Tras fracasar en la búsqueda de un consenso sobre cómo sacar a Reino Unido del caos político del Brexit, la primera ministra Theresa May presenta el lunes su Plan B, que parece modificar en poco el acuerdo ya ampliamente rechazado por el parlamento.
"Los británicos votaron por abandonar la Unión Europea y es vital que los políticos electos cumplan con este veredicto", afirmó una portavoz de Downing Street el domingo, insistiendo en un mensaje repetido hasta la saciedad por May ante el riesgo de que una falta total de acuerdo acabe simplemente por matar el Brexit.
Un 52% de británicos votó a favor de salir de la UE en el referéndum de 2016 y, tras un año y medio de difíciles negociaciones entre Londres y Bruselas, la decisión debe hacerse efectiva el próximo 29 de marzo.
Pero cuando faltan 67 días, un parlamento extremadamente dividido sigue sin haber aprobado los términos del divorcio, lo que hace pesar la amenaza de un Brexit sin acuerdo.
Determinados a evitar este escenario, que según el Banco de Inglaterra sumirá al país en una profunda recesión, al menos dos grupos de diputados preparan estrategias para dar al parlamento el poder de decidir los próximos pasos.
"Cualquier intento de quitarle al gobierno el poder de cumplir con las condiciones legales de una salida ordenada en este momento de importancia histórica es extremadamente preocupante", afirmó la portavoz.
"Esto debería servir de recordatorio a los diputados que quieren llevar a cabo el Brexit de que tienen que votar a favor de él, de lo contrario existe el peligro de que el parlamento pueda detener el Brexit", agregó, en un mensaje aparentemente dirigido a los euroescépticos dentro del Partido Conservador de May que la semana pasada contribuyeron a infligirle una histórica derrota.
La Cámara de los Comunes rechazó el acuerdo negociado por May por una aplastante mayoría: 432 votaron en contra -incluidos 118 rebeldes conservadores- y solo 202 a favor.
Esos mismos rebeldes, además del pequeño partido unionista norirlandés DUP de cuyo esencial apoyo depende la estrecha mayoría parlamentaria de May, decidieron sin embargo un día después mantener a la primera ministra británica en el cargo, al votar contra una moción de censura lanzada por la oposición laborista.