Si bien a primera vista los valores de presión arterial pueden parecer crípticos, pueden ser comprendidos de forma sencilla.
La primera cifra, que recibe el nombre de presión sistólica, representa la fuerza con la que la sangre empuja la pared de las arterias cuando el corazón se contrae. El segundo número, presión diastólica, indica la cantidad de fuerza que queda entre latidos. Conforme las cifras se elevan, también se incrementa el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular.
Los valores inferiores a 120/80 son los óptimos para los adultos, y aquellos entre 120-129/80-84 se consideran normales. No existe una recomendación sobre qué tan bajo puede ser el límite inferior, siempre y cuando te sientas bien; si tenés mareos crónicos, acudí al médico.
Un resultado normal alto (130-139/85-89) es señal de que conviene modificar tu estilo de vida; sin embargo, dado el bajo riesgo cardiovascular, no se justifica el uso de medicamentos.
Pero si la medición es de 140/90 o mayor, lo más seguro es que se trate de hipertensión. Ante este escenario es recomendable cambiar tus hábitos y recibir una prescripción, pues el beneficio que te reportarán los fármacos superará los peligros en potencia. Si se toma la presión en casa, las alarmas se encienden con 135/85, ya que uno suele estar más relajado en la comodidad de su propio espacio que en un consultorio médico.
La presión arterial fluctúa en el transcurso del día debido a diversos factores como los niveles de estrés, la ingesta de cafeína y la actividad física. Por esa razón, los doctores no diagnostican hipertensión arterial tras una sola prueba.