfermo... en el agua se trabaja con un peso aparente, con una diferencia de peso, el paciente puede trabajar con mayor libertad, con menos cargas sobre sus articulaciones y generar una relajación sobre toda la estructura del cuerpo”.
Estrés laboral:
Hay trabajos donde los empleados pasan ocho horas sentados o cargando bolsas de mala manera, a los que Ragogna dijo que las contracturas ocasionadas “se ven diariamente, prácticamente vivimos de esos pacientes”. También la tensión nerviosa y el andar corriendo el día día “agudiza los dolores de espasmos musculares”.