Los videojuegos son diseñados para atraer, emocionar y cautivar a quienes los consumen. Sin embargo, el uso excesivo representa un riesgo para la salud mental de los niños.
A continuación, consejos para regular su utilización:
1. Fijá horarios
Permití una o dos horas diarias para este dispositivo, si rompe la regla pasándose, aunque sea pocos minutos, descontalo de los próximos turnos.
2. Explicá que hay más formas de entretenimiento
Animalo a practicar deportes, clases de arte, juntarse con amigos o que salga al aire libre.
3. Activá el control parental
Prácticamente todos los sistemas modernos cuentan con un modo que los adultos configuran el tiempo para que, una vez completado el lapso, la consola se desactive.
4. Ofrecé refuerzos positivos
Podés premiar las actividades no asociadas a los videojuegos, recompensas no solo materiales, sino que también los elogios verbales y la atención también son gratificantes. Asimismo, mejoran la relación entre las partes.
5 Nada de consolas en la habitación
Tienen que estar en áreas de uso común. Si hay una máquina en la habitación, la supervisión es difícil. En el caso de computadoras o teléfonos es más complicado. Una alternativa es exigirle que manipule los dispositivos portátiles en horarios determinados.
6. Jugá también
Si lo acompañás en el juego es más simple vigilar que respete el tiempo establecido. Proponele que te enseñe trucos y que sienta tu interés por involucrarte y disfrutar de sus gustos.
7. Compartan tiempo en familia
Los paseos, los eventos y los momentos para ver una película en familia o con los amigos son ideales para despegarse de la pantalla. Dedicar tiempo de calidad a los hijos les despierta el interés por participar en actividades conjuntas.
Algunas señales que alertan sobre la necesidad de buscar ayuda profesional para tratar las adicciones a los videojuegos son:
– Prefiere los videojuegos violentos y esto se refleja en su personalidad.
– No respeta los horarios establecidos para dicha actividad.
– El tiempo de juego interfiere en su vida familiar, escolar, recreativa y social.
– Se aferra al equipo para subir de nivel, muestra obsesión, siente tristeza o ansiedad si no lo dejás jugar.
– Solo los videojuegos calman su mal humor.
– Manifiesta algún déficit de atención.
– No quiere hacer otras actividades que antes disfrutaba.
La actitud que toma un adulto desde que se compra el aparato es fundamental. No esperes a que se transforme en un problema. Explicá por qué activarlo en horarios específicos, la importancia de no tener contacto personal con otros jugadores en línea (en especial si no se conocen), lo delicado de compartir información privada y aclará que supervisarás los juegos elegidos.